Educar sin valores

Educar sin valores

Leyendo los números 34, 35, 37 y 40 de la Encíclica «Mit brennenjder Sorge» de Pío XI contra el nazismo alemán descubrí que en educación esos números son plenamente aplicables a los laicistas actuales.

En mi reciente artículo «La puerta abierta al diablo: el laicismo», una señora mejicana me dice: «En México, el laicismo llevado hasta sus últimas consecuencias por todos los masones que nos han gobernado le ha hecho mucho mal a nuestra sociedad, porque la mayoría de la gente va a las malas escuelas públicas, en las cuales no reciben una formación, ni siquiera de valores humanos, ya no digo de valores morales, y por ello estamos sufriendo tanta violencia porque muchos jóvenes no respetan nada, y se les hace fácil delinquir, porque para ellos y los malos gobernantes que tenemos, no tiene importancia matar, robar, etc. La gente no tiene ninguna formación humana, porque cuando la Iglesia dice algo siempre se le ataca y se dice que no tienen que opinar porque México es laico. Pobres idiotas, perdón por la palabra, por ello la Iglesia pide a los católicos que oremos mucho por nuestro país. Esperemos que los españoles sepan luchar contra esto que les está por suceder. Ma. Teresa. México».

Esta reflexión me lleva a preguntarme si es posible una educación sin valores. Para empezar ¿qué entendemos por educación? Educar es, ya desde la infancia, sembrar ideales, formar criterios y fortalecer la voluntad, pues todo aprender supone un esfuerzo. La educación ha de ser integral, es decir, afecta a todas las dimensiones humanas, como lo racional y afectivo, lo intelectual, lo religioso y moral, lo temporal y lo trascendente. La función de la educación no es sólo instruir o transmitir unos conocimientos, sino formar el carácter capacitando para el sacrificio, así como enseñar los valores y comportamientos, inculcando el sentido del deber, del honor, del respeto, convenciendo y persuadiendo gracias a un diálogo abierto y permanente, mejor que imponiendo. Educar es fundamentalmente enseñar a amar, tener una idea precisa del modelo de persona que se persigue, es decir enseñar el significado de la vida, el porqué y para qué vivir, no sólo formar individuos útiles a la sociedad, sino que puedan transformarla para bien.

Pero educar, ¿en qué? En valores. Los valores nos señalan lo que debemos ser y nos dan ese núcleo de convicciones que necesitamos para poder vivir con dignidad, libertad y responsabilidad. La dignidad humana consiste en considerar que no podemos usar del ser humano como usamos de las cosas, sino que siempre debemos respetarle. No existen ni una enseñanza ni una educación neutra, pues todas hacen referencia a una serie de valores, que eso sí, pueden ser positivos o negativos. No hay que olvidar que educar es servir, pero dirigiendo y que los padres han de ponerse al servicio de esta nueva vida, para que pueda llegar a desarrollarse como persona libre.

Ahora bien, ¿una educación laicista puede educar en valores positivos, que verdaderamente sirvan para hacer personas y no monigotes?

Para empezar el laicismo radical no cree en Dios, con lo que los valores no tienen una base sólida en que apoyarse y cada uno se convierte en su propio dios, realizando así uno de los principios básicos del satanismo: sé tu propio dios.

Tampoco acepta la Ley Natural, reliquia ideológica y vestigio del pasado, como vemos claramente en la anticientífica ideología de género.

Y tampoco aceptan el Decálogo, del que no cumplen ni de lejos ni uno sólo de los diez mandamientos. Eso sí, las palabras tolerancia y democracia las tienen constantemente en la boca, pero como decía Unamuno: «en Francia no se puede pensar libremente, hay que ser librepensador».

Y para culminarlo todo sus principios pedagógicos son un auténtico desastre: todo ha de ser fácil, hay que desterrar el esfuerzo, el aprendizaje ha de ser lúdico, hay que desjerarquizar la enseñanza, sustituir el saber por el sentir y el experimentar, guerra al memorismo etc. En pocas palabras los perros se atan con longanizas y los euros se venden a ochenta céntimos (actualización del refrán no se venden duros a cuatro pesetas). Igualemos a todos, pero por abajo, lo que lleva al embrutecimiento y a la inmadurez.

Para terminar: leyendo los números 34, 35, 37 y 40 de la Encíclica «Mit brennenjder Sorge» de Pío XI contra el nazismo alemán descubrí que en educación esos números son plenamente aplicables a los laicistas actuales.

Y si me lee algún ateo que no se considera laicista radical, le pregunto: ¿cuál es el sentido de la vida y para qué estamos aquí?, así como ¿cuáles son los principios concretos en los que basa su actuación?

Pedro Trevijano

 

10 comentarios

pedro de madrid
Es que los políticos y multitud de personas no saben distinguir lo que son valores. Sus valores, son ganar mucho, vestir bien, una o dos buenas casas, con piscina y garaje, comer en buenos sitios, que no les amarguen la vida, buena seguiridad social y servicios y ver algunas necesidades, para justificarse, porque la vida se acaba, como la de un pollo.
5/10/18 4:56 PM
Jackino
No se debe confundir laicismo con nazismo. Laicismos hay muchos: Kant, Marx, Nietzsche, Sartre, etc. Mientras que nazismos solamente hay uno: el de Hitler. Hitler se creía infalible y practicaba el ocultismo como ayuda para ganar la guerra. Al creerse infalible era como un dios para sí mismo y a esta actitud yo la llamo egocentrismo. Al creer en el ocultismo dejaba de ser ateo o agnóstico para convertirse en una persona supersticiosa que cree en las ciencias ocultas. Yo ni me creo infalible ni creo en las ciencias ocultas como el famoso horóscopo. Aunque yo solamente puedo hablar por mi mismo. Una máxima moral es trata a los demás como quieras ser tratado. Esto es parecido al ama a los demás como a ti mismo predicado por Jesucristo: no se debe matar, no se debe robar, no se debe adulterar, no se debe mentir, etc. La diferencia es que un laicista, un ateo o un agnóstico no puede amar a Dios porque no cree o no esta seguro de su existencia. Estamos de acuerdo en que no puede adorar a Dios o santificar las fiestas. Otros laicistas tendrán otros valores: no se y, por lo tanto, no contesto.
5/10/18 5:00 PM
Carmen
Totalmente de acuerdo. Así son nuestros jóvenes líderes políticos incluido el presidente, niños de la Lode, educados en el sentimiento más que en el saber, poquito esfuerzo y copio cualquier trabajo que luego engordo creyéndome Demóstenes. Memoria... ninguna la histórica falseada y sin historia porque tampoco la recuerdan ni la conocen. Por eso nadie da lo que no tiene y así nos va .
5/10/18 6:57 PM
Pedro Trevijano
Simplemente digo que en cuestiones educativas lo que Pío XI dijo de los nazis es perfectamente aplicable a los laicistas actuales, que, por cierto algunos son tan Talibanes como para pretender volar la Cruz del Valle de los Caídos. Pío XI afirma en el nº 34: "Sobre la fe en Dios, genuina y pura , se funda la moralidad del género humano. Todos los intentos de separar la doctrina del orden moral de la base granítica de la fe, para reconstruirla sobre la arena movediza de normas humanas conducen, pronto o tarde, a los individuos y a las naciones a la decadencia moral". Lo sucedido en el siglo XX muestran que, desgraciadamente, Pío XI no se equivocó. Un cordial saludo. Pedro Trevijano.
6/10/18 12:18 AM
Marc
"¿cuál es el sentido de la vida y para qué estamos aquí?, así como ¿cuáles son los principios concretos en los que basa su actuación?"

El sentido de la vida es el que tu quieras darle y de por si ya es una mala pregunta el para que estamos aquí pues parte de la premisa erronea de tiene que haber una razón o un motivo para que existamos.
Y por si hay futuras respuestas: Sí, prefiero no tener un proposito superior en la vida a tener uno falso e inventado por pastores de la edad de bronce.
Y sobre la segunda, ¿actuación en base a que?
6/10/18 9:54 AM
Pedro Trevijano
Estoy encantado de creer que la vida sí tiene sentido y que no es otro sino amar a Dios, al prójimo y a mí mismo, como nos enseña Jesucristo y que mi actuación en este mundo debe ir encaminada a hacer el Bien y practicar el Amor, a fin de dejar tras de mí un mundo mejor que el que encontré, sabiendo además que después de esta vida me espera otra en la que con la ayuda de la gracia de Dios voy a ser eternamente feliz, cumpliendo así la aspiración que tenemos todos de ser felices siempre. Tener fe es de las cosas mejores que le puede pasar a uno en esta vida. Un cordial saludo Pedro Trevijano
6/10/18 1:01 PM
Jackino
Solamente quería hacer hincapié en que no es lo mismo identificar laicismo con nazismo que decir que se parecen en algunos aspectos. Que duda cabe que la creencia en un Dios que premia o castiga nuestra conducta moral, de acuerdo con lo dicho en el punto 34 de MBS, es un incentivo para ser buenos. El ser humano solamente puede premiar o castigar con incentivos caducos que no son eternos. Quiero decir que si detienes a un pistolero del salvaje oeste recibirás una recompensa. Quiero decir que si matas, robas, mientes o adulteras puedes ser procesado: es la represión o coacción de la justicia humana que puede variar de un estado a otro. Por eso decía antes que hay distintos sistemas de laicismo o humanismo, como prefiero yo llamarles, que se diferencian entre si en mayor o menor grado.
6/10/18 1:36 PM
Saulo
Como se va a educar con valores, si el régimen lo constituyeron traicionando la palabra dada y sus juramentos. Si se mira para otro lado , se falsea el lenguaje, todo el mundo miente . No se respeta al no nacido, al trabajador y dentro de poco al anciano . Pero gracias a Dios que nos ama y nos espera , es nuestro consuelo.
6/10/18 9:36 PM
Jorge Cantu
El "laicismo" o "secularismo" es una ideología sectaria promovida en estos siglos posteriores a la revolución francesa muy particularmente por la masonería, pero también por toda secta pseudofilosófica o movimiento sociopolítico de corte ateo, pagano, satanista o anarquista, a los cuales les estorba la autoridad de la Iglesia y la moral verdadera (revelada por Dios) para lograr sus fines perversos. Se le intenta imponer a las naciones como principio rector de gobierno, de la organización social y la educación, opuesto a lo que ellos llaman "clericalismo", es decir, la presunta intromisión desmedida y abusiva del clero en los asuntos decisivos de la vida pública de los pueblos (leyes, educación, economía, etc.) La Iglesia ha reconocido la legítima responsabilidad predominante de los laicos (laicidad) en las funciones públicas, pero ateniéndose a los valores humanos y cristianos. Es decir, que el laicismo es una visión errónea, tendenciosa y engañosa de la vida social en la que se busca en el fondo expulsar a Dios, a la Religión y la Moral de los asuntos públicos, bajo una calculada e hipócrita hostilidad a la presencia del clero, al que caricaturizan como enemigo del pueblo (y a la Iglesia en general como autoridad moral y religiosa). La legítima laicidad de los actores públicos en el manejo del gobierno, la economía, la educación, etc. no excluye la participación y atención debidas predominantemente a la autoridad de la Iglesia como representante de Dios. Esta visión debe ser
6/10/18 11:36 PM
josep
en la Iglesia hemos de educar para ser cristianos.
7/10/18 9:53 PM

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