Mensaje de la CEE con motivo de la Semana de la Unidad de los Cristianos

"No podemos cejar en el empeño de la oración por la unidad de los cristianos"

La unidad de los cristianos "sólo llegará como don, que es preciso suplicar con inmensa confianza en Cristo". Con estas palabras del profeta Ezequiel, en esta semana de oración, dicen los obispos españoles, “no podemos cejar en el empeño de la oración, cometido indeclinable de todos, tanto de los cristianos particulares que, movidos por el Espíritu Santo y unidos a Cristo, piden al Padre la unidad de la Iglesia, como de las parroquias y comunidades”.

(Manuel María Bru/Cope) Unidad visible, unidad suplicada

El mensaje hace referencia al Concilio Vaticano II, que “recordaba a todos los cristianos que en esta una y única Iglesia de Dios aparecieron ya desde los primeros tiempos algunas escisiones, y que esto sucedió no sin culpa de los hombres por ambas partes; es decir, tanto por parte de los miembros de la Iglesia Católica como por parte de los cristianos agrupados en las otras Iglesias y Comunidades eclesiales" (Decreto Unitatis redintegratio sobre el ecumenismo, n. 3). Sin embargo, la unidad es una de las cuatro características notas de la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica; y por tanto, no puede desaparecer de la Iglesia fundada por Cristo, ya que si así fuera la Iglesia habría dejado de existir. La unidad pertenece a la una santa Iglesia de Cristo, y nosotros creemos, con las palabras del Vaticano II, que subsiste en la Iglesia católica (Constitución dogmática Lumen gentium sobre la Iglesia, n. 8). Al mismo tiempo que afirma esta verdad de fe para todos los católicos, el Concilio dice también que los que creen en Cristo y han recibido ritualmente el bautismo están en una cierta comunión, aunque no perfecta, con la Iglesia católica (Unitatis redintegratio, n. 3).

Y, refiriéndose a una reciente nota de la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe, los obispos recurdan que, “para que no se banalice la situación objetiva de la división entre los cristianos y no cejemos en el empeño por la reconstrucción de la unidad visible de la Iglesia”, se trata de “hacer visible ante el mundo la unidad real de la Iglesia de Cristo que subsiste en la Iglesia católica, pero que también se halla presente en grados y elementos diversos en las Iglesias y Comunidades eclesiales que, por esta razón, mantienen una cierta unidad incluso visible, aunque no plena y perfecta conforme a la mente y a la voluntad de Cristo”.

Valorar la unidad ya existente

Por otro lado, piden los obispos valorar la “unidad ya existente entre todos los discípulos de Cristo”, a saber: “Tenemos un bautismo común, que hemos de esforzarnos todos por reconocer en su verdad y efectos de salvación. Hemos sido bautizados en el nombre de la Santa Trinidad de Dios y configurados con la muerte y resurrección de Cristo, somos verdaderamente hijos de Dios y miembros de la Iglesia una. Con algunas Iglesias, como es el caso de las antiguas Iglesias orientales y las Iglesias ortodoxas, compartimos la sucesión apostólica en el Episcopado y la misma fe en los sacramentos”.

Respecto al ecumenismo con las iglesias orientales, recuedan la aprobación en España hace dos años de “los «Servicios pastorales a orientales no católicos» (2006), con ánimo de prestar la ayuda que les es posible a la cura pastoral de los fieles de estas Iglesias, sin ánimo alguno de proselitismo y fundándose en la ausencia de suficientes pastores propios y comunidades estables en las que estos fieles puedan integrarse”. Juntamente con estas orientaciones, “los obispos en sus diócesis han tomado providencias distintas para que los hermanos orientales no católicos puedan celebrar la Divina Liturgia compartiendo algunos templos expresamente puestos para este delicado cometido, o bien, según sus posibilidades, cediendo algunos locales para el ejercicio del culto y de la acción pastoral, siempre a tenor de las vigentes normativas diversas de las Iglesias hermanas y de la Iglesia Católica”.

Ecumenismo no es voluntarismo

Por otra parte, Ni el voluntarismo por sí solo produce unidad, ni tampoco el proselitismo es camino para lograrla. El proselitismo y la pretensión de eliminar las diferencias de fe y culto, como si se tratara de cosas sin importancia, son actitudes contrarias al verdadero ecumenismo. La práctica de un ecumenismo acorde con su propia naturaleza respeta tanto el carácter eclesial de la fe como la conciencia de los cristianos particulares.

En cuanto a las relaciones con las Iglesias de la Reforma, el mensaje de los obispos habla de la nueva Biblia Traducción Interconfesional “que es resultado de más de treinta años de trabajo conjunto de protestantes y católicos para conseguir un mismo texto en español de la Sagrada Escritura”. Y es que, “después del reciente Sínodo sobre la Palabra de Dios, el lanzamiento de esta nueva versión de la Biblia supone un impulso esperanzador para que la Palabra de Dios tenga el lugar que le corresponde en la vida personal y familiar. En el diálogo entre hermanos de las distintas confesiones, cristianos católicos y evangélicos podrán servirse de un texto común en las reuniones de estudio conjunto de la Palabra de Dios y en los foros de oración ecuménica”.

Por último, los obispos Adolfo González, obispo de Almería y Presidente de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española, José Díeguez, obispo de Tui-Vigo, y César Augusto Franco, obispo auxiliar de Madrid, y Román Casanova, obispo de Vic, miembros de la Comisión, que firman en mensaje, dicen que “el Octavario ha de estimular nuestro anhelo de unidad. Que los encuentros que se promuevan con cristianos de otras Iglesias y las asambleas de oración que se organicen no pierdan de vista que la unidad es un don de Dios y que sólo llegará como don, que es preciso suplicar con inmensa confianza en Cristo, que oró para que no le falte a la Iglesia la unidad”.

Mensaje de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española para el Octavario de la Unidad de los Cristianos

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