(P. Ginés/La Razón) En 2006, después de cien años de trabajo, cerraba sus servicios de adopción la agencia católica de Boston, presionada por la legislación de adopción gay de Massachussets. Su profesionalidad era intachable: en los últimos 20 años había encontrado familia a 720 niños.
En Inglaterra, desde 2007 las Regulaciones de Orientación Sexual añadidas a la ley llamada "Equality Act" de 2006, impiden que las asociaciones de adopción se nieguen a entregar niños a homosexuales.
Pero también dicen que las autoridades públicas no pueden "discriminar por motivos de creencia o religión". Agarrándose a ese párrafo como a un salvavidas, el pasado mes de mayo, el obispo de Lancaster, Patrick O´Donohue, intenta seguir ayudando a niños sin padres, y propuso que las agencias católicas incorporen en sus constituciones frases que dejen claro que "operan de acuerdo con los principios morales y religiosos de la fe católica". Eso incluye, explica el obispo, el negarse a entregar niños a parejas del mismo sexo, a solteros o a parejas que no están casadas.
Diversas asociaciones católicas, presionadas por la nueva normativa, han preferido cerrar sus servicios de adopción. Es el caso de las diócesis de Norhampton y de Nottingham, que dejaron de trabajar en el tema de las adopciones. La Iglesia Católica pidió en 2006 una excepción al gobierno inglés, dado el ideario católico sobre familia. El gobierno -entonces liderado por Tony Blair- simplemente dio a la Iglesia un plazo de 21 meses para "buscar una solución". El plazo acaba en enero de 2009. En junio cerraba en Salford una agencia católica con 120 años de experiencia. Kathy Batt, su directora, explicó que preferían cerrar a traicionar el bien de los niños, quienes ya se ven afectados por esta inseguridad. En 2007 se pretendía que las adopciones aumentasen en un 50%; la realidad fue que descendieron en un 13 por ciento.