21.09.15

Contra Dios

Otoño y 1969, la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid que me recibió como alumno tenía una abrumadora mayoría de profesores de Historia partidarios de la interpretación marxista de la vida. Probablemente no todos eran marxistas convencidos y, seguro que una buena parte de ellos desplegaron las velas de su cobardía a los vientos de la ideología dominante de aquellos años. ¡Las cosas que algunos están dispuestos a hacer por el maldito garbanzo!

Pero fuera por convicción o fuera por conveniencia lo que allí se enseñaba, casi por unanimidad, era que el motor de la Historia era la economía. Y era lógico que quienes pretendían desalienarnos, al grito de la religión es el opio del pueblo, solo concibieran la vida agrupando a los hombres en sociedades ateas y materialistas, que tenían a la economía como el motor inmóvil, que generaba el movimiento del resto de los motores. Así es que como ya advirtiera el apóstol: su Dios era el vientre, y no tenían otra misión más importante en esta vida que llenarlo de garbanzos.

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5.09.15

Contra la castidad

Tenía razón la abuela de aquel amigo mío:

-Ya no hay fronteras, lo que hay son taquillas para sacar billetes de avión.

Y en efecto con una buena oferta, si sacas el billete con tiempo te puedes plantar a miles de kilómetros por poco dinero, y si a esto unimos que se ha desencadenado una batalla entre Universidades para ver quien firma mas acuerdos internacionales entre centros docentes, están nuestras aulas a veces que parecen una sesión de la ONU. Y en estas estaba yo cuando apareció en mi despacho un estudiante más blanco que la leche o que era la leche de blanco, según se quiera. Había firmado mi Universidad de Alcalá un acuerdo con la Universidad de Tampere de Finlandia y desde tan lejanas tierras se había descolgado mi alumno finlandés, para colgarse de mi cuello literalmente, porque como no era un Erasmus y no venía a hacer ninguna asignatura reglada sino un trabajo de investigación, me había elegido de director y eran tan continuas sus consultas, que no exagero si digo que de aquel trabajo tengo yo más parte en el mérito o en el demérito que el nominado estudiante finlandés.

Y de tan continuo trato llegamos a establecer una cierta amistad, tanto que un día me soltó a bocajarro lo siguiente:

- Profesor, nosotros en Finlandia somos casi todos protestantes, pero eso para nosotros ha dejado de ser una religión para convertirse en un elemento cultural. En definitiva, que casi todos los finlandeses somos protestantes, como aquí en España son ustedes casi todos toreros.

Y después de reírle la gracia, me quedé a la espera de la pregunta, porque como ya le conocía, sabía cómo era su modo de proceder. Y así fue, tras la gracia el interrogatorio. Me pidió permiso para hacerme una pregunta y se lo di, sin sospechar que me iba a poner en un compromiso.

-  Profesor ¿A que no sabe qué es lo que más envidiamos los protestantes de los católicos?

Y como yo no quería responder, empecé a divagar hasta que se dio cuenta de que no estaba a dispuesto a contestar y lo hizo él:

- Pues lo que más admiramos los protestantes de los católicos es el matrimonio indisoluble. Mire, mi padre ya se ha casado cuatro veces y con la señora que convive ahora, ella va por el tercer matrimonio.

Y a continuación, me explicó que su caso en Finlandia estaba muy generalizado, y que en el grupo de sus amigos y conocidos no había ninguno que no tuviera padres divorciados. Después se le puso la cara muy seria porque le salió a flote el dolor intenso de tantos años, al relatarme todo eso que está detrás de los divorcios y que todos sabemos, pero de lo que nadie habla, a pesar de que el divorcio es la causa del mayor sufrimiento moral de nuestra sociedad.

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29.08.15

El Tercer Camino

Arrojado a la vida para caminar, el escritor se encontró ante “dos sendas que nacían de un mismo lugar, una era tan angosta que no admite encarecimiento, y estaba, de la poca gente que por ella iba, llena de abrojos y asperezas y malos pasos”. Y preguntando a un mendigo que sentado a la vera descansaba, si por aquella senda había ventas y mesones le respondió:

“¿Cómo queréis que les haya en este camino, si es el de la virtud? En el camino de la vida -dijo- el partir es nacer, el vivir es caminar, la venta es el mundo, y en saliendo de ella, es una jornada sola y breve desde él a la pena o a la gloria. Diciendo esto se levantó y dijo: -¡Quedaos con Dios!; que en el camino de la virtud es perder tiempo el pararse uno y peligroso responder a quien pregunta por curiosidad y no por provecho.”

Ante la seca respuesta, decidió probar por la otra  senda, a sabiendas de el segundo camino acababa en una puerta con entrada y sin salida del Infierno. Nuestro escritor nunca había visto “tanto coche, tanta carroza cargada de competencias al sol en humanas hermosuras, y gran cantidad de galas y libreas, lindos caballos, mucha gente de capa negra y muchos caballeros (…)  todo eran bailes y fiestas, juegos y saraos, y no el otro camino, que por falta de sastres iban en él desnudos y rotos, y aquí nos sobraban mercaderes, joyeros y todos oficios. Pues ventas, a cada paso, y bodegones sin número”.

Y de repente se quedó sobrecogido al ver a lo lejos un tercer camino “por donde iban muchos hombres de la misma suerte que los buenos, y desde lejos parecía que iban con ellos mismos; y llegado que hube vi que iban entre nosotros. Estos me dijeron que eran los hipócritas, gente en quien la penitencia, el ayuno, y la mortificación, que en otros son mercancía del Cielo, es noviciado del Infierno”.

Acierto pleno el de Quevedo, que se adelantó unos cuantos siglos a diagnosticar la carcoma del catolicismo actual, porque si en el siglo XVII los hipócritas ya caminaban por senda propia, ahora por aglomeración haría falta construirles una gran autopista con muchos carriles. No, el verdadero y grave problema de la Iglesia nunca ha estado fuera, sino dentro, como la carcoma que opera desde el interior. Los verdaderos enemigos de los católicos no son los que solo pueden matar el cuerpo, sino los que emponzoñan la doctrina para envenenar el alma.

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5.06.15

Los presos del Valle de los Caídos o las cosa son lo que son

Durante un tiempo fui víctima de la leyenda negra del Valle de los Caídos, según la cual aquel lugar había sido un campo de exterminio en el que trabajaron miles de presos de la Guerra Civil, esclavizados por Franco. Y me creí esta versión hasta que encontré el archivo de Félix Huarte entre el polvo y el barro de una nave de Pamplona, que limpié, ordené, catalogué y trabajé con él para hacer la biografía de este gran hombre y empresario pamplonés, sin duda el personaje más importante de la Historia de Navarra durante la  Edad Contemporánea. Fueron más de cinco años de trabajo, de los que guardo recuerdos inmejorables. En mis frecuentes viajes de Madrid a Pamplona nunca faltó una afectuosa y provechosa conversación con Don Gonzalo Redondo, un santo sacerdote y un gran historiador que ya se nos fue al Cielo, una de las personas que más he querido y admirado en toda mi vida.

Combinaba la consulta de los papeles de archivo con las entrevistas que hacía a las personas que habían convivido con Félix Huarte, practicando esa modalidad de trabajo que se puso entonces de moda entre académicos y que denominaron Historia Oral. Y en una de esas conversaciones me describieron cómo se había construido la Cruz del Valle de los Caídos. Quien me lo contó era un hombre tan próximo a Félix Huarte como Valentín Erburu, que además de su cuñado desempeñó en la empresa de construcción Huarte y Cia. en los primeros años el puesto de apoderado, más o menos el cargo de consejero delegado o director general de las empresas actuales.

Por razón de su cargo, Valentín Erburu conocía perfectamente el concurso de empresas que se realizó para la construcción de la gran Cruz, que lo ganó la constructora de nuestro empresario navarro. Así pues la Cruz la levantó  Huarte y Cia. con operarios libres, si bien es cierto –como me dijo Erburu- que no fueron pocos los presos que tras redimir su condena trabajando en la Basílica, ingresaban en la plantilla de Huarte y Cia. para permanecer como obreros libres en el Valle de los  Caídos.

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22.05.15

El martirio de la coherencia

Jesús lo dijo bien claro para que no hubiera dudas. Y tampoco sus palabras se pueden prestar a esas interpretaciones acomodaticias, que sostienen que hay que ser graciosetes con el mundo para que hablen bien de uno en los telediarios. Su mensaje es inequívoco: «Si el mundo os aborrece, sabed que me aborreció a mí antes que a vosotros (…) Acordaos de la palabra que ya os dije: «no es el siervo mayor que su señor. Si me persiguieron a mí, también a vosotros os perseguirán».

Pero seguimos sin enterarnos, porque la enfermedad que padecemos los católicos, y muy especialmente los católicos españoles es la esquizofrenia, cuya consecuencia inmediata es la infecundidad. La esquizofrenia y la tibieza –cara y cruz de la falsa moneda religiosa-, no solo no atraen, sino que repelen, e incluso a Dios que es la Misericordia infinita la tibieza le provoca el vómito. Así las cosas, la vida privada y la vida pública de los esquizofrénicos espirituales se convierten en dos líneas paralelas que -como aprendimos en el colegio- por mucho que se prolonguen nunca llegan a encontrarse. La falta de conexión entre estas dos líneas, la esquizofrenia, en definitiva, está muy extendida sobre todo entre los católicos que trabajan en la actividad política y en los medios de comunicación, en realidad dos actividades que hoy en España son una sola cosa, dando la razón a Juan Rico y Amat cuando escribió, a mediados del siglo XIX, que «los periodistas son los campaneros de las iglesias políticas».

Ese gran obispo que tengo en Alcalá de Henares, lo ha dicho por escrito mejor que yo en su carta pastoral de 24 de septiembre de 2014, que llevaba el elocuente título de «Llamar a las cosas por su nombre» y con toda claridad y gran valentía denunciaba responsabilidades dentro las instituciones eclesiásticas. Decía lo siguiente:

«Con afecto hacia las personas y con dolor, también debo decir que, en ocasiones, algunas instancias de la Iglesia Católica que camina en España no han propiciado, más bien han obstaculizado, la posibilidad de que aparezcan nuevos partidos o plataformas que defiendan sin fisuras el derecho a la vida, el matrimonio indisoluble entre un solo hombre y una sola mujer, la libertad religiosa y de educación, la justicia social y la atención a los empobrecidos y a los que más sufren: en definitiva la Doctrina Social de la Iglesia. Gracias a Dios el Papa Francisco ha sido muy claro respecto del aborto en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (nn. 213 y 214)».

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