Entrevistamos al fundador de Germinans germinabit

Prudentius de Barcino: «Contemplamos ascensos meteóricos de personajes arropados por el progresismo eclesial más extremista»

El 10 de mayo del 2007 vio la luz la web Germinans germinabit. Dirigida por un sacerdote de la archidiócesis de Barcelona, es una de las referencias fundamentales para conocer el estado de la Iglesia Católica en Barcelona y Cataluña. La verdadera identidad de su fundador y director, que escribe con el pseudónimo de Prudentius de Barcino, es uno de los secretos mejor guardados de la blogosfera. En su primera entrevista a un medio de comunicación, Prudentius explica las razones de la existencia de Germinans.

(Religión en Libertad) La actual web Germinans germinabit, iniciada el 10 de mayo del pasado año, tuvo como preludio el blog “De Bello Pallico”. Durante el trascurso del año 2007 el blog apareció citado en periódicos como La Razón y La Nueva España de Gijón como el blog-revelación de temática eclesial en ese año. Llevaba poco más de 3 o 4 meses de singladura. ¿Cómo nació la idea?

El blog “De Bello Pallico” fue una experiencia muy singular. Aparentemente estaba circunscrita a la realidad eclesial barcelonesa, pero encontró eco en muchas otras realidades que se sintieron reflejadas en las vivencias allí descritas. Todo nació de una voluntad de presencia. Me costó mucho decidirme a emprender ese camino. En junio de 2004 llegó la partición de la archidiócesis de Barcelona y el relevo episcopal. Hubo un gran movimiento de oposición urdido por los sectores progresistas del clero: se llegó incluso a la lectura de un manifiesto en el patio del Palacio Arzobispal que eligió como portavoz en contra de la decisión de Roma a Mn. Josep Maria Turull Garriga. La cosa no llegó a más porque la elección de Mons. Martínez Sistach constituía una promesa de pacificación. Una buena parte del clero más joven y dinámico tomamos una actitud de prudencia ante los acontecimientos. Decidimos de esta manera mostrarnos a disposición del nuevo Arzobispo con determinación y espíritu de generosa entrega.

¿Y que sucedió?

Vimos como poco a poco nos íbamos encontrando más solos. No digo aislados, ya que teníamos nuestros diversos ministerios que constituyen como siempre el origen de nuestras más hondas satisfacciones personales, pero sí poco arropados por nuestro Pastor. Así lo empezaban a experimentar un nutrido grupo de laicos, los mejor preparados para el apostolado en todos los ámbitos. Mire, en Cataluña existe una imperiosa necesidad de testimonio laical en todos los sectores de la sociedad, y una de las empresas más específicamente atendidas es la formación de seglares valientes y entregados a la causa del Evangelio.

¿Empezaron a experimentar una cierta frustración personal?

En cierta forma, así fue. Aunque algunos han tratado de ver en todo ello un resentimiento. Ciertamente los cambios introducidos por el nuevo Arzobispo no dejaban espacio a la duda. En todos los cargos de relevancia, sin excepción alguna, fueron situados los elementos de sectores más contestatarios con la doctrina de la Iglesia, los sujetos más críticos hacia el pontificado de Juan Pablo II y evidentemente contra el Cardenal Carles. Contemplamos ascensos meteóricos de personajes arropados por el progresismo eclesial más extremista: el ejemplo de Mn. Turull fue paradigmático (el del manifiesto anti partición): en un mismo año, con apenas 38 de edad, pasó de párroco de San Ramón de Peñafort a Vicario Episcopal y de Vicario Episcopal a Rector del Seminario. Era inexplicable. Pero no era eso lo que nos causaba desánimo. No quisimos interferir en la voluntad del Arzobispo para obrar con plena libertad.

¿Y entonces cual fue el revulsivo?

Pues creímos que a pesar de todo debíamos continuar con nuestra misión, eso sí, permaneciendo muy unidos en fidelidad al magisterio de la Iglesia, continuando nuestra formación y nuestra sed de crecimiento espiritual. Pero todo ello en cierta manera nos fue negado.

Explíquese usted

Un joven sacerdote, de recta doctrina y de gran dinamismo pastoral, acudió a entrevistarse con el Arzobispo, exponiéndole el proyecto de creación de un grupo de estudio y de apoyo espiritual en la línea del magisterio de Juan Pablo II. Y el Dr. Martínez Sistach se lo prohibió con la excusa de que ello crearía división en la diócesis. Eso creó un estado de honda decepción. Tanto que al sacerdote impulsor le costó salir de ese bache.

Y entonces usted tomó el relevo por su cuenta y riesgo.

Digamos que si. El código de derecho canónico concede a los sacerdotes el derecho de agruparse en asociaciones con fines espirituales para su propio crecimiento y edificación, para su formación y santificación. Nadie podía negarnos ese derecho. La situación me parecía caricaturesca. Y decidí hacer caricatura de todo ello.

Iniciado el curso 2006-2007 hice la composición de lugar y creé los primeros personajes con una cierta inventiva. Todo se situaría en el siglo I de nuestra era, en la Bárcino romana. Los nombres eran no tanto una burla como una referencia caricaturesca de cada uno de los principales protagonistas de la vida diocesana. El esquema era el mismo que el del famoso cómic belga de Gosciny y Uderzo.

Se refiere a “Asterix y Obelix…

Si, pero ahora los protagonistas se llamarían Cursus, Grassus, Trémolus, Ficus, Puer Haeres, etc… Verá usted: así funcionan los cómics de éxito, con una cierta aunque inocente mordacidad, con juegos de palabras a partir de los apellidos o de ciertos tics temperamentales o signos descriptivos de índole física.

¿Y eso cautivó al clero?

Claro está. Esa fue la razón del éxito inicial. Todos y de todos los sectores ideológicos del clero y del laicado empezaron a leer y a seguir con asiduidad el “De Bello Pallico”. Era como una especie de higiene matinal con que todos se desayunaban. Me alegro de ello. No hay nada tan saludable como el buen humor. Sin embargo conservé un fuerte sentido ético en los artículos. Me dediqué a la denuncia no a la ofensa. Nunca me permití licencias más allá de lo honesto, ni siquiera en los comentarios a veces muy ácidos. Los mensajes de adhesión al espíritu del blog no paraban de llegar. Muchos lectores, laicos y sacerdotes, se convirtieron en informadores privilegiados pues eran testigos en primera persona de la realidad descrita. Y todo ello empezaba a doler: comenzaron los primeros ataques.

¿A través de los comentarios en el blog?

No, no: ataques informáticos de gran envergadura, hasta hackear y destruir el blog, que apareció un día con una gran cabecera como titular “Scripta non manent” (Los escritos no permanecen), una bandera republicana y un “Prudentius R.I.P.”. Habían hecho desaparecer todos los artículos del blog.

Suerte que un gran amigo, Pauper Maestus, con mayores conocimientos informáticos que yo, había guardado la mayoría de los artículos que fueron inmediatamente reeditados en otro blog. Ese ataque inspiró una gran corriente de solidaridad hacia nosotros. Ahora ya no éramos cuatro o cinco francotiradores. Fueron muchos los que dieron un paso adelante para sostener y defender nuestro legítimo derecho a la libertad de opinión y expresión.

Pero el blog “De Bello Pállico” desapareció…

Lo hice desaparecer en la cresta de la ola del éxito mediático, tras ser citado en esos periódicos a los que usted hacía referencia. Algunos compañeros desaprobaron la desaparición del blog. Lo hice como un regalo y una tregua en el 70º cumpleaños de nuestro Arzobispo: el 29 de abril de 2007, y a la espera de ver signos concretos por su parte de condescendencia y cercanía. Le quedaba oficialmente un quinquenio de ministerio. Quizá tomaría una actitud diferente.

Y no se produjo ese acercamiento...

Ni por asomo. Al contrario. Desde las altas cúpulas del poder creían que nos habíamos cansado de luchar. Que habíamos claudicado. Que el hastío nos había vencido. Que como decían: “Ya se habían aburrido”. Pero evidentemente no fue así. El 10 de mayo nacía la web Germinans Germinabit.

Religión en Libertad ofrecerá mañana a sus lectores la segunda parte de la entrevista.

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