¿Se puede ser santo sin orar? ¿Se puede orar sin silencio del alma?

San Bruno, Capilla de San Bruno, La Grande Chartreuse

A continuación, proponemos para la meditación de nuestros lectores en este santo tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión y de gracia, tres textos maravillosos sobre la virtualidad sanante y santificante de la oración contemplativa. 

1.- De San Juan Maria Vianney, cura de Ars (1786-1859), en su Catecismo sobre la oración. 

“Mirad, hijos míos, el tesoro de un cristiano no está en este mundo sino en el cielo.(Mt 6,20) Así pues, nuestro pensamiento tiene que encaminarse hacia donde está nuestro tesoro. La persona humana tiene una tarea muy bella, la de orar y la de amar. Vosotros oráis, vosotros amáis: he aquí la felicidad de la persona en este mundo.

La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Cuando el corazón es puro y está unido a Dios, uno percibe en su interior un bálsamo, una dulzura que embriaga, una luz que deslumbra. En esta íntima unión Dios y el alma son como dos trozos de cirio fundidos en uno; ya no se pueden separar. ¡Qué hermosa es esta unión de Dios con su pequeña criatura! Es una felicidad que sobrepasa toda comprensión. Habíamos merecido no saber orar; pero Dios, en su bondad, nos permite hablarle. Nuestra oración es incienso que él recibe con infinita benevolencia.

Hijos míos, tenéis un corazón pequeño, pero la oración lo ensancha y lo capacita para amar a Dios. La oración es una pregustación del cielo, un derivado del paraíso. Nunca nos deja sin dulzura. Es como la miel que desciende al alma y lo suaviza todo. Las penas se deshacen en la oración bien hecha, como la nieva bajo el sol".

2.- De la Beata Teresa de Calcuta (1910-1997) fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad, Camino de sencillez, cap. 7.

“Ante todo hay que dedicar tiempo a la contemplación y al silencio, sobre todo si vivimos en las grandes ciudades donde todo es agitación. Por esto he decidido abrir nuestra primera casa de hermanas contemplativas, cuya vocación es de orar durante la mayor parte del día, en Nueva York y no en el Himalaya, porque sentía que en las grandes urbes hay más necesidad de silencio y de contemplación.

Yo comienza la oración siempre por el silencio. En el silencio habla el corazón con Dios. Dios es amigo del silencio y debemos escucharle porque lo que cuenta no son nuestras palabras sino lo que él dice, y lo que dice a través de nosotros. Lo que la sangre es para el cuerpo, es la oración para el alma. Nos acerca a Dios y purifica nuestro corazón. Una vez purificado el corazón podemos ver a Dios, hablarle y descubrir su amor en la persona de cada uno de nuestros hermanos humanos. Si vuestro corazón es puro, vosotros seréis transparentes en la presencia de Dios, no disimularéis nada, y entonces le ofreceréis libremente lo que él espera de vosotros".

3.- De San Juan de la Cruz (1542-1591), Cántico Espiritual B 1, 8-9

“¿Qué más quieres, oh alma, y qué más buscas fuera de ti, pues dentro de ti tienes tus riquezas, tus deleites, tu satisfacción, tu hartura y tu reino, que es tu Amado, a quien desea y busca tu alma?…Sólo hay una cosa, es a saber, que, aunque esté dentro de ti, está escondido….

Pero todavía dices: “puesto está en mí el que ama mi alma, ¿cómo no le hallo ni le siento?” La causa es porque está escondido, y tú no te escondes también para hallarle y sentirle. Porque el que ha de hallar una cosa escondida, tan a lo escondido y hasta lo escondido donde ella está ha de entrar, y, cuando la halla, él también está escondido como ella. Como quiera, pues, que tu Esposo amado es el tesoro escondido en el campo de tu alma, por el cual el sabio mercader dio todas sus cosas (Mt 13,44) convendrá que para que tú le halles, olvidadas todas las tuyas y alejándote de todas las criaturas, te escondas en tu retrete interior del espíritu (ib 6,6) y cerrando la puerta sobre ti, es a saber, tu voluntad a todas las cosas, ores a tu Padre en escondido; y así, quedando escondida en él, entonces le sentirás en escondido, y le amarás y gozarás en escondido y te deleitarás en escondido con él, es a saber, sobre todo lo que alcanza la lengua y sentido".