InfoCatólica / María Lourdes Quinn / Categoría: ........ - Doctores de la Iglesia

13.06.09

Recetas médicas del Doctor Evangélico

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S. Antonio de Padua
(1195-1231)
es uno de los santos más venerados por todo el mundo. Tan bien cumplió el mandato del Señor en el Evangelio del Domingo de la Santísima Trinidad, en que les mandaba predicar por todo el mundo: “enseñándoles a guardar todo”(Mt. 28, 19), que fue canonizado en tiempo récord (352 días) y su lengua se encontró incorrupta tras su muerte.

Nació en Portugal, donde se hizo agustino y luego franciscano (inspirado por mártires franciscanos). Estuvo en África, pero enfermó y le enviaron de vuelta a Portugal. De camino, una tormenta hizo naufragar el barco en Italia, donde vivió como un simple fraile hasta que se descubrieron providencialmente sus cualidades como predicador. S. Francisco de Asís le dió permiso para predicar y enseñar mientras “no extinga el Espíritu de oración y devoción” con tales estudios, lo cual hizo a la maravilla.

Son muy conocidos sus milagros, pero ¿y sus sermones (excepto su predicación a los peces de Brenta)? Él mismo había dicho que: “El gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer pero no vivir de acuerdo con lo que se cree… Un cristiano fiel, iluminado por los rayos de la gracia al igual que un cristal, deberá iluminar a los demás con sus palabras y acciones, con la luz del buen ejemplo".

No basta con tener al Niño Jesús en brazos (como se le suele representar), sino que es necesario llevarle y dejarle en las vidas de los demás. Estas son algunas “recetas médicas” del Doctor Evangélico para la salud del alma:

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2.05.09

Sin rendirse ante presiones

En el Evangelio del III Domingo de Pascua oímos que Jesús: “les abrió el entendimiento” (Lc. 24, 45) a los apóstoles cuando se les apareció tras Su Resurrección. Aún así, no fue hasta la venida del Espíritu Santo que los apóstoles confesaron su fe sin temor.

San Atanasio (297-373) nació en Alejandría, Egipto, que en su tiempo fue lugar de orígen de la herejía arriana (que equivocadamente pensaba que Jesucristo no era Dios por naturaleza). S. Atanasio templó su fe católica viviendo una temporada en el desierto, donde fue discípulo de S. Antonio Abad (cuya biografía escribió). Huyendo de la fama del mundo, la encontró al no poder esconder su caridad. Ésta le llevaba a hacer todo lo posible para salvar almas. Por combatir la herejía arriana tuvo que huir 5 veces de su sede episcopal, donde finalmente terminó sus días en paz.

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29.04.09

Los confesores en tiempo de persecución

La palabra “confesor” deriva del Latin “confiteri”, confesar, profesar, y fue por primera vez por los cristianos. Éstos lo reservaban como un título de honor para los que habían padecido algún castigo en tiempos de persecución por confesar en público su fe en Cristo. S. Cipriano explica que el confesor debería permanecer fiel hasta el fin para merecerse ese título: “Ese confesor, en verdad, es ilustre y verdadero de quien la Iglesia no se avergüenza después, sino que alarde de él.”

Los Mártires de Lyon (177), según el acta de su martirio, no permitían que nadie les llamara “mártires” ("testigos") en vida:

“Tal título de mártir sólo se lo daban a Cristo, testigo verdadero y fiel, primogénito de los muertos y principio y autor de la vida divina. También concedían este título a aquellos que habían muerto en la confesión de la fe. ‘Ellos ya son mártires, decían, porque Cristo ha recibido su confesión y la ha sellado como con su anillo. Nosotros sólo somos pobres y humildes confesores’.”

Esto dice Cristo Resucitado de sí mismo a los apóstoles en el evangelio del III Domingo de Pascua: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos...” (Lc. 24, 47) Los “confesores” entre los primeros cristianos imitaron al Señor en sus sufrimientos para así cumplir con el mandato de predicar la conversión y el perdón de los pecados. Hay una fuerte relación entre esos “confesores” y no sólo la conversión de los que admiraban su fe, sino también el perdón de los pecados de los apóstatas.

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21.02.09

Las indulgencias de la Iglesia Católica: Usos y abusos

Se podría decir que S. Pedro Damián o Damiano (1007-1072) apreciaba mucho la posición del leproso en el Evangelio del 6o. domingo de tiempo ordinario ante el Señor: “de rodillas” (Mc. 1, 40). Este cardenal y obispo benedictino, doctor de la Iglesia, se impuso penitencias muy severas que le dañaron la salud e imponía penitencias duras a los que se lo merecían para convertirles, a pesar de ser muy bondadoso con todos. Escribió muchas cartas exigiendo que los sacaerdotes y religiosos fueran más disciplinados, se mantuvieran puros y no practicaran la simonía.

Bien entendía lo que Sta. Catalina de Génova diría mucho después en su Tratado sobre el Purgatorio:

“Dejen de abrazarse, diciendo: ‘Yo confesaré mis pecados y entonces recibiré la indulgencia plenaria, y en ese momento me purgaré de todos mis pecados y así me salvaré’. Piensen en la confesión y la contrición necesarias para esa indulgencia plenaria, que vienen aparejadas. Si ustedes supieran, temblaría de gran miedo, más seguros de que nunca la ganaron que de que alguna vez lo hicieron“.

¿Desea saber más sobre las Indulgencias de la Iglesia Católica? Estos enlaces podrían ser de gran ayuda para aprender más sobre lo que son, cómo obtenerlas y los abusos que existían siglos antes de la Reforma y lo que hizo la Iglesia en esas situaciones. Ayudan también para aclarar errores comunes sobre las Indulgencias:

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14.02.09

Dos hermanos copatronos de Europa superan la barrera del idioma

S. Metodio (c. 815-884) y S. Cirilo (c. 827-869) oyeron claramente la llamada del Señor, que en el Evangelio del 5o. domingo de tiempo ordinario dijo a sus apóstoles: “vámonos a otra parte” (Mc. 1, 38) para predicar y extender el Reino de Dios. “Aun cuando Dios no ocupa lugar, anda, sin embargo, por lugares diversos en la persona de sus santos cuando ellos le predican en uno y otro lugar; pues Dios, que está al margen del espacio y del tiempo, con todo, se mueve en el espacio y en el tiempo cuantas veces es predicado por ellos en un lugar” (S. Isidoro de Sevilla)

S. Miguel era el mayor y S. Constantino el menor de 7 hijos de padres nobles griegos. S. Metodio fue desde jóven gobernador de la provincia de Macedonia interior (en la actual Albania), mientras que su hermano estudió en Constantinopla cuando se quedó huérfano de padre a los 14 años y el primer ministro de la emperatriz le llevó allí.

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