La Navidad llama a la puerta

Me doy cuenta de que la Navidad está ya llamando a la puerta y me siento obligado a ofrecer a mis amigos del blog algunas reflexiones que les ayuden a vivir intensamente las celebraciones de estos días.

La Navidad es una fiesta exclusivamente cristiana y profundamente religiosa. Los consumistas se echan a la calle sin saber por qué; los cristianos celebramos el nacimiento del Hijo de Dios, hecho hombre y nacido de María Virgen, para salvarnos, muriendo por nosotros y abriéndonos las puertas del cielo con su resurrección.

Esta afirmación es insólita. Hay que pararse para darnos cuenta de lo que estamos diciendo. Afirmamos la existencia de un Dios tripersonal, que vive cerca de nosotros y quiere que lleguemos a vivir eternamente en su presencia. Para hacer posible este proyecto, las personas divinas deciden que el Hijo, la segunda persona divina, nazca de una virgen y lleve a cabo esta tarea increíble del encabezamiento y salvación de la humanidad. Nos paramos a pensarlo y lo creemos firmemente.

La segunda cosa es darnos cuentas de las consecuencias de este hecho. Un hombre, Jesús, es el Hijo de Dios, es, como dicen los Santos Padres “uno de la Trinidad”. En virtud de este hecho la humanidad se siente como reorganizada en torno a Cristo, su nueva Cabeza, el nuevo Adán, actúa de distinta manera que el primero, nos abre otros caminos y nos deja otra herencia mucho más hermosa. Por la fe y el bautismo nos apuntamos a la nueva humanidad encabezada por Jesús, una humanidad que ha hecho las paces con Dios, una humanidad de hijos, en comunión de vida con la Trinidad Santa por los siglos de los siglos. Somos una humanidad nueva, diferente, una raza nueva, la raza de los hijos de Dios, hemos sido salvados del naufragio de Adán y hemos escapado del poder del demonio.

Por todo esto, la liturgia de Navidad es una fiesta de alabanza, de agradecimiento, de alegría y de esperanza. Es el sentimiento de los naúfragos cuando son rescatados por un barco amigo que llega inesperadamente al lugar del naufragio: ¡“gracias a Dios”! Esta es exactamente nuestra oración. Gracias a Dios que nos ha sacado de las tinieblas y nos ha hecho entrar en el Reino del Hijo de su amor. Es el centro permanente de la oración de los cristianos.

Las oraciones y las lecturas de este tiempo de Adviento resultan a veces un poco complicadas porque en ellas se mezclan tres planos diferentes: damos gracias a Dios por la venida de su Hijo al mundo que ya se produjo; oramos y nos preparamos con la ayuda de Dios para que este acontecimiento, ya cumplido, se haga presente en nuestra vida y recibamos los dones que Jesús trajo a nuestro mundo por medio de la fe y del amor, con el arrepentimiento de nuestros pecados; y a la vez pensamos ya en la otra venida del Señor, todavía pendiente, y nos disponemos para recibirlo, al fin de los tiempos, como Señor del mundo, Juez de vivos y muertos, Principio y Culmen de la creación entera. Un buen momento para clarificar nuestra visión del mundo y de la historia, para situarnos de manera correcta en el mundo verdadero tal como Dios lo tiene pensado y El mismo nos ha revelado.

Si con la oración y la meditación conseguimos situarnos correctamente en la verdad de Dios, nos sentiremos seguros, felices, fuertes ante las tentaciones del mal que provienen todas de la idolatría de este mundo, abiertos a la esperanza de la vida eterna y dispuestos para hacer el bien con alegría en esta vida, sabiendo que así vivimos en el mundo verdadero del Señor y preparamos nuestro encuentro definitivo con El en el Cielo. Todo esto, y más, es la Navidad cristiana. Por eso nos alegramos, nos felicitamos y comemos algún turrón que otro. Los cristianos tenemos muchas razones para estar contentos. Pero no dejéis que vuestra Navidad se convierta en una barahúnda consumista. El consumismo mata la alegría verdadera.

¡Feliz Navidad!

4 comentarios

  
Almudena
Gracias Dn.Fernando por su reflexión. Para mí lo grandioso de la Navidad es pensar como Dios hace las cosas. Olvidándose de Sí Mismo, sin estridencias ni parafernalias, se vuelve a ofrecer a cada uno para asentar Su Reino en nuestras almas y vidas. Impresionante el pensar que por mal que vayan las cosas a nuestro alrededor, es posible vivir en paz, armonía, esperanza, gozo... si Le damos nuestro permiso para acceder a nosotros. Ese es Su verdadero Reino, el que quiere asentar en cada uno particularmente, para que nada nos turbe, nada nos espante y sí podamos vivir felices en medio de tanta turbulencia. ¿Alguien dá más?
15/12/09 2:57 PM
  
Damián
En la feria navideña me gusta guardar tiempos para estar con el Niño Dios. Simplemente callar, gustar, contemplar, alabar a Dios humanado.También me reservo espacios para Lectio Divina de aquellas páginas preñadas de unción y piedad. Admirar, contemplar y, ¡sí! ¿por qué no?, llorar de tanto Belleza y Ternura. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡ POR MÍ !!!!!!!!!!!!!
Y en el alma florece la paz, gozo, ternura, amor, misericordia, sencillez ... Esto no lo hallas ni en todas las superficies comerciales del mundo. Como decía el poverello: "¡Qué necersario se hace recuperar aquella INOCENCIA ORIGINAL!".
18/12/09 6:15 PM
  
conchi
La Navidad,misterio de Amor.Gracias Monseñor,como siempre nos ayuda,en nuestros pensamientos;a veces confusos,por el "barullo" de este mundo.¿Por qué calla tanto el Cristiano-Católico?.Es una vergüenza,la invasión de paganía que nos invade.Y...silencio...no es políticamente correcto.¡Feliz y Santa Navidad!.
22/12/09 10:52 PM
  
Pedro-1
¡Feliz Navidad, don Fernando!
24/12/09 1:46 PM

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