(Susana Samhan/Efe) El domingo pasado, cientos de cristianos se concentraron frente al edificio de la radiotelevisión egipcia para protestar por la quema de una iglesia en Asuán, en el sur, en una manifestación que degeneró en enfrentamientos con los militares que causaron 25 muertos.
“Los coptos solo quieren que haya libertad de credo y tener sitios donde rezar“, resume en una frase Emad Gad, analista cristiano del Centro de Estudios Estratégicos Al Ahram, quien culpa a la Junta Militar y al Gobierno de los últimos sucesos en Egipto.
Gad explicó que la sociedad egipcia en su conjunto y, por ende, la mayoría de musulmanes no tiene “un problema cristiano“, sino que son las autoridades las que “animan a la discriminación en nombre de la seguridad del Estado“.
Aun así, reconoció que los incidentes interreligiosos son habituales en el Alto Egipto, porque “desde Minya a Asuán (a unos 250 y 700 kilómetros al sur de El Cairo, respectivamente), entre el 25 y el 30 por ciento de la población es cristiana, lo que origina roces con la mayoría musulmana“.
En Egipto, se denomina copto a cualquier cristiano, aunque la iglesia mayoritaria es la ortodoxa egipcia, una de las más antiguas del mundo y cuya presencia se remonta a poco después de la muerte de Jesús de Nazaret, mucho antes de la invasión árabe en el siglo VII d. C.
Los cristianos representan entre cinco y un diez por ciento (la cifra varía mucho según las fuentes, ya que no se dispone de un censo al respecto) de los más de ochenta millones de egipcios, con una presencia desigual en la geografía del país.
Pese a ser una de las principales minorías cristianas de Oriente Medio, los coptos tienen dificultades para acceder a determinados cargos en la Administración y el Ejército, y una de sus principales peticiones es una norma que facilite la construcción y restauración de iglesias.
Tras los incidentes del domingo, el Gobierno del primer ministro egipcio, Esam Sharaf, anunció un proyecto de ley para “legalizar la situación de los templos sin licencia“.
El portavoz del Papa copto Shenuda III, Hani Aziz, dijo a Efe que la ley se divide en dos partes: “La primera está solo relacionada con las iglesias que fueron construidas sin permiso y que, cuando se aplique la ley, serán regularizadas“; y la segunda parte regirá para “todos los templos, tanto iglesias como mezquitas“.
Aziz subrayó que con la nueva legislación “se van a reducir los trámites para la construcción de las iglesias y se va a dar derechos a los cristianos para evitar que la violencia surja de nuevo“.
No todos los coptos son optimistas sobre la buena voluntad del Gobierno a la hora de aplicar la futura ley, como los abogados Mamduh Ramzy y Naguib Guibrail.
Ya se prometió lo mismo en otras ocasiones
Ramzy apuntó que no se fían del anuncio de Sharaf “porque es algo que se ha dicho anteriormente y nunca se ha cumplido“. A su juicio, “lo que va a marcar la diferencia es poner en marcha la ley, no solo aprobarla, porque se puede aprobar sin aplicación“.
En la actualidad, la construcción de mezquitas está ordenada dentro del mismo marco jurídico que organiza la edificación de inmuebles ordinarios, mientras que las iglesias necesitan de un permiso especial del presidente de la república.
Asimismo, la rehabilitación de un templo requiere hasta ahora de una licencia del gobernador de la provincia, indicó Guibrail. “En los últimos diez meses no ha habido ninguna autorización de la máxima autoridad del Estado para construir nuevas iglesias“, dijo el letrado.
El también abogado Ishaq Ibrahim, de la Iniciativa Egipcia para los Derechos Personales, recordó que la norma en vigor hasta ahora marca diez condiciones para construir una iglesia, que no se aplican a las mezquitas.
“Esas diez condiciones llevan impuestas desde 1936 y exigen desde que la iglesia no sea erigida en un terreno agrícola hasta que haya una distancia determinada entre iglesias“, precisó Ibrahim.
Para Ibrahim, el proyecto de ley es un pequeño paso, porque lo que en realidad hay que hacer es que la gente lo acepte. “Si queremos acabar con la discriminación, necesitamos tiempo para cambiar la mentalidad a través de la educación y el discurso en los medios de comunicación“, zanjó el activista.