(Chiesademilano/InfoCatólica*) La cuidamos "casi como una hija". Durante 14 años las Hermanas de la Misericordia han cuidado a Eluana Englaro en la Residencia "Monseñor Luigi Talamoni", en Lecco. "En todo este tiempo no le hemos prestado ningún cuidado médico especial - dice la directora de la clínica Sor Albina Corti-. Para nosotros es una persona y se le trata como tal. Durante la noche es alimentada mediante sonda naso-gástrica y se encuentra en buen estado de salud. Fisiológicamente tiene todas las funciones sanas. Es una muchacha hermosa.
La "casa" de Eluana es una habitación individual en la sección de rehabilitación, con 14 camas, de la clínica, cercana a la Basílica de San Nicolás en Lecco. Un hospital privado, concertada con el sistema sanitario. En las paredes hay fotos de la vida antes del maldito accidente del 18 de enero de 1992.
Una de sus "ángeles de la guarda", Sor Rosangela: "Verá usted -dice casi con vergüenza la hermana - ahora me doy cuenta inmediatamente si tiene dolor de estómago o de oído. Cada mañana levantamos a la paciente de la cama, la aseamos, la ponemos en un sillón. Todos los días la llevamos al gimnasio, donde hay un fisioterapeuta que le realiza ejercicios de rehabilitación pasiva; en la habitación está puesta a menudo una radio con música.
"A veces mueve los ojos, especialmente si le habla Sor Rosangela - confiesa la Hermana Albina-. No se puede decir que entienda, pero creo que es así, aunque clínicamente se diga que no. Pero no puede hacer ningún movimiento. En todos estos años nunca ha dado ninguna señal.
"Llegó a nosotros en 1994 - recuerda la religiosa de la Misericordia-. Los padres fueron quienes nos la trajeron, porque ella nació aquí y su padre dijo: "Quiero que cierre los ojos en el lugar en que vino a la luz." Cuando se nos pidió que la recibiéramos, teníamos reservas: sabiendo que la niña se encontraba en estado de coma, pensamos que no estábamos suficientemente equipadas para atenderla. Pero cuando la hermana enfermera y un médico fueron a visitarla en la residencia en que estaba, comprendieron de inmediato que no requeriría nada más que la sonda".
Eluana, aunque en estado vegetativo, nunca se ha quedado sóla, tiene una red de relaciones: la visitan familiares y conocidos. "Hay una red de relaciones en torno a ella, no está abandonada. Quienes más frecuentemente la acompañan en la silla de ruedas en el jardín son los padres. Y también, regularmente, dos amigas de la chica", dice la Hermana Albina.
Ahora las religiosas de la clínica "Talamoni" siguen en espera: "Hasta el momento todavía no nos han comunicado nada. Obviamente no vamos a dejar entrar a cualquiera. No dejaremos nunca de alimentarla. Si llega el caso, que venga el padre a llevársela: mientras, la chica se quedará aquí. Y además nos gustaría decir al Sr. Englaro que si realmente consideran que ha muerto, la dejen aquí. Eluana también es parte de nuestra familia".
La Iglesia Católica, totalmente en contra de que se la mate de hambre y sed
La decisión de los jueces de autorizar la suspensión de la alimentación a Eluana, en estado vegetativo desde hace 16 años, según el Nuevo Presidente de la Academia Pontificia para la Vida Rino Fisichella justifica "de hecho un acto de eutanasia". Sin embargo, la sentencia "puede ser recurrida ante un tribunal superior, aún no se ha dicho la última palabra" y hay "una oportunidad para pensar con más serenidad y menos emotividad". Ciertamente, una sentencia así afecta al debate sobre el testamento biológico, compromete la búsqueda de "soluciones compartidas" y tiende a alimentar las "tensiones sociales".
El obispo y teólogo expresa una doble sensación: por una parte" tristeza y amargura " y por otra, "profundo estupor". "Profunda amargura - dice - por la forma en que resuelven, lamentablemente, una historia de dolor, porque Eluana es una chica que todavía está viva; el coma es una forma de vida y nadie puede permitirse poner fin a la vida de una persona". Y "profundo estupor, por cómo es posible que los jueces sustituyan en una decisión como ésta a la persona en cuestión, al poder legislativo - porque, añadió, entiendo que en Italia no hay aún legislación que lo permita-, y especialmente a los médicos que tienen competencias específicas en este caso. "Al retirar la alimentación e hidratación a Eluana -destaca Mons. Fisichella- llevamos al enfermo a un estado de extremo sufrimiento y, por tanto, la solución que aparece en el horizonte es la de haber justificado de hecho un acto de eutanasia".
A quienes dicen que la niña cuando aún estaba sana habría expresado el deseo de no ser mantenidos con vida por máquinas, Mons. Fisichella respondió que "este es un argumento manipulado, porque nadie ha podido presentar testimonio cierto de ello, y aun si lo hubiera dicho, ello no justifica la decisión de eliminar los alimentos: tantas veces en un momento de crisis se pueden escapar expresiones de desaliento, pero no por ello puede un juez puede autorizar una acción de muerte: la intención de las personas siempre debe valorarse con cautela, porque las intenciones cambian con el tiempo y la vida, dependiendo de las experiencias que se viven, y siempre queda la posibilidad de un replanteamiento, de una retractación".
La vida humana, recuerda el obispo, no es disponible, "tenemos que aceptar la vida humana como un profundo misterio que escapa al filósofo, al magistrado, al científico, al poder legislativo e incluso al sacerdote: cada uno de nosotros - subraya - está llamado a respetar el misterio de la vida presente y no caer en la tentación, por desgracia muy común hoy en día, de entender la vida sólo de modo utilitarista; en realidad, nadie puede determinar cuándo una vida es digna de ser vivida".
Preguntado sobre la posible influencia de la decisión de los jueces en el panorama legislativo italiano, Mons. Fisichella recordó que en el curso de la última legislatura se presentaron en el Parlamento nuevos proyectos de ley sobre el testamento biológico, "Creo - comenta - que una sentencia como ésta, quita de hecho al legislador la oportunidad de pensar sobre esta cuestíon tan sensible, de reflexionar con la mayor profundidad posible, buscando soluciones de unidad, de criterios compartidos, a fin de evitar posibles tensiones sociales en este tema; se trata de una sentencia que en definitiva hace que sea imposible abordar estas cuestiones con la mayor tranquilidad posible "