(Javier Martín/El País) El resultado del trabajo de su grupo de expertos, titulado Por un Portugal amigo de los niños, de la familia y de la natalidad (2015-2035), toca a rebato para movilizar a médicos, empresarios, fiscalistas, madres y abuelos, e incluye medidas como que los padres que pidan jornada reducida no pierdan salario, o bonificar a las empresas que contraten a embarazadas.
Desplome de la natalidad
Portugal es el sexto país más viejo del mundo. Y en cuanto a la tasa de natalidad, en 40 años ha pasado de tener la más alta a la más baja. Según los datos proporcionados esta semana por Eurostat, el pasado año hubo 7,9 nacimientos por 1.000 habitantes, inferior a la mortalidad (10,2). Portugal perdió 60.000 habitantes, de 10,48 millones a 10,42, pues al decrecimiento vegetativo hay que añadirle la emigración de los jóvenes. En Europa la tasa media de natalidad es de 10 nacimientos por mil habitantes. Irlanda es, de lejos, el país más prolífico (15 por cada mil), a 2,7 puntos de distancia de Francia. España se queda en un 9,1, más alta que Alemania (que subió cuatro décimas en tres años), Grecia e Italia.
De mantenerse la tendencia, Portugal llegará a 2060 con 8,5 millones de habitantes, según los datos del Instituto Nacional de Estadística portugués. Pero si, a la vez, se perpetúa la actual corriente emigratoria, descenderá a 6,3 millones de ciudadanos, cuatro millones menos que actualmente y, además, viejos, lo que haría al país insostenible económicamente. Un país de asilos y muletas.
Medidas para fomentar la natalidad
Los datos solo reflejan lo que se veía venir, por eso el pasado febrero el PSD, partido del primer ministro Pedro Passos Coelho, encargó a una comisión de expertos, dirigida por Azevedo, que elaborara un plan de fomento de la natalidad. El estudio propone que las madres con un recién nacido reciban, durante un año, su salario completo aunque trabajen media jornada. Asimismo, se fomentará que las empresas contraten a embarazadas a cambio de la exención del Impuesto Social Único durante tres años. Estas medidas, para que surtan efecto, no pueden ser temporales y se aconseja que se mantengan durante 20 años para que tengan efecto en la demografía del país.
Azevedo advierte ante las veleidades políticas. «El plan para que tenga efecto debe encararse como un objetivo nacional y prioritario por encima de intereses electoralistas». En el capítulo educativo, piden una flexibilización de los horarios de las guarderías, la ampliación de la oferta extraescolar después del colegio y en las vacaciones, la prioridad de los hermanos en el acceso de guarderías y la reducción de los libros de texto.
En el capítulo de la sanidad, recomienda medicinas gratuitas y que los tratamientos contra la infertilidad se extiendan hasta los 42 años. También se acuerdan de los abuelos –guarderías ambulantes de bajo coste–: se podrán deducir en su declaración de Hacienda los pagos educativos y sanitarios que le acarreen sus nietos.
El estudio a instancias del PSD coincide con otro de la comisión de reforma del impuesto sobre la renta (el IRS), del Ministerio de Finanzas. En este caso se aconseja que la deducción por hijo pase del 2% al 2,3%, y si se tienen dos hijos que sea del 2,9%. De adoptar este plan, sería la primera vez que se mejora la fiscalidad de las familias desde 2008.
Tanto el estudio para la reforma de la declaración de la renta como el presentado por el PSD suponen un fuerte ahorro para las familias –sobre todo el segundo–, pero también supondría un agujero en las arcas del Estado, que se enfrenta al compromiso con las autoridades europeas de reducir su déficit del 6,4% al 4%. Tanta desgravación fomentaría la natalidad, pero impediría el objetivo económico. La ministra de Finanzas, María Luís Albuquerque, ha sido clara: «Aún es necesaria la actual carga fiscal».