(Agencias/InfoCatólica) La primera audiencia del pontificado concedida especialmente a los niños, como fue denominada por Aicha Hounsouou, que habló en nombre de todos los pequeños, se celebró en la parroquia de Santa Rita, que alberga un centro de acogida de las Misioneras de la Caridad, de la Madre Teresa de Calcuta, y asistieron padres y cuidadores de los menores.
Benedicto XVI recordó el día de su primera comunión y señaló que fue uno de los más bonitos de su vida, "no por los vestidos, los regalos o el banquete de fiesta", sino porque en ese día recibió por primera vez a Jesús. "Queridos niños, no dudéis en hablar de Jesús a los demás. Es un tesoro que hay que compartir con generosidad", afirmó el papa, que recordó la figura de san Kizito, un niño ugandés de 13 años que fue asesinado porque quería vivir según el bautismo que acababa de recibir.
San Kizito forma parte del grupo de los 22 santos mártires de Uganda, pajes y funcionarios del rey de Buganda (que hoy forma parte de Uganda) convertidos al catolicismo por los misioneros de los Padres Blancos y que fueron asesinados entre noviembre de 1885 y enero de 1887 por haber abrazado el cristianismo.
Benedicto XVI regaló un rosario a cada uno de los niños y les dijo que es muy fácil rezarlo y que si no sabían, se lo pregunten a sus padres. "Cuando los tengáis en vuestras manos podréis rezar por el papa, la Iglesia y todas las intenciones importantes", subrayó.
Con los líderes políticos, religiosos y sociales
Esta mañana el Papa recibió a líderes sociales, embajadores y jefes religiosos en el Palacio presidencial de Cotonou, capital de Benín, en el segundo día de su visita apostólica a ese país de la costa occidental africana.
"En este momento existen demasiados escándalos e injusticias, demasiada corrupción y avidez, demasiado desprecio y demasiadas mentiras, demasiadas violencias que llevan a la miseria y a la muerte", afirmó en su discurso. "Estos males afligen vuestro continente, pero de igual manera el resto del mundo. Cada pueblo quiere comprender las elecciones políticas y económicas que son realizadas en su nombre. Quiere participar del buen gobierno", agregó. El Papa reflexionó:
"Sabemos que ningún régimen político humano es perfecto, y que ninguna decisión económica es neutral. Pero siempre deben servir al bien común. Por tanto, estamos ante una reivindicación legítima, que afecta a todos los países, de una mayor dignidad y, sobre todo, de más humanidad. El hombre quiere que su humanidad sea respetada y promovida".
Y les exhortó: "No privéis a vuestros pueblos de la esperanza. No amputéis su porvenir mutilando su presente. Tened un enfoque ético valiente en vuestras responsabilidades y, si sois creyentes, rogad a Dios que os conceda sabiduría".. Esta sabiduría os hará entender que, siendo los promotores del futuro de vuestros pueblos, es necesario que seáis verdaderos servidores de la esperanza". Reconoció las dificultades y les indicó dónde encontrar remedio:
"No es fácil vivir en la condición de servidor, de mantenerse íntegro entre las corrientes de opinión y los intereses poderosos. El poder, de cualquier tipo que sea, ciega fácilmente, sobre todo cuando están en juego intereses privados, familiares, étnicos o religiosos. Sólo Dios purifica los corazones y las intenciones".
"La Iglesia no ofrece soluciones técnicas ni impone fórmulas políticas. Ella repite: No tengáis miedo. La humanidad no está sola ante los desafíos del mundo. Dios está presente. Y este es un mensaje de esperanza, una esperanza que genera energía, que estimula la inteligencia y da a la voluntad todo su dinamismo. La Iglesia acompaña al Estado en su misión; quiere ser como el alma de ese cuerpo, indicando incansablemente lo esencial: Dios y el hombre. Quiere cumplir abiertamente y sin temor esa tarea inmensa de quien educa y cuida y, sobre todo, de quien ora incesantemente, que muestra dónde está Dios y dónde está el verdadero hombre"