El Papa advierte también contra el liberalismo sin Dios

"No es posible un diálogo interreligioso en el sentido estricto de la palabra"

En la carta-prefacio de Benedicto XVI al libro “Por qué debemos llamarnos cristianos”, del senador italiano Marcello Pera, cuyo texto ha sido publicado por el Corriere della Sera, el Papa pone en duda que se pueda llevar a cabo un diálogo interreligioso en el sentido estricto del término, mientras que urge un diálogo intercultural que profundice las consecuencias culturales de la decisión religiosa de fondo. El Papa advierte también que el liberalismo pierde su base y se destruye a sí mismo si deja su enraizamiento en la imagen cristiana de Dios, de quien el hombre es imagen y de quien hemos recibido del don de la libertad.

(La Buhardilla de Jerónimo/InfoCatólica*) Traducción de la carta-prefacio del Papa al libro “Por qué debemos llamarnos cristianos”, del Senador italiano Marcello Pera. El texto fue publicado por el Corriere della Sera. Tomado de Papa Ratzinger blog.

Estimado Senador Pera,

En estos días he podido leer su nuevo libro “Por qué debemos llamarnos cristianos”. Fue para mí una lectura fascinante. Con un conocimiento estupendo de las fuentes y con una lógica coherente, analiza la esencia del liberalismo partiendo de sus fundamentos, mostrando que a la esencia del liberalismo pertenece su enraizamiento en la imagen cristiana de Dios: su relación con Dios, de quien el hombre es imagen y de quien hemos recibido el don de la libertad. Con una lógica irrefutable, hace ver que el liberalismo pierde su base y se destruye a sí mismo si abandona este fundamento. No menos impresionado he quedado por su análisis de la libertad y por el análisis de la multiculturalidad en la que muestra la contradicción interna de este concepto, y por lo tanto, su imposibilidad política y cultural. Es de fundamental importancia su análisis de lo que podrían ser una Europa y una Constitución europea en la que Europa no se transforme en una realidad cosmopolita sino que encuentre, a partir de su fundamento cristiano-liberal, su propia identidad. Particularmente significativo es para mí también su análisis de los conceptos de diálogo interreligioso e intercultural.

Usted explica con gran claridad que un diálogo interreligioso, en el sentido estricto de la palabra, no es posible, mientras que urge mucho más el diálogo intercultural que profundice las consecuencias culturales de la decisión religiosa de fondo. Mientras sobre esta última no es posible un verdadero diálogo sin poner entre paréntesis la propia fe, es necesario afrontar en el ámbito público las consecuencias culturales de las decisiones religiosas de fondo. Aquí, el diálogo, una mutua corrección y un enriquecimiento mutuo son posibles y necesarios. De la contribución acerca del significado de todo esto para la crisis contemporánea de la ética encuentro importante lo que usted dice sobre la parábola de la ética liberal. Muestra que el liberalismo, sin dejar de ser liberalismo sino, al contrario, para ser fiel a sí mismo, puede enlazarse con una doctrina del bien, en particular con la cristiana que le es congénere, ofreciendo así verdaderamente su contribución a la superación de la crisis. Con su sobria racionalidad, su amplia formación filosófica y la fuerza de su argumentación, el presente libro es, a mi parecer, de fundamental importancia en esta hora de Europa y del mundo. Espero que encuentre una gran acogida y ayude a dar al debate político, más allá de los problemas urgentes, aquella profundidad sin la cual no podemos superar el desafío de nuestro momento histórico. Agradecido por su obra, le deseo de corazón la bendición de Dios.

Benedicto XVI

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