(RadioVaticana/InfoCatólica) Tras hablar a los presentes espontaneamente, leyó a la Asamblea Plenaria el discurso que tenía preparado. En el documento el Pontífice resaltó el lema de esta décima Asamblea Plenaria, inspirada en un pasaje de la Primera Carta de Juan: «Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes» (1 Jn 1,3). Por ello dijo el Papa, que para poder anunciar la Palabra de verdad, debemos realizar nosotros mismos la experiencia de la Palabra: escucharla, contemplarla, casi tocarla con las propias manos... (Cfr. 1 Jn 1,1).
La Iglesia, que proclama cada día la Palabra, afirmó el Obispo de Roma, recibe nutrición e inspiración, se hace beneficiaria y testimonio excelente de esta eficacia y potencia innata en la misma Palabra de Dios (Cfr. Dei Verbum, 21). No somos nosotros, ni nuestros esfuerzos, puntualizó Francisco, sino es el Espíritu Santo quien obra por medio de aquellos que se dedican a la pastoral y hace los mismo en los oyentes, predisponiendo a uno y otros a la escucha de la Palabra anunciada y a la acogida del mensaje de vida.
Asimismo, el Sucesor de Pedro recordó que en el año en el cual recorre el quincuagésimo aniversario de la promulgación de la Constitución dogmática sobre la divina revelación, Dei Verbum, es oportuno que dediquen su Asamblea Plenaria a la reflexión de la Sagrada Escritura, fuente de evangelización.
En este sentido, quisiera invitarlos a llevar adelante este trabajo, exhorto el Papa, valorizando siempre el tesoro de la Constitución conciliar, como también el Magisterio sucesivo, mientras anuncian la `alegría del Evangelio´ hasta los extremos confines de la tierra, en obediencia al envío misionero. Citando la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, dijo que:
«La Iglesia no evangeliza si no se deja continuamente evangelizar. Es indispensable que la Palabra de Dios se convierta en el corazón de toda actividad eclesial». (Exhor. Ap. Evangelii Gaudium, 174)».
Además, el Pontífice advirtió que existen lugares en los cuales la Palabra de Dios no ha sido todavía proclamada o, que no ha sido recibida como Palabra de salvación. Lugares donde la Palabra de Dios es vaciada de su autoridad. La falta de ayuda y de vigor de la Palabra conduce a un debilitamiento de las comunidades cristianas de antigua tradición y frena el crecimiento espiritual y el fervor misionero de las Iglesias jóvenes.
Todos nosotros somos responsables si «el mensaje corre el riesgo de perder su frescura y de no tener el perfume del Evangelio». Por ello afirmó Francisco, debemos hacer que en las actividades habituales de todas las comunidades cristianas, en las parroquias, en las asociaciones y en los movimientos, se tenga realmente presente el encuentro personal con Cristo que se comunica a nosotros en su Palabra, porque, como nos enseña San Jerónimo, la «ignorancia de las escrituras es ignorancia de Cristo» (Dei Verbum, 25).
Finalmente, el Pontífice recordó que la misión de los servidores de la Palabra - obispos, sacerdotes, religiosos y laicos - es aquella de promover y favorecer este encuentro, que suscita la fe y transforma la vida; por eso pido, dijo el Papa, en nombre de toda la Iglesia, para que lleven a cumplimiento su mandato: hacer que «la Palabra del Señor corra y sea glorificada» (2 Tes 3,1), hasta el regreso de Jesucristo.