(Aleteia/InfoCatólica) Su familia ha tenido que permanecer separada largas temporadas en las que sólo su hermano mayor conocía el paradero de sus padres: «Es muy duro no poder ver a tus padres durante cuatro o cinco años porque está prohibidísimo tener más de un hijo», confesó. No obstante, continuó, «los católicos rezábamos todos juntos; mi párroco atendía sesenta pueblos y todos los domingos teníamos que recorrer, a veces, kilómetros, andando o en bici –el coche era un auténtico lujo– para poder oír misa en alguno de estos pueblos».
Así, a pesar de las dificultades –a veces no pequeñas–, «nunca he faltado, ni una vez, voluntariamente, un domingo, a misa», confesó. Actualmente recibe formación para ser sacerdote en España, donde le resulta más fácil asistir a la eucaristía: «¡todos los domingos hay setenta misas!», bromeó, «pero en China no».
El seminarista chino se mostró muy optimista respecto al futuro: «Sí, estoy seguro que algún día mejorará; ¿cuándo? no lo sé, es como la Parusía».
El acto del miércoles fue organizado por la UIC y Ayuda a la Iglesia Necesitada, fundación cuya delegada en Cataluña, Ariadna Blanco, habló de la situación de los católicos en China. Según informaron los organizadores, «con más de 1.300 millones de habitantes, la República Popular de China tiene tan solo cerca de un 4% de cristianos; no obstante, es uno de los países con mayor crecimiento de católicos en los últimos años: de unos 8 millones, en los 80, a unos 12 –apenas un 1% de la población– en la actualidad».
«Sigue habiendo muchas conversiones al catolicismo –explicó Ariadna Blanco–; incluso dentro del mismo Partido Comunista, a quienes les imponen unas sanciones altísimas porque temen por la ideología marxista».