La crisis económica aleja a los peregrinos extranjeros

Baja participación de fieles en el Vía Crucis de Jerusalén

El tradicional Vía Crucis de Jerusalén, momento culminante de la Semana Santa en Tierra Santa, sucumbió hoy a la crisis económica global a juzgar por el escaso número de peregrinos extranjeros que siguieron la procesión. "Hay mucha menos gente", aseguró a Efe Orencio Cuartero Ezpeleta, de 74 años, un riojano que pasa por tercer año la Semana Santa en Jerusalén y que ha notado un bajón considerable en el número de creyentes que se han desplazado a Tierra Santa.

(Agencias/InfoCatólica*) Para este devoto, padre de siete hijos y a quien Tierra Santa "cambió la vida", mucha gente "se habrá quedado con la ganas de venir" debido a la crisis, y sólo pide a Dios que la situación se arregle "para que el año que viene no sea yo uno de los impedidos de venir".

La ausencia de peregrinos en cantidades similares a años anteriores desmerecieron en cierta medida el Vía Crucis, aunque también hicieron fluir con mucha más rapidez las distintas procesiones por las abigarradas y empedradas calles de la ciudad vieja de Jerusalén.

Habitualmente, debido a las multitudes que llenan la ciudad vieja en un día como hoy, el recorrido puede llegar a durar más de dos horas, pero el patriarca de Jerusalén, Fauad Tawal, lo hizo en menos de 45 minutos. Tawal es la máxima autoridad eclesiástica en Tierra Santa, una diócesis formada por los territorios de Cisjordania, Gaza, Jordania, Israel y Chipre. El Vía Crucis que él preside comienza en la parte baja de la ciudadela, y recorre el itinerario que, según los Evangelios, hizo Jesucristo desde su condena hasta su crucifixión y muerte, pasando por cada una de las estaciones de la Vía Dolorosa.

La marcha comenzó en el pretorio, donde se alojó el procurador romano Poncio Pilatos, quien dictó la sentencia de muerte de Jesús al mismo tiempo que se lavaba las manos para desvincularse de la condena.

Desde el lugar donde Jesús fue juzgado, los feligreses volvieron a detenerse ante la iglesia de la Flagelación, la segunda estación del calvario, donde fue flagelado y se le colocó a Jesús la corona de espinas y manto púrpura para ser ridiculizado.

Luego siguió por la sinuosa y estrecha Vía Dolorosa en un recorrido de dos kilómetros a través del zoco palestino, entre tiendas de recuerdos y frutas, hasta el Santo Sepulcro, en pleno barrio cristiano de la ciudad vieja.

Otros indicio de la crisis es que las tiendas y puestos a lo largo del recorrido de la procesión estaban hoy muchos más vacías que en años pasados.

Tratando de alentar a otros peregrinos a que no se queden en casa, Cuartero explica que para él "la presencia de Jesús es fundamental" y "lo bueno es que te la llevas de aquí contigo" y "durante el resto del año está acompañándote".

"Ser peregrino en tierra santa marca la vida de una persona, pero sobre todo estar en Jerusalén en estos momentos tiene una connotación especial", manifestó por su parte el padre Alejandro Bisé, peruano de nacionalidad y que estudia en Tierra Santa desde hace dos años.

La menor afluencia de peregrinos de otros países también hizo que las plegarias en árabe de la comunidad palestina cristiana de Tierra Santa resonarán más en los abovedados techos a lo largo del recorrido.

Compuesta por unas 200.000 personas en Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP), los cristianos en Tierra Santa representan en ambos territorios un muy pequeño porcentaje de sus poblaciones, y afrontan como minorías numerosas dificultades.

En un gesto al papa Benedicto XVI, que peregrinará a Tierra Santa el próximo mes de mayo, Israel autorizó a la población cristiana de Cisjordania a visitar los lugares santos, aunque no lo pudo hacer la de Gaza, de unas 3.000 personas.

Los actos de la Semana Santa proseguían a últimas horas de la tarde, con una procesión fúnebre encabezada por frailes franciscanos, que reproducían mediante un enorme crucifijo móvil el depósito de Cristo en el "Catolicón" o "catedral griega" del Santo Sepulcro.

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