Nosotros, nueve cardenales y 160 arzobispos y obispos de Europa, nos hemos reunido en convivencia en la Domus Galilaeae durante la octava de Pascua para reflexionar sobre la nueva evangelización desde el mismo lugar donde Jesús proclamó las Bienaventuranzas y desde donde envió a los apóstoles para la Misión Universal.
Nosotros, obispos, reconocemos con gratitud que, entre las muchas gracias que el Espíritu Santo ha concedido a su Iglesia en nuestros tiempos, el Camino Neocatecumenal representa, con su itinerario de formación cristiana, un carisma poderoso que refuerza el impulso misionero que nace de la regeneración bautismal y que da una respuesta a la dramática situación de la descristianización de Europa.
Declaramos que el futuro del Camino Neocatecumenal dependerá en gran medida del amor paterno con el que nosotros obispos acojamos este carisma, acompañemos de cerca a los seminarios Redemptoris Mater y animemos a las tan preciosas familias de las comunidades neocatecumenales, integrándolas todavía más en la vida de las iglesias locales.