(InfoCatólica) En relación al Sínodo, el cardenal asegura que «por el tema y por todo lo que se ha montado frente él, va a ser un acontecimiento muy importante para la Iglesia y para la misma Humanidad. Y qué bien hace Dios las cosas: coincidiendo con esta apertura en la liturgia dominical tocaba proclamar el Evangelio en el que Jesús, con toda claridad, sin ambigüedades y sin buenismos de ningún tipo abordaba el tema del matrimonio respondiendo a preguntas tramposas que le tendían unos fariseos: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?». Jesús les dijo:
«Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre».
«En esas palabras de Jesús», indica el purpurado, «tenemos lo fundamental sobre el matrimonio, en cuya verdad se fundamenta también la familia, futuro del hombre y de la humanidad. «Hombre y mujer los creó»; así lo ha querido Dios desde el comienzo, en la creación misma ha dejado inscrita la verdad del matrimonio. El matrimonio obra de Dios, no creación humana, de la que el hombre no puede disponer. Una unión indefectible, para siempre, e indisoluble: “lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”. Este es el camino y el norte del Sínodo, del que tanto y tan esperanzador aguardamos: la confirmación, sencillamente, de lo que nos ha llegado de parte de Dios por su Hijo, Palabra eterna en que se nos ha comunicado la verdad plena, la verdad que nos hace libres. Esta es la grandeza, la belleza del matrimonio, base de la familia cristiana, en la que brilla la esperanza de la humanidad. Sigamos pidiendo por el Sínodo: que Dios conceda la sabiduría necesaria a los padres sinodales, a los expertos, para descubrir lo que es grato a los ojos de Dios: afirmar la verdad del matrimonio como la gran luz que el mundo necesita».