(Claudia Hennen/Evan Romero-Castillo/DW.de) El nacimiento de 105 varones por cada 100 niñas es considerado por los demógrafos como una proporción “normal”, porque los bebés y niños de sexo masculino presentan una tasa de mortalidad mayor que termina equilibrando el número de hombres y mujeres en una región determinada. Estos son los cálculos tomados como referencia en un estudio publicado recientemente por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en donde se denuncia el aborto de fetos de sexo femenino como una tendencia creciente en Europa.
En Albania, por ejemplo, nacen 112 varones por cada cien niñas; en Kosovo y Montenegro nacen 110 y 109 varones, respectivamente. Los expertos atribuyen esta asimetría a las estructuras familiares arcaicas que predominan en estos países, en donde los niños de sexo masculino son percibidos como perpetuadores de la familia y sus tradiciones, y las mujeres abandonan el clan en cuanto se casan.
Falta de mujeres propicia tráfico y prostitución
Si la pobreza, la falta de planificación familiar y el estatus social inferior conferido a las mujeres en Albania, Kosovo y Montenegro traen consigo el aborto selectivo de los fetos de sexo femenino, la consecuente escasez de mujeres en sus sociedades estimulan el tráfico de personas y la prostitución. El estudio en cuestión, preparado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU), revela también el incremento del número de matrimonios impuestos a menores de edad y el índice de suicidios entre las mujeres.
El aborto selectivo de los fetos de sexo femenino en los Balcanes trae a la memoria fenómenos similares registrados en algunas regiones de India o China, en donde nacen entre 120 y 130 varones por cada cien mujeres. El editor del estudio, Christophe Guilmoto, del Instituto para el Desarrollo de la Universidad Paris-Descartes, estima que en el continente asiático 117 millones de mujeres brillan por su ausencia. Los demógrafos han comenzado a hablar de “feminicidio” para aludir a este problema.
La selección prenatal del sexo, otro problema
Otro elemento que facilita el aborto selectivo de los fetos de sexo femenino es el avance médico-tecnológico: los galenos pueden determinar el sexo de un feto a partir de la 14ª semana de embarazo. En muchos países europeos está prohibido abortar a partir del segundo tercio del embarazo, y hacerlo a causa del sexo del feto, mucho más. Pero las estadísticas de nacimiento en Albania y Macedonia, por ejemplo, indicarían que se está recurriendo a argumentos como, por ejemplo, el aumento de abortos ilegales, entre otros, para justificar los abortos legales.
No obstante, se equivoca quien cree que esta situación se limita a los países más pobres del este de Europa. La tendencia a elegir el sexo de los bebés también se está haciendo sentir en la Unión Europea: los medios daneses hacen referencia al “turismo para abortar” con destino a Suecia, en donde los embarazos se pueden interrumpir legalmente hasta la 18ª semana. Y, en lo que al Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP) se refiere, científicos alemanes se han pronunciado a favor de seguir implementándolo sólo en casos extraordinarios.
Mejorar la situación de las mujeres
El dilema es que, aún si Alemania limita la aplicación del DGP para evitar al máximo la selección del sexo de los bebés, sus vecinos están flexibilizándolo y sometiendo cada solicitud al análisis de un consejo de ética. En una resolución de noviembre de 2011, el Consejo Europeo señalaba que “la selección prenatal del sexo ha alcanzado dimensiones preocupantes”. Pero la Unión Europea no tiene facultad para intervenir en la materia; las leyes que regulan el aborto pertenecen al ámbito de la política sanitaria de cada país.
Es por eso que Bruselas tampoco puede exigirle a Albania o a Macedonia que ponga coto al aborto selectivo de los fetos de sexo femenino en sus territorios como condición para aceptarlos en el bloque comunitario. Quienes se ocupan de este tema lamentan que el tópico no haya sido tocado todavía en el Parlamento Europeo. A sus ojos, cambiar la situación no pasa por endurecer las leyes relativas al aborto, sino por mejorar las condiciones sociales, reducir la pobreza y promover el trato igualitario de las mujeres en las sociedades donde se presenta esta problemática.