La evangelización de los jóvenes: una emergencia

esde hace ya bastantes años, se llevan a cabo encuestas que tienen como contenido preguntar a jóvenes cómo están de fe, cuántos se sienten creyentes y, si son cristianos, si practican o celebran la Misa el domingo, etc. Los resultados son los que son y nos indican cuáles son las tendencias en el mundo juvenil, casi siempre a la baja en lo que se refiere a la fe cristiana, a creer o no en Dios o lo que propone la Iglesia porque Dios lo ha revelado. Esas encuestas pueden desazonarnos, evidentemente. Nosotros sabemos hasta qué punto la secularización y desorientación de nuestro mundo influye en el desarrollo de la fe de nuestros chicos adolescentes y jóvenes, y nos apena la pérdida de fe en los jóvenes.
Normalmente, del resultado de estas encuestas se hacen eco muchos medios, entre los que se cuentan aquellos que se alegran de que éste sea así porque tienen estos medios una postura contraria a lo que la Iglesia propone. Yo, la verdad es que no lo entiendo bien o y no acierto por qué se alegran, porque me pregunto: ¿no hay algo de hipocresía en esta manera de ver las cosas? Es decir, ¿cómo no va a haber cada vez más chicos que dejen su fe, se alejen de la Iglesia y no practiquen lo que sus padres, que son la Iglesia, les han transmitido, si constantemente tienen estos medios una comprensión del hecho religioso y, sobre todo, del hecho cristiano como fenómenos negativos, que son ilusorios y sin valor para la persona “moderna”? ¿No es real que no han cambiado un ápice en su postura sobre lo que la fe cristiana aporta al hombre y la mujer, con argumentos que son parecidísimos a los esgrimidos hace 50, 70, 100 o 200 años, argumentos, por tanto que no superan el tópico?
¿Significa esto que yo no acepto que esos fenómenos descritos en las encuestan no son verdaderos? En absoluto, pero matizando. Nosotros, los católicos muchas veces tenemos culpa al no haber sabido transmitir bien la fe, el Evangelio, la persona de Jesucristo. Sin duda, pero, ¿no estará ocurriendo que, en muchas ocasiones, las respuestas negativas de los jóvenes en las encuestas, responden más a una idea falsa de quien es Dios o Jesucristo o la Iglesia? También sin duda. Por otro lado, es más fácil destruir que construir. Y manejar tópicos o prejuicios hace mucho daño. Por todo ello, creo que nuestra postura de padres, sacerdotes, catequistas, educadores en la fe o jóvenes que quieren acompañar a otros jóvenes, es no dar por supuesto nada o casi nada en la fe de los jóvenes o a la hora de que ésta crezca armónicamente. Y utilizar los medios siempre eficaces: el testimonio, decirles la verdad, la oración por ellos, el ejemplo de vida, el Catecismo de la Iglesia Católica, el Youcat, la reunión de grupo, la práctica del amor cristiano, la exhortación a encontrarse con Cristo en la oración, en la Eucaristía dominical, la confesión de los pecados en el sacramento de la Reconciliación, la atención a los más pobres…
Pero nada de esto se puede hacer sin una pequeña planificación, sin la creación de grupos de fe, sin la ayuda de los movimientos apostólicos, sin una oferta pastoral en las parroquias para sus jóvenes, sin dedicar gente a estar con esos jóvenes, a ofrecerles alternativas a la cultura dominante, a “desfacer los entuertos” que ésta crea como desafíos a nuestra fe. Sin todo esto, de poco sirve los enormes esfuerzos que la pastoral juvenil diocesana hace o planifica, o los ofrecimientos que hace para encuentros, convivencias, campañas, peregrinación a Guadalupe, JMJ o de otro tipo. Es todo un entramado que, desde dentro, sintiéndose Iglesia, podemos comprender y alegrarnos de que exista. Yo afirmo que un joven católico consciente de su fe, siguiendo a Jesucristo y viviendo como Él nos enseñó, sale “más barato” a los poderes públicos, porque será más participativo como ciudadano, vivirá las virtudes morales, romperá menos mobiliario urbano, necesitará menos dinero para desintoxicarse, creará menos problemas sociales porque creará familias mejores, más unidas, más a favor de una sociedad más justa.
Quiero pensar también en todos esos jóvenes magníficos que están en nuestras parroquias o asociaciones que perseveran en su fe, se preocupan por los demás, oran y aman a Jesucristo, tienen alegría y se sienten felices de ser católicos. Pienso sobre todo en los que guían por su mayor experiencia a los más jóvenes. Para ellos sobre todo está diseñado en Congreso Nacional de Pastoral Juvenil, que va a tener lugar del 1 al 4 de noviembre en Valencia. Su título es significativo: “También vosotros daréis testimonio” (Jn 15,26-27).
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X Braulio Rodríguez Plaza
Arzobispo de Toledo
Primado de España

Desde hace ya bastantes años, se llevan a cabo encuestas que tienen como contenido preguntar a jóvenes cómo están de fe, cuántos se sienten creyentes y, si son cristianos, si practican o celebran la Misa el domingo, etc. Los resultados son los que son y nos indican cuáles son las tendencias en el mundo juvenil, casi siempre a la baja en lo que se refiere a la fe cristiana, a creer o no en Dios o lo que propone la Iglesia porque Dios lo ha revelado. Esas encuestas pueden desazonarnos, evidentemente. Nosotros sabemos hasta qué punto la secularización y desorientación de nuestro mundo influye en el desarrollo de la fe de nuestros chicos adolescentes y jóvenes, y nos apena la pérdida de fe en los jóvenes.

Normalmente, del resultado de estas encuestas se hacen eco muchos medios, entre los que se cuentan aquellos que se alegran de que éste sea así porque tienen estos medios una postura contraria a lo que la Iglesia propone. Yo, la verdad es que no lo entiendo bien o y no acierto por qué se alegran, porque me pregunto: ¿no hay algo de hipocresía en esta manera de ver las cosas? Es decir, ¿cómo no va a haber cada vez más chicos que dejen su fe, se alejen de la Iglesia y no practiquen lo que sus padres, que son la Iglesia, les han transmitido, si constantemente tienen estos medios una comprensión del hecho religioso y, sobre todo, del hecho cristiano como fenómenos negativos, que son ilusorios y sin valor para la persona “moderna”? ¿No es real que no han cambiado un ápice en su postura sobre lo que la fe cristiana aporta al hombre y la mujer, con argumentos que son parecidísimos a los esgrimidos hace 50, 70, 100 o 200 años, argumentos, por tanto que no superan el tópico?

¿Significa esto que yo no acepto que esos fenómenos descritos en las encuestan no son verdaderos? En absoluto, pero matizando. Nosotros, los católicos muchas veces tenemos culpa al no haber sabido transmitir bien la fe, el Evangelio, la persona de Jesucristo. Sin duda, pero, ¿no estará ocurriendo que, en muchas ocasiones, las respuestas negativas de los jóvenes en las encuestas, responden más a una idea falsa de quien es Dios o Jesucristo o la Iglesia? También sin duda. Por otro lado, es más fácil destruir que construir. Y manejar tópicos o prejuicios hace mucho daño. Por todo ello, creo que nuestra postura de padres, sacerdotes, catequistas, educadores en la fe o jóvenes que quieren acompañar a otros jóvenes, es no dar por supuesto nada o casi nada en la fe de los jóvenes o a la hora de que ésta crezca armónicamente. Y utilizar los medios siempre eficaces: el testimonio, decirles la verdad, la oración por ellos, el ejemplo de vida, el Catecismo de la Iglesia Católica, el Youcat, la reunión de grupo, la práctica del amor cristiano, la exhortación a encontrarse con Cristo en la oración, en la Eucaristía dominical, la confesión de los pecados en el sacramento de la Reconciliación, la atención a los más pobres…

Pero nada de esto se puede hacer sin una pequeña planificación, sin la creación de grupos de fe, sin la ayuda de los movimientos apostólicos, sin una oferta pastoral en las parroquias para sus jóvenes, sin dedicar gente a estar con esos jóvenes, a ofrecerles alternativas a la cultura dominante, a “desfacer los entuertos” que ésta crea como desafíos a nuestra fe. Sin todo esto, de poco sirve los enormes esfuerzos que la pastoral juvenil diocesana hace o planifica, o los ofrecimientos que hace para encuentros, convivencias, campañas, peregrinación a Guadalupe, JMJ o de otro tipo. Es todo un entramado que, desde dentro, sintiéndose Iglesia, podemos comprender y alegrarnos de que exista. Yo afirmo que un joven católico consciente de su fe, siguiendo a Jesucristo y viviendo como Él nos enseñó, sale “más barato” a los poderes públicos, porque será más participativo como ciudadano, vivirá las virtudes morales, romperá menos mobiliario urbano, necesitará menos dinero para desintoxicarse, creará menos problemas sociales porque creará familias mejores, más unidas, más a favor de una sociedad más justa.

Quiero pensar también en todos esos jóvenes magníficos que están en nuestras parroquias o asociaciones que perseveran en su fe, se preocupan por los demás, oran y aman a Jesucristo, tienen alegría y se sienten felices de ser católicos. Pienso sobre todo en los que guían por su mayor experiencia a los más jóvenes. Para ellos sobre todo está diseñado en Congreso Nacional de Pastoral Juvenil, que va a tener lugar del 1 al 4 de noviembre en Valencia. Su título es significativo: “También vosotros daréis testimonio” (Jn 15,26-27).

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+ Braulio Rodríguez Plaza

Arzobispo de Toledo

Primado de España