(LD/InfoCatólica) La investigación conjunta del Patriarcado Búlgaro y la BNT permitió que salieran a la luz detalles sobre los brutales asesinatos de curas ortodoxos.
Defensor de la Iglesia
El padre Stefan Tarfov siguió siendo un firme defensor de la Iglesia y el cristianismo aun después de la llegada al poder del régimen comunista. Tarfov creó una fuerte organización cristiana en su pueblo, lo que le convirtió automáticamente en uno de los grandes enemigos del régimen izquierdista. El 6 de octubre de 1944, un mes después del establecimiento de la dictadura, el padre fue detenido y encarcelado en un sótano. Entonces sucedió algo muy típico del régimen- los asesinos comunistas empezaron a jactarse de haber matado al «fascista».
Primero cortaron la lengua del cura, luego le cortaron la nariz y la mano derecha con la que él bendecía a la gente del pueblo. Sus familiares buscaron sin éxito su cuerpo en un lugar del bosque, donde se creía que le habían enterrado, y en su lugar encontraron «cientos de cadáveres».
Un referente moral
Padre Gueorgui Atanasov del pueblo de Dradomir fue otra de las víctimas del poder dictatorial. Según cuentan testigos de su pueblo, Atanasov siempre fue un referente moral para todos los habitantes de Dradomir. Cuando llegó al poder la izquierda, él no dejó de defender a sus vecinos de las arbitrariedades comunistas. Un día de octubre, Atanasov desapareció después de acudir a la comisaría policial de la ciudad de Pazardjik para denunciar el robo a su casa.
Su asesino, un comunista llamado Zdravko, decidió jactarse de lo que había hecho, y contó entre risas a su abuela cómo había torturado y matado al padre Atanasov en la comisaría policial. Le ató las manos con alambre, le golpeó con palos y finalmente le quemó vivo. «Él estaba ardiendo como si fuera una antorcha. No te imaginas cómo gritaba» dijo el comunista a su abuela. La abuela del asesino, que conocía al padre, contó inmediatamente la verdad a la esposa del padre. Después de su asesinato, los comunistas destruyeron todo lo que había en la iglesia del pueblo, y la convirtieron en un establo para cerdos y otros animales.
Enterrado vivo
El mitropolita Boris de Nevrokop fue uno de los hombres que mejor encarnaba los valores cristianos en aquella época. Durante los primeros dos años del régimen (1946-1948), Boris denunció en numerosas ocasiones la esencia anticristiana del comunismo, a pesar de las constantes amenazas que recibía. El mitropolita, que nunca se rindió ante las atrocidades comunistas, planificó y llevó a cabo la construcción de las Iglesias de Kresna y Gorna Djumaya. Boris también ayudaba económicamente a familias pobres de su pueblo y a las de los curas asesinados. Un día, después de una liturgia, él fue disparado cinco veces.
En el pueblo de Strajica todavía se recuerda el gran patriotismo y espiritualidad del padre Rafail Raev. Raev procuraba ayudar siempre a los más necesitados, y consiguió, con recursos propios, que los niños pobres del pueblo pudieran estudiar y terminar su educación en la ciudad más cercana. Un día, él fue secuestrado en el centro del pueblo y meses más tarde uno de sus asesinos se jactó de haberle enterrado vivo en el bosque.
Asesinados por «espías»
Los representantes de la Iglesia Ortodoxa no fueron las únicas víctimas de los comunistas. Hristo Kulichev, uno de los pastores perseguidos y encarcelados por el régimen, ha accedido a contar a Libertad Digital detalles sobre las atrocidades que cometieron los comunistas contra los curas protestantes y católicos. «Después de asesinar a más de 100 curas ortodoxos en los primeros dos años del régimen, los comunistas decidieron acabar con las iglesias protestantes» recuerda Kulichev.
En 1949 fueron detenidos y juzgados 14 pastores, que fueron acusados de ser «espías de Estados Unidos y Gran Bretaña». Basándose en documentos de la época y en testimonios de los mismos torturadores, el pastor protestante asegura que los detenidos sufrieron «dos tipos de torturas». «Primero les amenazaban diciéndoles que van a dejar en la calle a su familia o la van a asesinar. Así los comunistas querían obligar a los curas a confesar que son espías.» Los que no tenían familia, pudieron resistir. Entonces, los comunistas se vieron obligados a torturarles físicamente.» Además de golpes con palos, Kulichev destaca «el sistema del insomnio» como un arma que emplearon los comunistas para obtener confesiones. «Dejaban a los curas más de una semana sin dormir, por lo cual al final ellos ya se volvían locos y empezaron a repetir lo que les decían los torturadores.»
El pastor Kulichev también ha tenido acceso a los archivos del partido comunista, de los que queda claro cómo se había planeado y llevado a cabo la eliminación de los curas católicos. «En 1952 tuvo lugar un juicio contra 40 curas católicos. Fueron acusados de ser agentes del Vaticano, de velar por los intereses del imperialismo occidental y de querer convertirse en una quinta columna del imperialismo capitalista». Cuatro católicos fueron ejecutados, mientras que la mayoría de los demás detenidos fueron condenados a 20 años de prisión».