(Aica) Por cuarto año consecutivo, esta vez con el lema «Renovando nuestra fe vivamos un Milagro misionero», cientos de jóvenes salteños fueron protagonistas, el pasado sábado 8 de septiembre, de «El Milagro de los Jóvenes», marchando desde el Colegio Belgrano hasta la catedral-basílica portando las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro.
En el clima emotivo que está viviendo toda la comunidad salteña por la fiesta religiosa más trascendente para la provincia y el inicio de la novena la semana pasada, los jóvenes demostraron su ansiedad y su fe por la llegada del día en que los patronos religiosos recorrerán la ciudad.
El Milagro Juvenil culminó con la celebración eucarística que en el atrio de la catedral presidió el arzobispo de Salta, Mons. Mario Antonio Cargnello, quien agradeció a los jóvenes «el testimonio de fe que han dado en esta tarde, mientras celebramos el Milagro con toda la comunidad de Salta, con los peregrinos, con los amigos, con los devotos del Señor que están llegando».
«Gracias -les dijo- porque la fe en ustedes se traduce en un fuerte entusiasmo que nos renueva a todos. Gracias porque esa fe y ese entusiasmo nos muestran que el Milagro no sólo es la fidelidad a una tradición, sino que es una respuesta a Cristo hoy que quiere renovar nuestro corazón, el de nuestra familia, de nuestra sociedad en nuestro presente para ir forjando un mundo mejor».
El arzobispo explicó que «frente a quienes nos dicen que la vida se realiza en la consumición de la bebida, de la droga, del sexo sin compromiso; pero, cuando sentimos el peso de la destrucción y de la esclavitud, nos dejan solos, escuchemos a Jesús que nos abre a una vida que vale dándose».
«Queridos jóvenes», exhortó el prelado, «no tengan miedo de pensarse creadores de familias nuevas. Ustedes pueden hacerlo, el mundo necesita que lo hagan. Piénsense capaces de amar respetándose mutuamente, no piensen en los hijos como una amenaza, como un numero sino como un hermoso don y una gran oportunidad.
Mons. Cargnello lamentó que «Nuestras leyes pretenden tratar a los hijos en el seno materno como un número, un cálculo para los padres, una decisión sin responsabilidad… ¡qué pena da esto! ¡Qué pena que se piense la sociedad desde el puro cálculo y no pensemos en el niño que va a nacer, que tiene derecho a su identidad! Quiero invitarlos a que reflexionen el tema del Código Civil, tiene que ver con el futuro de nuestros hermanos. Si queremos ser ciudadanos cristianos, la patria nos tiene que doler, tiene que ser un proyecto de trabajo, de responsabilidad, de estudio, de madurez, de visión del hombre, de solidaridad real. Es cierto que nos exige crecer, pero vale la pena en estos tiempos que nos toca vivir.»
