(LSN/InfoCatólica) Katrina Effert de Wetaskiwin, Alberta, dio a luz secretamente en el baño de la casa de sus padres el 13 de abril del 2005. A continuación estranguló con sus propias manos a su hijo y tiró su cuerpo al otro lado de una cerca. Por entonces tenía 19 años de edad.
Dos juzgados la encontraron culpable de un delito de asesinato en segundo grado, pero en ambas ocasiones los juicios fueron declarados nulos por la corte de apelaciones. En mayo, la corte de apelación de Alberta cambió el cargo de asesinato por el de infanticidio, que tiene una pena menor
El pasado viernes, la asesina consiguió de la jueza Justice Veit una condena de tres años de cárcel "suspendida", por lo cual pudo salir por su propio pie de la corte, aunque tendrá que cumplir ciertas condiciones.
La jueza Veit aseguró en su sentencia que la falta de una ley del aborto en Canadá implica que "mientras que muchos canadienses ven el aborto con la solución menos ideal para la práctica del sexo sin protección y para los embarazos no deseados, por lo general entienden, aceptan y simpatizan con las dificultades que el embarazo y el parto causan a las madres, sobre todo si no tienen apoyo".
“Naturalmente los canadienses sienten pena por la muerte de los niños, especialmente si es a manos de sus madres, pero también sienten pena por la propia madre".
La ley penal de Canadá dictamina que una mujer que no se ha recuperado de los efectos de un parto puede ser acusada del cargo menor de infanticidio, que conlleva una pena de cinco años. Pero para ello debe dictaminarse que no estaba en pleno uso de sus facultades mentales.
Sin embargo, en el caso de Katrinna Effert la evidencia mostró que sabía muy bien lo que hacía ya que había preparado con anterioridad el asesinato de su hijo. De hecho, se supo que había intentado deshacerse de él durante el embarazo abusando del alcohol.