(Fides) Los milicianos yihadistas han expropiado desde su llegada la mayoría de las casas de los cristianos que huyeron, marcándolas con pinturas que las indican como «propiedad» del Estado Islámico. Ahora los muebles y electrodomésticos que estaban en esas casas se venden en los mercados del centro, a la derecha y a la izquierda del río Tigris, que divide la ciudad. Pero quienes hacen un buen negocio, comprando televisores a bajo coste y frigoríficos robados a los cristianos - explican las fuentes, revelando un detalle importante – son sobre todo compradores que vienen de fuera de la ciudad.
Los habitantes de Mosul por lo general se mantienen lejos de los puestos de venta de artículos que pertenecieron a sus conciudadanos cristianos. «En la venta de televisiones y otros aparatos - señalan a Fides fuentes locales - los partidarios más fanáticos del Califato expresan de alguna manera su rechazo a la civilización y la modernidad. Ellos dicen que quieren volver al pasado. En el mundo que quieren construir, no hay lugar para los instrumentos que pueden retransmitir música, cultura e información».