50.000 asistentes a la Santa Misa del Papa en Nazaret

"En la familia se dan los esfuerzos amorosos de los padres para asegurar una formación integral humana y espiritual para sus hijos"

La penúltima jornada del Obispo de Roma en Tierra Santa, comenzó con una fiesta de fe y alegría: la celebración de la Santa Misa en el Monte del Precipicio de Nazaret. La celebración de hoy en Nazaret concluye el Año para la Familia celebrado por la Iglesia Católica en Tierra Santa, y el Papa ha hablado ampliamente en su homilía sobre la familia, "la primera escuela de la sabiduría, una escuela que educa a los propios miembros en la práctica de aquellas virtudes que conducen a la felicidad auténtica y duradera"

(Radio Vaticana/InfoCatolica) Benedicto XVI ha celebrado este jueves la Santa Misa en el Monte del Precipicio y ha exhortado a cristianos y musulmanes a reparar el daño hecho y a trabajar juntos para encontrar formas de convivir pacíficamente. El Pontífice ha invitado a "las personas de buena voluntad de ambas comunidades a reparar el daño que ha sido hecho, y en la fidelidad al credo común en un único Dios, Padre de la familia humana, trabajar para construir puentes y encontrar formas de convivir pacíficamente. ¡Que cada cual rechace el poder destructivo del odio y del prejuicio, que asesinan el alma humana antes que al cuerpo!"

a penúltima jornada del Obispo de Roma en Tierra Santa, comenzó con una fiesta de fe y alegría: la celebración de la Santa Misa en el Monte del Precipicio de Nazaret, que se encuentra a 210 metros sobre el nivel del mar. Aquí ha sido identificado, según la tradición cristiana, el lugar descrito en la narración del evangelista Lucas, que cuenta que Jesús fue conducido a este sitio para ser asesinado, arrojándolo al abismo. En la actualidad se ven las ruinas de un pequeño monasterio del siglo IX. 

Sonriente, el Obispo de Roma fue acogido con alegres cantos en árabe, intercalados, a coro, con las frases "Benedicto, bienvenido", en italiano y “viva el Papa”, en español”. Ante 45 mil fieles, el Papa presidió esta misa en rito latino con 250 concelebrantes, de los cuales 40 obispos, en un grandioso altar. 

Nazaret, se encuentra a 110 km al norte de Jerusalén. Es la capital de la región del mismo nombre con una población de mayoría árabe israelí. Tiene 70 mil habitantes, de los que 40 mil son árabes. Los cristianos son el 30 por ciento de la población. En la primera fila, junto a las banderas de la Ciudad del Vaticano, se veían ondear otras tantas de Palestina, junto a las de otros países, como Brasil, España, Filipinas e Italia. Imponentes las medidas de seguridad, dado que se trata de la mayor ciudad árabe del Estado de Israel, no exenta de riesgos de tensiones. 

En su saludo litúrgico, Monseñor Elías Chacour, obispo greco melquita para Galilea, hablando en árabe se refirió al doloroso fenómeno del éxodo de los cristianos y del drama de los desplazados de algunas aldeas de Galilea, cuyas casas han sido expropiadas por Israel, y quienes claman por volver. El prelado también denunció las grandes dificultades y peligros que amenazan la presencia de la Iglesia en Tierra Santa y reafirmó que las escuelas cristianas son una prioridad absoluta, porque representan el instrumento con el que difundir el mensaje de Jesús y de reconciliación. “Haciendo grandes sacrificios luchamos por la supervivencia –dijo–, pero vamos adelante”. A continuación, le regaló al Pontífice un icono de san Benito.

Precisamente con esta celebración eucarística, el Vicario de Cristo en la Tierra concluyó el Año de la Familia en Tierra Santa. Y tal como el mismo Benedicto XVI anticipó durante su homilía, al final de la celebración, y como “signo prometedor para el futuro”, bendijo la prima piedra de un Centro internacional para la familia, que será construido aquí, en Nazaret.  Además, el Papa bendijo otras dos: la del “Parque memorial Juan Pablo II” que se realizará sobre el monte de las Bienaventuranzas, en el mismo lugar en que el Papa Wojtyla celebró la Eucaristía, y la de la Universidad que llevará el nombre de Benedicto XVI.

La celebración de hoy en Nazaret concluye el Año para la Familia celebrado por la Iglesia Católica en Tierra Santa, y el Papa ha hablado ampliamente en su homilía sobre la familia, “la primera escuela de la sabiduría, una escuela que educa a los propios miembros en la práctica de aquellas virtudes que conducen a la felicidad auténtica y duradera” y donde tienen lugar los “esfuerzos amorosos de los padres para asegurar una formación integral humana y espiritual para sus hijos”.

Hablando en concreto de la Sagrada Familia de Nazaret, el Papa se ha referido también a cada uno de sus componentes. María ha sido el punto de partido para hablar de las mujeres y de sus carismas y talentos particulares: “Ya sea como madres de familia, como presencia vital en las fuerzas laborales y en las instituciones de la sociedad, o como en la particular vocación a seguir al Señor”.

En cuanto a José, Benedicto XVI ha subrayado que “en el carpintero de Nazaret vemos como la autoridad puesta al servicio del amor es infinitamente más fecunda que el poder que intenta dominar”. “¡Cuanta necesidad tiene nuestro mundo –ha dicho el Papa- del ejemplo, de la guía y de la silenciosa calma de hombres como José!”

Y hablando sobre Jesús el Santo Padre se ha dirigido a los jóvenes presentes y les ha pedido que reflexionen y “dejen que el ejemplo de Jesús les guíe no sólo mostrando respeto a sus padres, sino también ayudándoles a descubrir con más plenitud el amor que da a nuestra vida el sentido más completo”.

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