(HO/InfoCatólica) El prelado no evadió contestar a las cuestiones más espinosas y respondió a todas las preguntas y asuntos que se le plantearon; también a los más polémicos. Entre otras cuestiones, el prelado habló del aborto, la homosexualidad, la situación en la diócesis, la crisis económica, el episcopado y los cambios en la jerarquía eclesiástica tras el relevo de Mons. Rouco Varela, o del Papa Francisco, al que continuamente citó.
Comunión episcopal
Monseñor Munilla empezó por responder sobre la situación del Episcopado español después de la marcha del Cardenal Rouco Varela, señalando que «vivimos una etapa nueva, ilusionante» y que las contraposiciones que algunos intentan ver en el seno de la Conferencia Episcopal «no se sostienen con el contraste objetivo de la realidad».
Recordaba en este sentido que el relevo de Mons. Rouco por Mons. Blázquez contó con el apoyo casi unánime de los obispos, y enfatizó la gran comunión interna que existe en el episcopado español: «no conozco otro colectivo en el que haya una comunión interna tan grande». «Hemos crecido, la noticia es la comunión, no la división».
En este sentido, rechazaba el que se traslade a la Iglesia, como se hace a menudo en los medios de comunicación, el esquema «izquierda-derecha, conservador-progresista»: la lectura política de la Iglesia es muy recurrente, pero no es real.
Nacionalismos e Iglesia
«¿Existe la Iglesia vasca?», le preguntó Jon Bilbao: «Existe en primer lugar la Iglesia Católica, que se caracteriza por ser universal: no somos una iglesia nacional, a diferencia de la ortodoxa. Yo más bien diría que no somos la Iglesia «de» el País Vasco, sino «en» el País Vasco, lo que es un matiz importante. Una iglesia que es también sanadora de nuestras crisis locales, lo que no quiere decir que luego la Iglesia no esté llamada a encarnarse en cada localidad con sus peculiaridades.
«Un obispo no está para defenderse a sí mismo»
En relación a la carta de 96 de sacerdotes, emitida a principios del pasado agosto criticando su gestión, afirmaba Monseñor: «sería impropio del obispo contestar a unos sacerdotes que han escrito una carta contra él en los medios de comunicación. El obispo tiene que hablar con ellos personalmente, en los consejos internos que tiene la Iglesia», señalando que se celebrarán estas reuniones en septiembre.
«Un obispo está para predicar la fe de la Iglesia y no para defenderse a sí mismo», subrayaba, para añadir que «aunque tengamos problemas internos, que ya empezaron con mi llegada, tenemos una gran oportunidad: la recepción y grado de acogida muy grande que ha tenido el Papa Francisco, o que la catolicidad puede ser subsanadora de las crisis locales».
«En la Iglesia pienso que las ideologías las tenemos que dejar aparcadas y tenemos que vivir no de la ideología, sino de la comunión y del Magisterio. Para tener comunión en la fe tenemos que dejar aparcadas las ideologías; si no, tendremos un serio problema», agregó después Mons. Munilla.
El obispo de San Sebastián defendió también la asignación voluntaria a la Iglesia Católica de los ciudadanos través de la correspondiente casilla del IRPF: «me molesta que no se deje libertad al contribuyente en Guipúzcoa, cuando se le da libertad para que elija en Vizcaya y en Álava».
Aborto
La cuestión se abordaba seguidamente, cuando la colaboradora del programa y periodista de Radio Euskadi Loreto Larumbe le preguntaba al obispo si en este contexto de defensa de la libertad «las mujeres tienen que tener libertad para decidir cuándo y cómo ser madres».
«Una cosa es decidir cuándo y cómo ser madre, que debe decidirlo la mujer, y otra cosa es cuando ya se es madre pretender decidir cuándo dejar de serlo, porque la libertad de uno termina allí donde hay un bien objetivo del que no tengo derecho a ignorar su presencia. Y donde existe ya un ser humano, no tengo ya derecho a decidir si soy madre o no: madre ya lo es. En este momento la pregunta está en: ¿yo tengo derecho a acabar con la vida de un niño ya concebido?», contestaba Mons. Munilla.
Preguntado por el empresario y el contertulio del programa Javier Garisoain sobre la dureza del corazón que lleva a aceptar el drama del aborto, ya sea en general o en algunos casos, el obispo respondía en primer lugar recordando a la Madre Teresa de Calcuta, cuyo 17 aniversario de fallecimiento se cumplía precisamente este viernes 5 de septiembre, y a su firme lucha contra el aborto y su defensa de la adopción como alternativa: «yo creo que la clave está en que profundicemos en la sensibilidad hacia el débil, frente a la ideología del descarte de la que habla el Papa Francisco».
Y contaba en este sentido una reciente testimonio: «hace un par de semanas me escribió un joven adulto de Valencia, que me decía:
«Yo siempre he sido un proabortista. Pero iba en el tren de cercanías de Valencia y se subió una madre con un niño Síndrome de Down. Se sentaron delante de mí; iban agarrados de la mano y yo pensé: ‘mira cómo se protegen’. El niño Síndrome de Down se asomó a la ventana y se quedó maravillado, mirando a su madre como diciendo ‘¡mira lo que estoy viendo!’ Yo pensé que estaba viendo un pájaro, un conejo o algo especial, no entendía lo que el niño veía, su madre se acercó, compartía con él su admiración… hasta que me di cuenta de que ese niño se estaba admirando por algo que a mí me parecía aburrido, la vida, y se sentaron los dos, continuaron con la mano agarrada y me di cuenta de que no solo se protegían: se amaban, se querían».
Y terminaba este chico: «se bajaron en la siguiente estación y yo le puedo decir que tras esta experiencia dejé de ser abortista. Descubrí que un niño con Síndrome de Down puede tener un grado de sensibilidad, de admiración por el don de la vida, que a mí me dejó conmovido».
Homosexualidad
Desde el público, un joven de 27 años que se presentaba como activista gay y orgulloso de haber sido educado fuera de la religión le preguntaba sobre este tema y si consideraba que de ser heterosexual sería menor persona.
Monseñor señalaba: «obviamente, el hecho de ser homosexual o heterosexual no cambia en absoluto la condición de ser una mejor persona, eso está fuera de toda discusión. La Iglesia no entra a juzgar la consideración técnica de lo que es la homosexualidad. Cuando al Papa, en la rueda de prensa en el avión de vuelta de Río de Janeiro se le preguntó por este asunto, recordó que como católico está obviamente plenamente adherido a lo que recoge el Catecismo de la Iglesia, esa es la visión de la Iglesia, Nosotros no creemos en la ideología de género, que da una explicación de la sexualidad al margen de la antropología cristiana y que consideramos contraria a la verdad moral. Lo que dijo el Papa es que si hay una persona que quiere seguir ese camino quién es él para juzgarla».
«Cuando se habla de «curar», una cosa es curar una enfermedad y otra acompañar a las personas que tienen sus heridas. La Iglesia lo que hace es acompañar. Todos tenemos heridas afectivas, y consecuencias de nuestras heridas afectivas». Y añadía el obispo: «Obviamente, la Iglesia tiene su acompañamiento a las personas que tienen sus tendencias sexuales, que quieren vivir la virtud de la castidad, que es común para todo mundo, tenga la condición que tenga, y ayudarles a vivir el Evangelio de la Vida, de la castidad y del amor, que es común para todo el mundo».