No se podrá dar la comunión a divorciados vueltos a casar

El cardenal Caffarra recuerda que Juan Pablo II ratificó que ningún Papa puede romper el vínculo matrimonial

El cardenal y arzobispo de Bolonia, S.E.R Carlo Caffarra, aborda en una entrevista para Il Foglio los temas del orden del día del Sínodo extraordinario de octubre y del Sínodo ordinario del 2015: matrimonio, familia, doctrina de la Humanae Vitae, penitencia. El prelado italiano critica las palabras del cardenal Kasper sobre el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar y advierte que Juan Pablo II indicó que la potestad papal no puede dar ningún tipo de legitimidad a una segunda unión mientras permanezca el vínculo matrimonial, que es indisoluble.

(Foglio/InfoCatólicaMatteo Mateuzzi entrevista al cardenal Caffarra:

La Familiaris Consortio de Juan Pablo II se encuentra en medio de un fuego cruzado. Por una parte se dice que es el fundamento del Evangelio de la familia, por otra que es un texto superado. ¿Cabe pensar en una actualización?

Si hablamos de la ideología de género y del denominado «matrimonio» homosexual, es verdad que en los años de la Familiaris Consortio no se hablaba de ello. Pero de todos los demás problemas, sobre todo de los divorciados vueltos a casar, se habló largamente. De esto soy testigo directo, porque fui uno de los consultores del Sínodo de 1980. Decir que la Familiaris Consortio ha nacido en un contexto histórico completamente distinto del actual no es verdad. Después de matizar esto, puedo decir antes que nada que la FC nos ha enseñado un método con el que se deben afrontar las cuestiones sobre el matrimonio y la familia. Usando ese método la Familiaris Consortio ha llegado a una doctrina que sigue siendo un punto de referencia ineludible. ¿Cuál es el método? Cuando preguntan a Jesús en qué condiciones era lícito el divorcio no se discutía en ese momento sobre la licitud como tal; Jesús no entra en la problemática casuística de la que nacía la pregunta, sino que indica en qué dirección se debía mirar para entender qué es el matrimonio y en consecuencia cuál es la verdad de la indisolubilidad matrimonial. Fue como si Jesús hubiera dicho: «Mirad que debéis salir de esta lógica casuística y mirar en otra dirección: la del «Principio». Es decir: debéis mirar allá donde el hombre y la mujer vienen a la existencia, en la verdad plena de su ser hombre y mujer llamados a ser una sola carne. (…)

¿Cuál es el significado más profundo y actual de la Familiaris Consortio?

«Por tener ojos capaces de conservar la luz del Principio», la Familiaris Consortio afirma que la Iglesia tiene un «sentido sobrenatural de la fe» que no consiste única o necesariamente en el consenso de los fieles. «La Iglesia, siguiendo a Cristo, busca la verdad que no siempre coincide con la opinión de la mayoría. Escucha a la conciencia y no al poder, en lo cual defiende a los pobres y despreciados. La Iglesia puede recurrir también a la investigación sociológica y estadística, cuando se revele útil para captar el contexto histórico dentro del cual la acción pastoral debe desarrollarse y para conocer mejor la verdad; no obstante tal investigación por sí sola no debe considerarse, sin más, expresión del sentido de la fe» (FC 5). He hablado de «verdad del matrimonio». Querría precisar que esta expresión no indica una norma ideal del matrimonio. Indica lo que Dios con su acto creador ha inscrito en la persona del hombre y de la mujer. Cristo dice que antes de considerar los casos, conviene saber de qué cosa estamos hablando. No estamos hablando de una norma, que admita o no excepciones, de un ideal hacia el cual haya que ir. Estamos hablando de qué es el matrimonio y qué es la familia. (…) La Exhortación describe el sentido más profundo de la indisolubilidad matrimonial (FC 20). La Familiaris Consortio representa un desarrollo doctrinal grandioso, hecho posible también gracias al ciclo de catequesis de Juan Pablo II sobre el amor humano (…), dirigiendo su atención a las raíces profundas. (…) Y no ha ignorado los problemas concretos. Ha hablado también del divorcio, de las parejas de hecho, del problema de la admisión a la Eucaristía de los divorciados vueltos a casar. Por tanto la imagen de una Familiaris Consortio que pertenece al pasado, que no tiene nada que decir en el presente, o es una caricatura o es lo que consideran personas que no la han leído.

Muchas conferencias episcopales han destacado que las respuestas a los cuestionarios en preparación de los dos próximos Sínodos muestran que la doctrina de la Humanae Vitae ya sólo crea confusión. ¿Es así, o ha sido un texto profético?

El 28 de junio de 1978, algo más de un mes antes de morir, Pablo VI decía: «Por la Humanae Vitae, daréis gracias a Dios y a mí». Después de 46 años, veamos sintéticamente qué ha sucedido a la institución matrimonial y nos daremos cuenta de cómo aquel documento fue profético. Negando la conexión inseparable entre la sexualidad conyugal y la procreación, es decir negando la enseñanza de la Humanae Vitae, se ha abierto el camino a la recíproca desconexión entre la procreación y la sexualidad conyugal: «from sex without babies to babies without sex» (NdR «del sexo sin niños al niños sin sexo»). Se ha ido oscureciendo progresivamente que el fundamento de la procreación humana está en el amor conyugal, y se ha construido gradualmente la ideología de que cualquiera puede tener un hijo, el hombre o la mujer solteros, los homosexuales, incluso mediante la «maternidad subrogada». Se ha pasado por tanto de la idea del hijo esperado como un don al hijo programado como un derecho: se dice que existe el derecho a tener un hijo. (...) Esto es increíble. Yo tengo el derecho a tener cosas, no personas. Se ha ido progresivamente construyendo un código simbólico, ético y jurídico, que relega la familia y el matrimonio a la pura afectividad privada, sin importar sus efectos en la vida social.

La pregunta que hay que hacerse no es si la Humanae Vitae es aplicable hoy o hasta qué punto es aplicable o si solo crea confusión. La pregunta qué conviene hacerse es ¿la Humanae Vitae dice la verdad sobre el bien propio de la relación conyugal? ¿Dice la verdad acerca del bien que está presente en la unión de las personas de los dos cónyuges en el acto sexual? En efecto, la esencia de las proposiciones normativas de la moral y del derecho se encuentra en la verdad del bien que en ellas es objetivada. Si no se razona con esta perspectiva, se cae en la casuística de los fariseos. Y ya no se vuelve a salir, porque se entra en un callejón al final del cual se encuentra la obligación de elegir entre la norma moral y la persona. Si se salva una, no se salva la otra. La pregunta del pastor es por tanto la siguiente: ¿cómo puedo orientar a los cónyuges para que vivan su amor conyugal en la verdad? El problema no es verificar si se encuentran en una situación que les exime de una norma, sino cuál es el bien de la relación conyugal. Cuál es su verdad íntima. Me sorprende que alguno diga que la Humanae Vitae crea confusión. ¿Qué quiere decir? ¿Conocen la fundamentación que ha hecho Juan Pablo II de la Humanae Vitae?

Añado una consideración. Me maravilla profundamente el hecho de que, en este debate, ni siquiera eminentísimos cardenales tengan en cuenta las 134 Catequesis sobre el amor humano. Nunca un Papa había hablado tanto de esto. Ese magisterio es ignorado, como si no existiese. ¿Crea confusión? Quien afirma esto ¿está al corriente de cuánto se ha hecho en el plano científico sobre la regulación natural de la concepción? ¿Está al corriente de innumerables parejas que en el mundo viven con alegría la verdad de la Humanae Vitae?

El Cardenal Kasper subraya también que hay grandes expectativas en la iglesia respecto al Sínodo y que se corre el riesgo de «una pésima desilusión» si aquellas fueran desatendidas. ¿Es un riesgo real, a su juicio?

No soy profeta ni soy hijo de profetas. Ocurre algo admirable. Cuando el pastor no predica opiniones suyas o del mundo, sino el Evangelio del matrimonio, sus palabras golpean los oídos de los que escuchan, pero en su corazón entra en acción el Espíritu Santo abriéndolo a las palabras del pastor. Me pregunto además de qué expectativas estamos hablando. Una gran cadena de televisión de Estados Unidos ha realizado una encuesta en comunidades católicas por todo el mundo, que refleja una realidad muy diferente de las respuestas al cuestionario registradas en Alemania, Suiza y Austria. Un solo ejemplo. El 75 por ciento en la mayoría de los países africanos es contrario a la admisión a la Eucaristía de los divorciados vueltos a casar. Repito de nuevo: ¿de qué expectativas estamos hablando? ¿De las del occidente? ¿Es entonces occidente el paradigma fundamental sobre el que la Iglesia debe evangelizar? ¿Así estamos todavía? Vayamos y escuchemos también un poco a los pobres. Me quedo muy perplejo y pensativo cuando se dice que si no se avanza en una cierta dirección sería mejor no haber convocado el Sínodo. ¿En qué dirección? ¿La dirección que, según se dice, han indicado las comunidades de centroeuropa? ¿Y por qué no en la dirección indicada por las comunidades africanas?

El Cardenal Müller ha dicho que es terrible que los católicos no conozcan la doctrina de la Iglesia y que esta carencia no puede justificar la exigencia de adecuar la enseñanza católica al espíritu de nuestro tiempo. ¿Se echa en falta una pastoral familiar?

Ha faltado esa pastoral. Es una gravísima responsabilidad de nosotros los pastores reducir todo a los cursos prematrimoniales. ¿Y la educación de la afectividad de los adolescentes, de los jóvenes? ¿Qué pastor de almas habla hoy de castidad? Un silencio casi total, desde hace años, por lo que yo conozco. Fijémonos en el acompañamiento de las parejas jóvenes: preguntémonos si hemos anunciado de verdad el Evangelio del matrimonio, si lo hemos anunciado como pidió Jesús. Y además, ¿por qué no nos preguntamos por qué los jóvenes ya no se casan? No siempre es por razones económicas, como se suele decir. Hablo de la situación en Occidente. Si se hace una comparación con los jóvenes que se casaban hasta hace treinta años, las dificultades que tenían no eran menores de las de hoy. Pero aquellos construían un proyecto, tenían una esperanza. Hoy tienen miedo y el futuro da miedo; pero si hay una decisión que exige esperanza en el futuro, es la decisión de casarse. Estas son las preguntas fundamentales, hoy. Tengo la impresión de que si Cristo se presentase de pronto en una reunión de sacerdotes, obispos y cardenales que discuten sobre todos los graves problemas del matrimonio y la familia, y le preguntaran como hicieron los fariseos: «Maestro, ¿pero el matrimonio es disoluble o indisoluble? ¿O en algunos casos, después de una debida penitencia...?». ¿Qué respondería Jesús? Pienso que la misma respuesta que dio a los fariseos: «Mirad al Principio».

El hecho es que ahora se quieren curar los síntomas sin afrontar seriamente la enfermedad. El Sínodo, por tanto, no podrá evitar tomar posición frente a este dilema: la forma en que se está modificando la morfología del matrimonio y de la familia es positivo para la persona, para sus relaciones y para la sociedad, o más bien lleva a la decadencia de la persona, de sus relaciones, lo que puede tener efectos devastadores sobre toda una civilización? El Sínodo no puede evitar esta pregunta.

Se habla de la posibilidad de readmitir a la Eucaristía a los divorciados vueltos a casar. Una de las soluciones propuestas por el Cardenal Kasper toma en consideración un período de penitencia que lleve al pleno acercamiento. ¿Es una necesidad ya ineludible o es una adecuación de la enseñanza cristiana según las circunstancias?

Quien hace esa hipótesis, al menos hasta ahora no ha respondido a una pregunta muy sencilla: ¿qué pasa con el primer matrimonio rato y consumado? Si la Iglesia admite a la Eucaristía, debe dar en cualquier caso un juicio de legitimidad de la segunda unión. Es lógico. Pero los Papas siempre han enseñado que la potestad del Papa no alcanza a esto: sobre el matrimonio rato y consumado el Papa no tiene ningún poder. La solución que se ha propuesto lleva a pensar que permanece el primer matrimonio, pero hay también una segunda forma de convivencia que la Iglesia legitima. En consecuencia, hay un ejercicio de la sexualidad humana extraconyugal que la Iglesia considera legítimo. Pero con esto se niega la columna que sostiene la doctrina de la Iglesia sobre la sexualidad. Y entonces uno podría preguntarse: ¿y por qué no se aprueban las uniones de hecho? ¿Y por qué no las relaciones entre homosexuales? La pregunta de fondo es por tanto sencilla: ¿qué pasa con el primer matrimonio? Pero nadie responde. Juan Pablo II decía en el año 2000 en una alocución a la Rota que «se deduce claramente que el Magisterio de la Iglesia enseña la no extensión de la potestad del Romano Pontífice a los matrimonios sacramentales ratos y consumados como doctrina que se ha de considerar definitiva, aunque no haya sido declarada de forma solemne mediante un acto de definición» (NdR. n.6 de la Alocución). La fórmula es técnica, «doctrina que se ha de considerar definitiva» y quiere decir que sobre esto no se admite la discusión entre los teólogos y la duda entre los fieles.

Entonces, ¿no es una cuestión sólo de praxis, sino también de doctrina?

Sí, en esto se toca la doctrina. Inevitablemente. Se puede decir que no se hace, pero se hace. Y no sólo eso. Se introduce una costumbre que con el tiempo asienta esta idea en el pueblo, no solo cristiano: no existe ningún matrimonio absolutamente indisoluble. Y esto ciertamente va contra la voluntad del Señor. No hay ninguna duda sobre esto.

¿Pero no existe el riesgo de considerar el sacramento solo como una especie de barrera disciplinar y no como un medio de curación?

Es verdad que la gracia del sacramento también sana, pero conviene ver en qué sentido. La gracia del matrimonio sana porque libra al hombre y a la mujer de su incapacidad de amarse para siempre con toda la plenitud de su ser. Esta es la medicina del matrimonio: la capacidad de amarse para siempre. (...). La indisolubilidad matrimonial es un don que hace Cristo al hombre y a la mujer que se casan en Él. Es un don, no es ante todo una norma que viene impuesta. No es un ideal al que deben intentar llegar. Es un don y Dios no se arrepiente nunca de sus dones. Por eso Jesús, respondiendo a los fariseos, basa su respuesta revolucionaria en un acto divino: «Lo que Dios ha unido», dice Jesús. Es Dios quien une, de lo contrario el carácter definitivo sería solo un deseo que es natural pero imposible de hacerse realidad. Dios mismo lo cumple. El hombre puede también decidir no usar esta capacidad de amar definitivamente y totalmente. (...) El matrimonio, el sacramento del matrimonio produce inmediatamente un vínculo que ya no depende de la voluntad de los cónyuges, porque es un don que Dios les ha hecho. Estas cosas hoy no se dicen a los jóvenes que se casan. Y luego nos asombramos de que suceda lo que sucede.

Se ha iniciado un debate apasionado sobre el sentido de la misericordia. ¿Qué valor tiene esta palabra?

Tomemos la página de Jesús y la adúltera. Para la mujer descubierta en adulterio, la ley de Moisés era clara: debía ser lapidada. Los fariseos en efecto preguntan a Jesús qué piensa sobre esto (...). Si hubiera dicho «lapidadla», enseguida habrían afirmado «ya veis, predica la misericordia, come con los pecadores, y a la hora de la verdad también dice que hay que lapidarla». Si hubiera respondido «no debéis lapidarla», habrían dicho «a esto lleva la misericordia, a destruir la ley y todos los vínculos jurídicos y morales». Esta es la típica perspectiva de la moral casuística, que te lleva inevitablemente a un callejón al final del cual está el dilema entre la persona y la ley. Los fariseos querían llevar al Señor a ese callejón. Pero Él sale totalmente de esa perspectiva, y dice que el adulterio es una gran mal que destruye la verdad de la persona humana que traiciona. Y precisamente porque es un gran mal, Jesús, para quitarlo, no destruye a la persona que lo ha cometido, sino que la cura de este mal y le recomienda que no vuelva a caer en él. «Tampoco yo te condeno, vete y no peques más». Esta es la misericordia de la que solo el Señor es capaz.

Esta es la misericordia que la Iglesia anuncia desde siempre. La Iglesia debe decir qué es lo que está mal. Ha recibido de Jesús el poder de curar, pero en las mismas condiciones. Es verdad que el perdón siempre es posible: lo es para el asesino, lo es también para el adúltero. Era una dificultad que planteaban los fieles a San Agustín: se perdona el homicidio, pero la víctima no resucita. ¿Por qué no perdonar el divorcio, este estado de vida, el nuevo matrimonio, cuando ya no es posible que el primero «reviva»? Pero es algo completamente diferente. En el homicidio se perdona a una persona que ha odiado a otra hasta matarla físicamente, y se pide el arrepentimiento de esto. (...) En el caso del divorciado vuelto a casar, la Iglesia dice: «este es el mal, el rechazo del don de Dios, la voluntad de despreciar el vínculo puesto por el mismo Señor».

La Iglesia perdona, pero con la condición de que haya arrepentimiento. Pero el arrepentimiento significa volver al primer matrimonio. No es serio decir: estoy arrepentido pero permanezco en la misma situación que constituye la ruptura del vínculo de la cual me arrepiento. A menudo –se dice- no es posible. Hay muchas circunstancias, es cierto, pero en esas condiciones la persona está en un estado de vida objetivamente contrario al don de Dios.. La Familiaris Consortio lo dice explícitamente su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía» (FC 84). La misericordia de la Iglesia es la de Jesús, la que dice que ha sido desfigurada la dignidad del esposo, el rechazo del don de Dios. La misericordia no dice: «Paciencia, intentemos poner remedio como podamos». Esta es la tolerancia, esencialmente diversa de la misericordia. La tolerancia deja las cosas como están por razones superiores. La misericordia es el poder de Dios, que saca del estado de injusticia.

(…)

Uno de los temas más citados por quien desea una apertura de la Iglesia a las personas que se encuentran en situaciones irregulares es decir que la fe es una, pero los modos para aplicarla a las circunstancias particulares se deben amoldar a los tiempos, como ha hecho siempre la Iglesia. ¿Qué piensa usted?

¿Puede limitarse la Iglesia a ir allí donde la lleven los procesos históricos como si fueran derivaciones naturales? ¿En esto consiste anunciar el Evangelio? Yo no lo creo, porque en ese caso me pregunto cómo se hará para salvar al hombre. Le cuento un episodio. Una esposa todavía joven, abandonada por su marido, me dice que vive la castidad pero le cuesta un esfuerzo terrible. Porque, dice, «no soy una monja, sino una mujer normal». Pero me dice que no podría vivir sin la Eucaristía. Y por eso también el peso de la castidad es ligero, porque piensa en la Eucaristía. Otro caso. Una señora con cuatro hijos ha sido abandonada por su marido después de veinte años de matrimonio. La señora me dice que en aquel momento ha entendido que debía amar a su marido en la cruz, «como Jesús ha hecho conmigo». ¿Por qué no se habla de estas maravillas de la gracia de Dios? ¿Estas dos mujeres no se han amoldado a los tiempos? Ciertamente no se han amoldado a los tiempos. Le aseguro que me causa una gran pena comprobar el silencio, en estas semanas de discusión, sobre la grandeza de las esposas y esposos que, abandonados, permanecen fieles. (...)

Cuántos párrocos y obispos podrían contar episodios de fidelidad heroica. Después de un par de años de estar aquí en Bolonia, quise reunir a los divorciados vueltos a casar. Eran más de trescientas parejas. Hemos estado juntos toda una tarde de domingo. Al final, más de uno me dijo que había entendido que la Iglesia es verdaderamente madre cuando impide recibir la eucaristía. No pudiendo recibir la eucaristía, comprenden qué grande es el matrimonio cristiano, y que hermoso es el Evangelio del matrimonio.

Cada vez con más frecuencia se habla de la relación entre el confesor y el penitente, así como de una posible solución para el sufrimiento de quien ha visto fracasar el propio proyecto de vida. ¿Qué piensa sobre esto?

La tradición de la Iglesia ha distinguido siempre –distinguido, no separado– su tarea magisterial del ministerio del confesor. Usando una imagen, podríamos decir que ha distinguido siempre el púlpito del confesionario. Una distinción que no significa doblez, sino que la Iglesia en el púlpito, cuando habla del matrimonio, da testimonio de una verdad que no es ante todo una norma o un ideal. En ese momento interviene con amor el confesor, que dice al penitente: «Lo que has escuchado en el púlpito, es tu verdad, que tiene que ver con tu libertad, herida y frágil». El confesor conduce al penitente en camino hacia la plenitud de su bien. (...) El drama del hombre no radica en pasar de lo universal a lo singular. Radica en la relación entre la verdad de su persona y su libertad. Este es el núcleo del drama del hombre, porque yo con mi libertad puedo negar lo que acabo de afirmar con la razón. Veo el bien y lo apruebo, y luego hago el mal. Este es el drama. El confesor se sitúa dentro de este drama, no en el mecanismo universal-particular. Si lo hiciese inevitablemente caería en la hipocresía y diría: «de acuerdo, esta es la ley universal, pero como tu te encuentras en estas circunstancias, no estás obligado». (…) Hipócritamente, el confesor habría promulgado otra ley, al lado de la predicada en el púlpito. ¡Esto es hipocresía! ¡Qué daño se causa si el confesor no recordase ya a la persona que se encuentra ante él que estamos en camino! Se correría el riesgo, en nombre del Evangelio de la misericordia, de hacer vano el Evangelio de la misericordia. (...) Al final el hombre podría convencerse de que no está enfermo, y que entonces no tiene necesidad de Jesucristo. Uno de mis maestros, gran profesor de derecho canónoco, decía que cuando se entra en el confesionario no hay que seguir la doctrina de los teólogos, sino el ejemplo de los santos.

© - FOGLIO QUOTIDIANO

Matteo Mateuzzi (intervista al Cardenal Caffarra en Il Foglio, 15 de marzo de 2014)

El Cardenal Caffarra es arzobispo de Bolonia. Fundó en 1980, por mandato de Juan Pablo II, el Pontificio Instituto Juan Pablo II sobre el matrimonio y la familia.

InfoCatólica. Traducción al español

44 comentarios

Ricardo de Argentina
Yo creo que no es necesario que se nos recuerde que tal papa dijo lo que ningún papa puede hacer, sino más bien que se nos recuerde el dogma de la Infalibilidad Pontificia, que garantiza la confiabilidad de la Iglesia en cuestiones esenciales de Fe y de Moral.

Los ortodoxos por ejemplo, que carecen de la dicha Infalibilidad, han desbarrado en esta cuestión tan taxativamente zanjada por NSJC y por vía de retorcidas ceremonias "penitenciales" permiten y bendicen lo que a la postre resulta ser una poligamia sucesiva.
Cosa absolutamente reprobable pero por sobre todo, una grave ofensa a Dios.
17/03/14 1:39 AM
Mariano (Argentina)
Impresionante entrevista del Cardenal Caffara. Ha salido a dar la cara por Jesucristo y por Su Iglesia. Dios se lo recompense.
17/03/14 1:47 AM
Mariano (Argentina)
Aunque, viendo su edad, lamentablemente no le veo mucho tiempo más al frente de su diócesis....estas cosas se pagan
17/03/14 1:48 AM
Néstor
¡Así se habla! ¡Exo es un Cardenal de la Iglesia Católica!
17/03/14 3:16 AM
M. Virginia
Maravilloso, ¡¡gracias por publicarlo!! Es de esperar que esta entrevista circule ampliamente.
17/03/14 3:30 AM
solodoctrina
Con claridad y precisión, el Cardenal Caffarra entierra las esperanzas mundanas de que la propia Iglesia de Dios contradiga su doctrina de luz y verdad -no sujeta a democracia morbosa al decir de Ortega- por un buenismo senil y sin rumbo.

Dios, que es misericordioso es, al mismo tiempo, remunerador, y esto a las mentes modernas no les gusta. Quieren jugar y ganar siempre lo cual es imposible. Hay algunos que no tendrán éxito. Son los que mueren rebeldes y sin arrepentimiento. Ellos no serán redimidos, según la Sagrada Escritura y, sobre todo, las palabras del Señor.

Es imposible que los hombres -eclesiásticos o no- puedan cambiar esta doctrina que es divina, sólidamente fundada en la razón y sostenida siempre por la cristiandad.
17/03/14 5:22 AM
Daniel
Yo bendigo a Dios por el Cardenal Caffarra.
Lo bendigo hoy por su fidelidad a Cristo y a la Verdad del Evangelio.
Por la claridad de los principios, por la valentía de las apreciaciones, por la concreción de los ejemplos.
Porque en todo momento recuerda el poder de la Gracia, el llamado a la Santidad, la necesidad de volver "al principio".
Gracias Cardenal!
17/03/14 5:38 AM
Jose2
Completamente de acuerdo con el arzobispo.

A este paso, acabaremos sometiendo el Evangelio y la doctrina a votación. Si fuere así, sugeriría empezar por el ayuno cuaresmal, que lo llevo muy mal.

La impresión que uno saca de toda esta historia es que, bajo la capa de la misericordia, de los argumentos lacrimógenos (cuidado, que ese tipo de argumentos pueden usarse para justificar cualquier barbaridad), subyace el miedo a perder Alemania y Austria. Así, no en vano el flamante presidente de la conferencia episcopal alemana ha corrido a dar su apoyo a las propuestas del cardenal Kasper.
17/03/14 7:17 AM
Luis Fernando
De ahora en adelante no daré pasa a comentarios absurdos como el de que quienes dicen que los divorciados vueltos a casar podrán comulgar debido a que los procesos de nulidad serán más "rápidos".

Más que nada porque quien afirma tal cosa, ignora que si el matrimonio fue nulo, no hay divorcio y, por tanto, no hay inconveniente en que haya boda.
17/03/14 8:07 AM
Ikari
Los que tienen dudas sobre el hecho de que ni el papa puede disolver un matrimonio que les pregunten a los papas Nicolas I el magno y a Clemente VII que puedieron ahorrarle a la Iglesia unos cuantos problemas accediendo a los caprichos de los reyes.
17/03/14 10:49 AM
Yolanda
Línea a línea, palabra a palabra, una entrevista para degustar. No hay una sola frase de relleno o para salir del paso: puro Evangelio.

Toda entera es como para que a Kasper se la inyecten en vena, a ver si se entera de lo que es el verdadero sentir de los fieles y no sólo el de los cuatro gatos de su entorno, amoldados al mundo.

Y muy especialmente este párrafo impresionante y conmovedor:

"Una esposa todavía joven, abandonada por su marido (...)Pero me dice que no podría vivir sin la Eucaristía. Y por eso también el peso de la castidad es ligero, porque piensa en la Eucaristía. Otro caso. Una señora con cuatro hijos ha sido abandonada (...) ha entendido que debía amar a su marido en la cruz, «como Jesús ha hecho conmigo». (...) Le aseguro que me causa una gran pena comprobar el silencio, en estas semanas de discusión, sobre la grandeza de las esposas y esposos que, abandonados, permanecen fieles."

Alguien debería hacer llegar al cardenal Caffarra la adhesión de los fieles normales, que entendemos esto perfectamente y precisamente por ello es por lo que somos católicos. Y no al revés: no somos "previamente" católicos por un mandato imperativo y, por ello, nos vemos obligados a cumplir "tan duros preceptos", no; sino que, porque entendemos la verdad y la belleza de estas cosas, no podemos más que adherirnos a esa verdad y belleza y ser consecuentes con ella, incluida la cruz; por eso somos católicos.
17/03/14 11:44 AM
rastri
¿Qué respondería Jesús? Pienso que la misma respuesta que dio a los fariseos: «Mirad al «Principio».
___________

Por la dureza de vuestro corazón Al principio no fue así.... Al principio, en aquel Paraíso Terrenal, antes de que el Pecado Original soterrara la vida de los hijos de Dios no fue así; Porque todo lo que allí crecía y se multiplicaba; En continua virginidad, crecía y se multiplicaba, por el poder de Dios; Sin causa y consecuencia de cópula carnal que es Pecado Original.

Y muchos dirán: Bueno este es el pensamiento de un cardenal. Y cardenales habrá muchos que no piensan como él. Y tiempo al tiempo.

Me tranquiliza que el Cristo, a través del Apocalipsis, refuerce esta doctrina del matrimonio tan debatida en estos tiempos de definición.


-"Y a vosotros, los demás de Tiatira, los que no seguís semejante doctrina y no conocéis las que dicen (del amor libre) profundidades se Satán no arrojaré otra carga. (sexual) . Solamente la que tenéis tenedla fuertemente (dominada) hasta que yo ( por segunda vez) vaya" (Ap.2,24)
17/03/14 11:59 AM
Enrique
Bien por el Cardenal Cafarra: a ver si nos entra en la cabeza de una vez por todas que la Iglesia y el Evangelio NO son nuestros: son de Dios. Y no podemos disponer o cambiar según nos plazca. Dios guarde al Cardenal Cafarra por muchos años! Grazie, eminencia!!!
17/03/14 12:17 PM
Menka
El cardenal ha levantado la voz como un estandarte de Cristo: ¡Detente!
¡Esta línea no se cruza! ¡Por nadie!
El que la quiera cruzar, querrá irse de la Iglesia.
17/03/14 12:18 PM
carlos
Excelente!!!!Fidelidad es amar al SEÑOR, " todo pasara pero mis pálabras no. Dificíl amar a los enemigos, SI, pero con el Señor podemos, todo el Santo Evangelio, es impracticable sin su ayuda.El nos dice que es amarlo, el que cumple con mis palabras me ama,es obedecerlo.En los Santos Padres, el Magisterio extraordinario y ordinario ahí está el SEÑOR,el que dice todo pasará pero mis palabras NO, no sólo iluminando realidades que no nos convienen, sino aquellas que no nos convienen pero hay que aceptar hasta el martirio. De Donde brota esa fuerza, de la Oración, como nunca de la experimental,Edith Stein,Santa Teresa y san Juan de la Cruz, también de acuerdo a Juan pablo II en un notable documento, Nuetras Iglesias debén ser escuela de Oración.
De la EUCARISTIA, que se ha transformado, en lugar de esparcimiento.
A Cristo por Maria y con el Papa.
17/03/14 12:21 PM
Maga
Apoyo totalmente a este gran Cardenal: No a la Comunión a adúlteros ( o sea, divorciados casados por lo civil)ni a gente que esté en pecado mortal;: es sacrilegio. Vid. I Corintios, 11. para los que tengan dudas.
17/03/14 12:22 PM
Luis López
Interesantísima entrevista. Obsérvese que el Cardenal señala con claridad que este asunto, más que de praxis, es de doctrina.

La Iglesia no sólo ha recibido del Señor un depósito doctrinal sino también -y al mismo nivel de importancia- un depósito moral (véase por ejemplo 1 Tes. 4, 1-2)

El Santo Padre y la Iglesia deben conservar con integridad y diligencia el depósito doctrinal y moral recibido; dicho de otro modo, ni el Santo Padre, ni la Iglesia tienen potestad para cambiar la doctrina.
17/03/14 12:47 PM
Juan
Creo que si llegara a aceptar algo asi sería como haberle dado la razón historica a Enrique VIII y eso es demasiado. Ahora tener ojo de como tratar a las personas en esa condición ya que todos somos pecadores, pero también todos somos llamados.
17/03/14 12:55 PM
Maga
Gracias Cardenal Caffarra, el Espíritu Santo ha hablado por Usted. Espero que tomen buena nota ciertos altos prelados centroeuropeos.
17/03/14 1:08 PM
Jessica
excelentes palabras. El mismo Jesús ha hablado y no debemos confundir su misericordia con encubrimientos que vayan en contra de su misma palabra. Lo que Dios ha unido que no lo separe el Hombre!
17/03/14 3:19 PM
Franco
Aleluya!
La verdad nos hace libres
17/03/14 5:08 PM
Uri
Impresionante entrevista por la claridad de doctrina. Felicito a Infocatólica por su publicación y me propongo difundirla.
Me pregunto qué consejo daría el Cardenal Caffarra a aquellas personas que han contraído matrimonio canónico y posteriormente adquieren plena certeza de la nulidad del vínculo, pero no pueden demostrarla en el fuero externo. Sorprende que en esos casos la verdad quede como aprisionada y no pueda salvar a las personas, contradiciendo las palabras del Señor: la verdad os hará libres.
Siempre cabe la respuesta del Cardenal: abrazarse a la Cruz, pero quizás puedan haber otros caminos... Quizás los trabajos del Sínodo aporten luz al respecto.
17/03/14 6:07 PM
Fred
Me parece una contradicción hablar mucho de misericòrdia divina, y no decir nada del Sacramento de la Confesión, precisamente el Sacramento de la misericòrdia divina por excelencia.
17/03/14 6:09 PM
Jordi
La Familiaris Consortio, nº 84, y otros documentos vaticanos (14 septiembre 1994 y 24 junio 2000), dicen que SÍ se puede dar la comunión a los católicos divorciados vueltos a casar si se dan estas condiciones:

- Matrimonio civil (primero y único, no valen uniones de hecho con efectos civiles, ni otros matrimonios religiosos, ni multidivorciados)

- Confesión con absolución sacramental y estar arrepentidos de violar el signo de la Alianza y de la fidelidad al matrimonio

- Voto de convivencia more fraterno (no more uxorio), es decir, convivencia como hermanos

- Comunión sacramental sólo si hay rite dispositus y estado de gracia, y no se puede hacer la comunión pública si se da remoto scandalo, porque entonces se debe de hacer la comunión privada


¿Es correcto?
17/03/14 6:58 PM
David
Fred, ¿quién no ha dicho nada del sacramento de la confesión?

En la entrevista, el cardenal habla de ese sacramento.
17/03/14 7:04 PM
Walter
No se quien te creen que son para hablar de adulterio o pecadores, se olvidaron de San Pablo o Maria Magdalena...?, que pasa con los que han pagado para disolver matrimonios y luego se han vuelto a casar, o acaso los reyes y principes tienen mas derechos?. Lo que están logrando con esto es perder cada día mas fieles y hacerlos sentir perseguidos o frustrados a los divorciados, no se dan cuenta que hay matrimonios del cual una de las partes no se ha querido separar o jovenes, que fueron obligados a casarse por ser papás muy jovenes, dejen de una vez por todas que sea Dios el que juzgue. Ya a la iglesia no va a nadie y a la que van solo asisten por turismo.Muchas veces tenemos mas ganas de volver a comulgar los que somos divorciados que muchos que solo van a la iglesia por cuestiones de figuración social. No se crean Dios, el tiene misericordia y el ha sanado a pecadores...Basta de hipocresía, acaso la iglesia solo pasa por los casados y divorciados, acaso núnca han pecado, núnca envidiaron, núnca mintieron, núnca juraron en vano...? cuánta hipocrecia.
Parábola de la oveja perdida "Se le acercaban todos los publicanos y pecadores para oírle. Pero los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: Este recibe a los pecadores y come con ellos. Entonces les propuso esta parábola: ¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se perdió hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso
17/03/14 7:14 PM
Alfonso Carles
Bien por el Cardenal.
Más allá de la discusión en torno a los divorciados vueltos a casar, en el fondo, lo más grave es la negación práctica de la doctrina de la Gracia de muchos cardenales.
17/03/14 7:33 PM
Luis Fernando
Walter, por partes:

- Por mucho que se pague para conseguir una nulidad, si no hay motivos para concederla, no se concede. Y si una persona no tiene dinero, puede pedir que la diócesis le nombre uno de oficio -gratuito- para conseguir la nulidad

- El caso de una pareja de jóvenes en los que uno ha sido "obligado" a casarse es un ejemplo claro de matrimonio nulo. Por tanto, no existe matrimonio.

- Todos pecamos. Pero no todos vivimos en pecado sin intención de arrepentirnos. Quien vive en adulterio -divorciado y vuelto a casar- no puede recibir la absolución ni comulgar a menos que deje de mantener relaciones sexuales con su nueva pareja. Y si no lo hace, el problema no lo tiene con la Iglesia sino con Dios. Pero la Iglesia tiene la obligación de obedecer a Cristo, que fue quien dijo que quienes se divorcian y se vuelven a casar son adúlteros. Es a Él a quien tienes que pedir explicaciones si no estás de acuerdo con sus palabras.

- La Iglesia debe recibir a los pecadores. Pero al mismo tiempo, debe decirles que han de abandonar el pecado. Si se admite a la comunión a quienes no quieren abandonar el pecado, se está cometiendo sacrilegio, que es en sí mismo otro pecado grave.

- Si muchos no aceptan esa verdad del evangelio y se apartan de la Iglesia, el problema, nuevamente, lo tienen ellos, no la Iglesia. Ésta debe intentar siempre recuperarlos, pero no a costa de traicionar las enseñanzas de Cristo.
17/03/14 7:40 PM
Mario
saben una cosa, yo tengo motivos como para pedir la nulidad matrimonial, pero como es un trámite muy engorroso, muy largo y también muy costoso, que opté por dejar que solo Dios me juzgue y pedirle perdón a Jesucristo, voy a Misa y si bien no voy a comulgar (porque respeto plenamente a la Iglesia Católica) le pido al Señor la comunión espiritual y tengo la certeza de que Dios me la da porque me la hace sentir, por eso me parece muy bien que la Iglesia entienda que no son todos los casos iguales, y que somos humanos y que Dios es misericordioso, y que si bien tenemos que cumplir con las leyes tampoco tenemos que ser como los fariseos. Y tampoco hay que olvidarse que cuando Jesús habló de este tema, hizo una excepción para con quienes sufrieron la infidelidad de su cónyuge.
Que Dios los bendiga y les de mucha paz!
17/03/14 8:01 PM
Maga
Gracias por tu respuesta, Luis Fernando. Me has ahorrado darle una respuesta a Walter.
17/03/14 8:39 PM
Luis Fernando
Mario, lee esto de un tal Joseph Ratzinger. Sobre todo la última frase:

La Iglesia no puede ni siquiera aprobar prácticas pastorales —por ejemplo, en la pastoral de los Sacramentos— que contradigan el claro mandamiento del Señor. En otras palabras; si el matrimonio precedente de unos fieles divorciados y vueltos a casar era válido, en ninguna circunstancia su nueva unión puede considerarse conformé al derecho; por tanto, por motivos intrínsecos, es imposible que reciban los Sacramentos. La conciencia de cada uno está vinculada, sin excepción, a esta norma.


Tú verás lo que haces, pero no podrás decir que no se te explicó.

Que Dios te ilumine para andar en su verdad y alejado del pecado.
17/03/14 8:45 PM
Almudena
Mario, una aclaración; Cuando Jesucristo dijo, ...salvo en caso de adulterio... debe saberse que la traducción a nuestra lengua de esta palabra, adulterio, no tiene el significado que casi todos le dan como infidelidad. Adulterio quiere decir que el matrimonio a la hora de celebrarse fuera ya de por sí y por diversas causas adulterado, inexistente. Tu comprenderás y sabrás que la infidelidad en un matrimonio rato y consumado no es causa de nulidad, la nulidad no rompe el matrimonio, tan sólo declara que nunca existió, y una infidelidad puede romper un matrimonio pero no anularlo, a no ser que la cosa venga de antes...
17/03/14 9:42 PM
luis
Tiene que salir la jerarquía con más fuerza y claridad.
Es inadmisible que se someta a discusión algo que está claramente definido en el Magisterio de la Iglesia. ¿Qué sigue? La homosexualidad, los anticonceptivos, el aborto?
¿Ya nos olvidamos de la "dictadura del relativismo" denunciada por Benedicto XVI?
El tema es crucial y no se puede trapichear con la fe ni con la moral católica.
17/03/14 9:47 PM
Juan
Gracias Cardenal Cafarra. Qué paz que nos da a todos los fieles casados o no escuchar la doctrina de siempre. Y una justa reivindicación del impresionante trabajo sobre el matrimonio, la familia y la vida humana de Pablo VI y del inolvidable Juan Pablo II.

Dios le bendiga.
17/03/14 9:58 PM
Hernando
Las palabras del cardenal tiene valor no porque sean suyas (con toda su asombrosa capacidad intelectual)sino porque, como el cardenal dice -citando textualemnte a su Autor: "Mirad, AL PRINCIPÌO NO FUE ASI....·- son Palabras de Dios que van a la raiz y fondo del caso y no a la "casuistica" sensiblera y sentimental, que en el fondo olvida la Vida Eterna, la Verdad Santidad, Sabiduría y Misericordia de Dios, para "hacerse un dios a la medida de los gustos y caprichos"
17/03/14 9:59 PM
LP
Pues en el periódico religioso digital que ya sabemos siguen sin enterarse y siguen enreando a la gente con este asunto.
No se quieren enterar de lo siguiente:
1- Dios lo perdona todo, incluso el asesinato, pues imagínate si perdona el adulterio.
2- Para que te perdone sólo hay que reconocer que estás pecando, pedirle perdón en el confesionario y como mínimo proponerte no pecar más.
3-Dios en la confesión y en la comunión ya te da la Gracia santificante para que lo hagas
4-el coito fuera del matrimonio es adulterio siempre
5-En pecado mortal no se comulga pero el pecado venial se perdona comulgando.
¿Qué es entonces lo que no entienden? Que todo esto no es un invento caprichoso de la Iglesia, que es lo que Dios te pone para solucionarte la vida y evitarte problemas.
La fidelidad a Dios está por delante de cualquier enamoramiento, ¿Pero si no eres capaz de ser fiel a Dios en esto del adulterio, cómo vas a ser fiel a un segundo matrimonio? Confía en Dios y pídele que te den la nulidad, pero no adulteres mientras, porque en pecado mortal no te oye Dios, no porque Dios no quiera oirte sino porque tú le has puesto un muro delante, y si no te dan la nulidad,será que Dios no te quería para el matrimonio, pídele celibato y Dios te lo da.
17/03/14 10:08 PM
Eulogio
Ay! Kasper and company... Un claro ejemplo de cómo se comienza a destruir la doctrina de siempre con las vagas excusas pastorales para "resolver" el "aquí y ahora".

Ab omni malo, Liberanos, Domine!
18/03/14 12:17 AM
Enrique G. B. A.
"...la grandeza de las esposas y esposos que, abandonados, permanecen fieles."
Tiene razón, no es justo el silencio sobre ellos.
Tambien tenemos, los que no encontrando fuerzas para ser castos, han ido a segundas uniones (adúlteras), pero tienen la humildad de reconocerse pecadores, y ni se les ocurre ofender la eucaristía.
Con los años, ya viudas o viudos, amansado el cuerpo, vuelven a la comunión.
18/03/14 12:19 AM
jose de maria
El card. Caffarra un hombre de Dios.
18/03/14 12:39 AM
Maga
Hermanos, estoy de acuerdo con vuestros comentarioss, pero, sobre todo, con Luis. La Doctrina definida por el Magisterio de un modo definitivo es inalterable y, desde luego, espero que, desde ya, salgan Obispos y Cardenales, defendiendo, como este Cardenal, la Doctrina sobre sexualidad y Familia de la Iglesia. Es más, pediría a todos los Obispos, que se oponen-creo que la mayoría- a los dislates peligrosísimos de estos altos prelados alemanes por todos conocidos, que condenen solemnemente estos errores. Sería lo mejor para que nadie, bajo el pretexto de lo pastoral, tenga la ocurrencia de alterar la Doctrina de la Iglesia, que encima afecta al Sacramento más importante. Sería la línea de salida esta pseudopastoral para cargarse el Sacramento de la Penitencia y de paso permitir que personas en pecado mortal comulguen sacrilegamente. Es mucho lo que está en juego: nada más ni nada menos que la integridad del Depositum Fidei. Como bien se ha dicho, si a estos prelados no se les planta cara, podrían pedir en unos años el gaymonio o el aborto u otras herejias . Es más, pienso y creo que no me equivoco que estas temeridades tienen su raíz en una perversión de la Fe. Quizá algunos de los que proponen estas cosas, no asimilan bien los conceptos de Presencia Real y Transubstanciacion. No me atrevo a afirmarlo, pero podría ser una hipotesis, dado que no tienen empacho en fomentar las comuniones sacrilegas. De todas maneras, tengo la esperanza de que, desde ya, los Obispos de todo el mu
18/03/14 3:34 AM
Javier
En el principio también se dijo "Creced y multiplicaos" y "No es bueno que el hombre esté solo".
El salto de no facilitar el repudio a prohibir taxativamente una nueva unión no es baladí.

Jesús a la samaritana (Jn 4) que ha estado casada con cinco y vive con un sexto no solo no le dice "vete y no peques más", si no que le ofrece el agua de vida eterna.

Respecto a las mujeres abandonadas que permanecen fieles a su primer matrimonio. ¿Quizás permanecen fieles a una ficción en nombre de un mandato que no quizás no viene del Señor?(Y en contra de las propias indicaciones del Señor).

La cuestión no es si disolvemos un matrimonio rato y consumado, si no si aceptamos la posibilidad de que el anterior sea irrecuperable. Es peligroso que la gente actúe a hechos consumados (primero se separe y vuelva a unir sin decir nada y luego quiera regularizarse), de ahí la necesidad de una penitencia y un control de modo que solo les salga a cuenta a los católicos practicantes en los casos plenamente justificados.
21/03/14 1:12 AM
Luis Fernando
Javier, es muy fácil.

¿Qué dice Cristo que son los que se vuelven a casar tras haberse divorciado?:

Adúlteros.

Fin al debate.
21/03/14 7:49 AM
alberto
Erdad es que ningun catolico tendria que procuparse por estas cuestiones . Jesus le ha dicho a Pedro : "LO QUE ATES EN LA TIERRA SE ATARA ENEL CIELO Y LO QUE DESATES SE DESATARA EN EL CIELO. sI ESTO ES ASI , Y LO CREEMOS, EL SUCESOR DE pEDRO LUEGO DEL SINODO E IL8UMINADO POR EL ESPIRITU SANTO TOMARA LAS DECISIONES QUE HAYA QUE TOMAR. DE CUALQUIER MANERA ADMIRO LAS DECLARACIONES DEL CARDENAL.
30/03/14 1:03 AM
IRMA DURAN VEGA
No venimos al mundo a estar probando parejas, y que la Iglesia lo tolere, el matrimonio debemos tomarlo como algo muy serio, no convertirlo en un saco sin fondo sin satisfacciones. Nuestra iglesia es la verdadera y no esta hecha de contradicciones o de apetitos, humanos, de ahí su confiabilidad.
1/04/14 1:00 AM

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