(Vatican Insider) Pablo VI fue el primer Papa en viajar a América Latina. Corría el año 1968. Fue una visita relámpago, apenas tres días (del 22 al 24 de agosto) para inaugurar en Bogotá la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Colombia volvió a recibir al obispo de Roma en 1986, se trataba entonces de Juan Pablo II. Ahora desea convertirse en la “tierra de los tres Papas”.
Los obispos colombianos han invitado “insistentemente” a Benedicto XVI a su país, incluso en la visita que cumplieron al Vaticano en la tercer semana de junio. Pero el presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Bogotá, Rubén Salazar Gómez, prefiere ser prudente. Sabe que existen dificultades para que el avión papal desvíe su trayectoria en el viaje a Río de Janeiro (Brasil) para la Jornada Mundial de la Juventud de julio de 2013.
En entrevista con el Vatican Insider abordó ese y otros asuntos.
¿Cuáles son las principales preocupaciones de la Iglesia colombiana?
Colombia, hasta hace muy pocos años, era una nación homogéneamente católica y hoy en día vive una pluralidad religiosa en la cual existen, además, los declaradamente ateos, una situación novedosa. Se han verificado intentos, a veces exitosos, de erradicar los valores cristianos de la sociedad colombiana. En muchos campos asistimos a una descristianización clara del país.
¿Cómo enfrentar estos problemas?
Juan Pablo II y Benedicto XVI han hablado de nueva evangelización. Para nosotros es clara la necesidad de encontrar nuevos métodos para llevar el evangelio a aquellos que, habiendo recibido el bautismo, han perdido la práctica religiosa y a quienes construyen la vida como si Dios no existiese, que son numerosos.
Existe la percepción que Colombia cambió mucho en los últimos años, ¿es así?
El país ha cambiado y lo ha hecho de manera muy rápida, se ha transformado para bien en muchos aspectos, particularmente en el campo de la distribución de la riqueza. El índice de pobreza ha disminuido y actualmente la nación es relativamente próspera. La Iglesia sigue predicando la necesidad de compartir los bienes, que todos los ciudadanos tengan acceso a sus derechos y cumplan sus deberes. En el campo de la paz se han logrado avances porque han desaparecido algunos de los factores que, en su momento, propiciaron la lucha armada. Entonces se ha visto más claro un ambiente propicio para la solución de los conflictos.
¿Podría el Papa visitar su país en 2013?
Para nosotros sería una alegría inmensa tener a Benedicto XVI en Colombia, tuvimos la dicha de tener a Pablo VI y a Juan Pablo II. Lo hemos invitado insistentemente pero somos conscientes que, por su edad y su salud, no es claro que vaya a aceptar esa invitación.
¿Qué tan real es la posibilidad que se concrete la visita?
Nosotros no hemos ilusionado demasiado a la gente porque queremos evitar una desilusión si el Papa no puede ir. Simplemente referimos de la invitación pero aclaramos que somos conscientes de las graves dificultades que se presentan para que él pueda aceptarla.
El cambio repentino del embajador sin seguir el protocolo, ¿afectaría la posible visita?
No tengo muchos elementos para opinar al respecto, no tengo idea de por qué el gobierno decidió cambiar al embajador, no sé por qué decidió nombrar a quien nombró ni tampoco por qué no se siguieron los procedimientos esperables en estos casos.
¿Existe interés del gobierno en un eventual viaje apostólico?
Claro, es indudable que el actual embajador (César Mauricio Velázquez) ha sido sumamente entusiasta con la posible visita del Papa. Somos conscientes que si el pontífice no acepta la invitación no significa que no quiere a nuestro país, sino porque realmente se le dificulta.
El Papa es sumamente afectuoso, cercano y cálido. Él expresa ese profundo amor a cada uno de los pueblos de América Latina. En nuestros encuentros por la visita “ad limina” ha expresado su cariño por Colombia y el deseo de poder visitarlo, eventualmente. Aunque es el primero en saber que no siempre las cosas son posibles.