Francisco: «Para hablar de esperanza con quien está desesperado es necesario unir su llanto al nuestro»

Catequesis sobre la esperanza en medio del sufrimiento

Francisco: «Para hablar de esperanza con quien está desesperado es necesario unir su llanto al nuestro»

El papa Francisco dio ayer miércoles una nueva catequesis centrada en la esperanza cristiana, tomando como ejemplo la figura de Raquel, que «llora por sus hijos» pero conserva «una esperanza para su descendencia».

(AICA/RV) El pontífice reconoció que muchas veces le hacen preguntas difíciles como «por qué sufren los niños», a las cuales, dijo, «verdaderamente no sé que responder. Solamente digo: ‘Mira el crucifijo: Dios nos ha dado a su Hijo, Él ha sufrido, y quizás allí encontrarás una respuesta».

«Para hablar de esperanza con quien está desesperado, se necesita compartir su desesperación; para secar una lágrima del rostro de quien sufre, es necesario unir a su llanto el nuestro. Solo así, nuestras palabras pueden ser realmente capaces de dar un poco de esperanza», sostuvo.

«Y si no puedo decir palabras así, con el llanto, con el dolor, mejor el silencio. La caricia, el gesto y nada de palabras», sugirió ante los peregrinos congregados en el Aula Pablo VI del Vaticano.

Al dirigirse a los peregrinos de lengua española, el Papa pidió a la Virgen María que «nos ayude a tener siempre viva nuestra esperanza en medio del dolor, y que con nuestra delicadeza y ternura sepamos ser instrumentos de la presencia y cercanía de Dios para el que sufre».

Francisco terminó sus palabras en español deseado a todos «un feliz año».

Texto de la catequesis

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En la catequesis de hoy quisiera contemplar con ustedes la figura de una mujer que nos habla de la esperanza vivida en el llanto. La esperanza vivida en el llanto. Se trata de Raquel, la esposa de Jacob y la madre de José y Benjamín, aquella que, como nos narra el Libro del Génesis, muere dando a la luz a su segundo hijo, es decir, a Benjamín.

El profeta Jeremías hace referencia a Raquel dirigiéndose a los Israelitas en exilio para consolarlos, con palabras llenas de emoción y de poesía; es decir, toma el llanto de Raquel pero da esperanza: «Así habla el Señor: ¡Escuchen! En Ramá se oyen lamentos, llantos de amargura: es Raquel que llora a sus hijos; ella no quiere ser consolada, porque ya no existen» (Jer 31,15).

En estos versículos, Jeremías presenta a esta mujer de su pueblo, la gran matriarca de su tribu, en una realidad de dolor y llanto, pero junto a una perspectiva de vida impensada. Raquel, que en la narración del Génesis había muerto dando a luz y había asumido esta muerte para que su hijo pudiese vivir, ahora en cambio, es presentada nuevamente por el profeta como viva en Ramá, allí donde se reunían los deportados, llora por sus hijos que en cierto sentido han muerto andando en exilio; hijos que, como ella misma dice, «ya no existen», han desaparecido para siempre.

Y por esto Raquel no quiere ser consolada. Este rechazo expresa la profundidad de su dolor y la amargura de su llanto. Ante la tragedia de la pérdida de sus hijos, una madre no puede aceptar palabras o gestos de consolación, que son siempre inadecuados, nunca capaces de aliviar el dolor de una herida que no puede y no quiere ser cicatrizada. Un dolor proporcional al amor.

Toda madre sabe todo esto; y son muchas, también hoy, las madres que lloran, que no se resignan a la pérdida de un hijo, inconsolables ante una muerte imposible de aceptar. Raquel contiene en sí el dolor de todas las madres del mundo, de todo tiempo, y las lágrimas de todo ser humano que llora pérdidas irreparables.

Este rechazo de Raquel que no quiere ser consolada nos enseña también cuanta delicadeza se nos pide ante el dolor de los demás. Para hablar de esperanza con quien está desesperado, se necesita compartir su desesperación; para secar una lágrima del rostro de quien sufre, es necesario unir a su llanto el nuestro. Solo así, nuestras palabras pueden ser realmente capaces de dar un poco de esperanza. Y si no puedo decir palabras así, con el llanto, con el dolor, mejor el silencio. La caricia, el gesto y nada de palabras.

Y Dios, con su delicadeza y su amor, responde al llanto de Raquel con palabras verdaderas, no fingidas; de hecho, así prosigue el texto de Jeremías: «Así habla el Señor: Reprime tus sollozos, ahoga tus lágrimas, porque tu obra recibirá su recompensa – oráculo del Señor – y ellos volverán del país enemigo. Sí, hay esperanza para tu futuro – oráculo del Señor – los hijos regresarán a su patria» (Jer 31,16-17).

Justamente por el llanto de la madre, hay todavía esperanza para los hijos, que volverán a vivir. Esta mujer, que había aceptado morir, en el momento del parto, para que el hijo pudiese vivir, con su llanto es ahora el principio de una vida nueva para los hijos exiliados, prisioneros, lejos de la patria. Al dolor y al llanto amargo de Raquel, el Señor responde con una promesa que ahora puede ser para ella motivo de verdadera consolación: el pueblo podrá regresar del exilio y vivir en la fe, libre, la propia relación con Dios. Las lágrimas han generado esperanza. Y esto nos fácil de entender, pero es verdadero. Tantas veces, en nuestra vida, las lágrimas siembran esperanza, son semillas de esperanza.

Como sabemos, este texto de Jeremías es luego retomado por el evangelista Mateo y aplicado a la matanza de los inocentes (Cfr. 2,16-18). Un texto que nos pone ante la tragedia de la matanza de seres humanos indefensos, del horror del poder que desprecia y destruye la vida. Los niños Belén murieron a causa de Jesús. Y Él, Cordero inocente, luego morirá, a su vez, por todos nosotros. El Hijo de Dios ha entrado en el dolor de los hombres: no se olviden de esto. Cuando alguien se dirige a mí y me hace una pregunta difícil, por ejemplo: «Me diga padre: ¿Por qué sufren los niños?», de verdad, yo no sé qué cosa responder. Solamente digo: «Mira el Crucifijo: Dios nos ha dado a su Hijo, Él ha sufrido, y tal vez ahí encontraras una respuesta. No hay otras respuestas. Solamente mirando el amor de Dios que da en su Hijo que ofrece su vida por nosotros, se puede indicar el camino de la consolación». Y por esto decimos que el Hijo de Dios ha entrado en el dolor de los hombres, los ha compartido y ha recibido la muerte; su Palabra es definitivamente palabra de consolación, porque nace del llanto.

Y en la cruz estará Él, el Hijo muriente, que dona una nueva fecundidad a su madre, confiándole al discípulo Juan y convirtiéndola en madre del pueblo de los creyentes. Allí, la muerte es vencida, y llega así a cumplimiento de la profecía de Jeremías. También las lágrimas de María, como aquellas de Raquel, han generado esperanza y nueva vida. Gracias.+

 

 

11 comentarios

Echenique
La esperanza, junto con la fe y la caridad, es una virtud teologal, que hay que pedirla : " Adauge nobis fidem, spem, caritatem ". De nuevo el Papa, en mi humilde opinión, incurre en ambigüedades y generalidades.
5/01/17 8:32 AM
Teresa
Hijo muriente?
Jesus es Vida
5/01/17 11:42 AM
Tito livio
Es decir que al nuestra esperanza es Cristo Jesús, sino estamos desesperados en medio de nuestras dificultades diarias (porque tenemos a cristo) no podemos hablar de cristo. No.lo entiendo. O si lo entiendo pero prefiero no entenderlo.
5/01/17 11:48 AM
María de las Nieves
El dolor y sufrImiento tiene sentido abierto a la trascendencia en la cruz de Jesucristo Salvador. En la cruz ,es decir en la persona de Jesús sufriente en su humanidad,nos deja paso abierto camino al Padre y al entregar a María su madre a Juan da sentido al seguir caminando como peregrinos y formando comunidad.
La pregunta siempre que nos hacemos y que nos hacen muy a menudo es el ¿por qué tengo dolor? La respuesta al dolor físico es clara -bueno para el médico- que intenta expresar en palabras adecuadas lo que le pasa al paciente y aliviar su dolor e incluso poner un tratamiento curativo .
El sufrimento es del alma es psiquico es profundo , la perdida de un hjo en el plano temporal es de los sufimientos mas intensos y desgarradores, abarca también a las madres que han abortado, no hay salida en lo psicológico, sino se abre al amor de los demás y entrega al hijo al corazón abierto de Jesucristo que es devuelto vivo, como Él ha resucitado.
5/01/17 12:27 PM
Miguel Antonio Barriola
Creo, que no es posible juzgar con el mismo rasero todos los casos dramáticos, que se dan en la existencia. Porque, también está la heroica madre de aquellos 7 hijos, torturados salvajemente ante su presencia (II Mac 7). Tanto sus jóvenes retoños, como ella misma, sacaron fuerzas de donde no las tenían, con la vista en el más allá, que Dios revelaba, a quienes lo preferían a ÉL antes que la propia vida.
No es solución añadir desesperación a la desesperación, sino que, comprendiendo la dificilísima situación, con misericordia verdadera, siempre se puede intentar extender la mirada a horizontes más amplios, que nos presenta únicamente la Palabra de Dios. Ya antes de Cristo crucificado, se contó con este apoyo de la fe. Claro que con el Hijo de
Dios, obediente hasta la muerte, se agiganta el panorama. Mas ya, aún antes de la revelación judeo - cristiana, Sócrates (si bien entreverado todavía con desprecios por el cuerpo) entreveía la verdad de un más allá, antes de beber la cicuta.
5/01/17 12:43 PM
milton
Mejor leamos el catecismo:

1817. La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. ‘Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa’ (Heb_10:23). Este es ‘el Espíritu Santo que El derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna’ (Tit_3:6-7).

1818 La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad.

1819 La esperanza cristiana recoge y perfecciona la esperanza del pueblo elegido que tiene su origen y su modelo en la esperanza de Abraham en las promesas de Dios; esperanza colmada en Isaac y purificada por la prueba del sacrificio. ‘Esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones’ (Rom_4:18).

1820 La esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicación de Jesús en la proclamació
5/01/17 3:11 PM
Francisco Javier
¿Como dice que dijo?
5/01/17 5:43 PM
Trabucaire
Es válido hablar de la desesperanza del lio y confusión reinante en la Iglesia, que tanto hace sufrir a los hijos de Dios?
5/01/17 6:44 PM
Tulkas
Que Dios nos libre a todos de caer en el pecado de la desesperación.
6/01/17 12:14 AM
Gregory
Teresa hermana ¿Acaso no sabes que Jesucristo murió en la cruz? Nuestra esperanza esta en el Señor que murio y resucito por nosotros el papa plantea esta catequesis desde una realidad pastoral que implica acompañamiento.
6/01/17 12:23 AM
José Manuel
Milton, haces bien en acudir al Catecismo. Su claridad expositiva contrasta con la incontenible e imprecisa verborrea del actual Papá Francisco. En estos tiempos de confusión los católicos hemos de acudir a la Biblia, el Catecismo y los Santos Padres.
6/01/17 3:35 PM

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