(Agencias) Justo antes del ataque «estaban conviviendo y tomando unas copas» con los asesinos en la parroquia de Poza Rica, indicó el fiscal de Veracruz, Luis Ángel Bravo, al presentar un avance de las investigaciones. Y aseguró que no se trataba de dos sacerdotes, sino de un sacerdote y un sacristán. «Después de cierto rato de estar conviviendo, se descompuso esa reunión y se tornó en violencia», añadió el fiscal, para quien el crimen fue cometido «al calor de las copas» y no como consecuencia de un ataque del crimen organizado, una de las hipótesis que se barajaba.
En esa línea, señaló que alegar que eran un blanco premeditado de criminales «es rotundamente falso» e indicó que sus primeras investigaciones se basan en «testigos presenciales de esa reunión» y que las autoridades ya cuentan con «nombres y caras» de algunos sospechosos.
Ante ese panorama, el portavoz de la Archdiócesis Primada de México, Hugo Valdemar, señaló a la agencia de noticias France Presse que la conclusión de la fiscalía es una «calumnia infame». Este portavoz y la Conferencia del Episcopado Mexicano confirmaron a la agencia que además sí se trata de dos sacerdotes ordenados.
«Ahora viene la muerte moral de personas queridas de la comunidad», lamentó Valdemar, al estimar que el resultado de la fiscalía es «demasiado precipitado». «Que alguien tome una copa con otra no es un delito (...) Está insinuando que fue por esta actitud viciosa del alcohol que lleva al crimen», dijo.