InfoCatólica / María Lourdes Quinn / Categoría: ........ - Mártires

29.04.09

Los confesores en tiempo de persecución

La palabra “confesor” deriva del Latin “confiteri”, confesar, profesar, y fue por primera vez por los cristianos. Éstos lo reservaban como un título de honor para los que habían padecido algún castigo en tiempos de persecución por confesar en público su fe en Cristo. S. Cipriano explica que el confesor debería permanecer fiel hasta el fin para merecerse ese título: “Ese confesor, en verdad, es ilustre y verdadero de quien la Iglesia no se avergüenza después, sino que alarde de él.”

Los Mártires de Lyon (177), según el acta de su martirio, no permitían que nadie les llamara “mártires” ("testigos") en vida:

“Tal título de mártir sólo se lo daban a Cristo, testigo verdadero y fiel, primogénito de los muertos y principio y autor de la vida divina. También concedían este título a aquellos que habían muerto en la confesión de la fe. ‘Ellos ya son mártires, decían, porque Cristo ha recibido su confesión y la ha sellado como con su anillo. Nosotros sólo somos pobres y humildes confesores’.”

Esto dice Cristo Resucitado de sí mismo a los apóstoles en el evangelio del III Domingo de Pascua: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos...” (Lc. 24, 47) Los “confesores” entre los primeros cristianos imitaron al Señor en sus sufrimientos para así cumplir con el mandato de predicar la conversión y el perdón de los pecados. Hay una fuerte relación entre esos “confesores” y no sólo la conversión de los que admiraban su fe, sino también el perdón de los pecados de los apóstatas.

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23.02.09

Guardando serenidad en tiempos de crisis

Oímos en el Evangelio del 7o. domingo de tiempo ordinario que los fariseos pensaban que Jesús blasfemaba al perdonar los pecados del paralítico, por lo cual el Señor les preguntó: “¿Por qué pensáis eso?” (Mc. 2, 8) Los fariseos dudaban de Jesús porque no tenían confianza y fe en él. En este mundo pasamos por muchas situaciones que prueban también nuestra fe y confianza en el Amor y la Bondad de Dios por nosotros.

San Policarpo (69-c.155) (obispo de Esmirnia, discípulo de S. Juan Evangelista y maestro de S. Ireneo) se escondió en varios lugares cuando empezó una persecución por miedo de apostar, siendo él anciano. Pero, cuando le encontraron los soldados, no intentó escapar y dijo: “Hágase la voluntad de Dios”. Les dió de comer a los soldados, que le dejaron rezar antes de arrestarle. Se mantuvo firme ante amenazas hasta que le quemaron vivo. Pidió que no le ataran porque “Aquél que me da su gracia para soportar el fuego me la dará también para soportarlo inmóvil”.

Esta segunda parte de “¡Confiad en Dios!” por S. Claudio de Colombiere (1641-1682) [que mandó el lector Joserra a “sarmientosdelavid(arroba)gmail(punto)com”)], nos ofrece unos consejos para mantenernos serenos en medio de las tormentas de este mundo. ¿Las demuestra bien S. Policarpo?

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6.02.09

Santos españoles entre los mártires de Japón (Mc. 1, 28)

En 1549 muchos japoneses se convirtieron a la fe católica cuando el jesuita S. Francisco Javier llegó a Japón, pero tuvieron que esconderse o dejar la isla unas décadas después cuando comenzó una persecución. El 5 de febrero de 1597 ejecutaron a 26 mártires en Japón traspasándoles con lanzas mientras colgaban de cruces con argollas de hierro. Les habían cortado parte de la oreja izquierda y hecho andar 600 millas en invierno de Kyoto a Nagasaki (lo cual hicieron cantando el Te Deum, rezando el Rosario y cantando salmos que habían aprendido en la catequesis), pero todavía les quedaba fuerzas para alabar al Señor y predicar desde sus cruces.

S. Felipe de Jesús
, el primer santo mejicano, fue el primero en morir, pero S. Pablo Miki, (jesuita japonés e hijo de un capitán que estudiaba para el sacerdocio) es el más conocido predicador entre los mártires, aún colgado de su cruz:

“Al llegar este momento no creerá ninguno de vosotros que me voy a apartar de la verdad. Pues bien, os aseguro que no hay más camino de salvación que el de los cristianos. Y como quiera que el cristianismo me enseña a perdonar a mis enemigos y a cuantos me han ofendido, perdono sinceramente al rey y a los causantes de mi muerte, y les pido que reciban el bautismo.”

¿Y los demás 24? ¿Sabía que al menos cuatro de ellos eran españoles?

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5.02.09

La patrona de las enfermeras y el primer mártir de Méjico (Mc. 1, 24)

Oímos en el Evangelio del 4o. domingo de Tiempo Ordinario que un hombre endemoniado gritó atemorrizado a Jesús: “Sé quién eres” (Mc. 1, 24). Conociendo al Señor quiso apartarse de Él porque, nos explica S. León: “Nunca una vida manchada podrá contemplar el esplendor de la luz verdadera, pues aquello mismo que constituirá el gozo de las almas limpias será el castigo de las que estén manchadas.” Por eso nos dice S. Agustín que a los demonios el Señor

“se dio a conocer según quiso, y quiso cuanto convino. No se dio a conocer como a los santos ángeles que, participando de su eternidad, gozan de El como Verbo que es. Se dio a conocer como debía para aterrarlos y librar de su tiránico poder a los predestinados.”

Como observó Noby en un comentario la semana pasada: “La luz del Señor desconcierta, y vacía de la vieja luz, que no es más que tiniebla”.

Los santos de hoy, al contrario que los demonios, al conocer al Señor en esta vida hicieron todo lo posible para poder verle en la siguiente.
“El amor no descansa mientras no ve lo que ama; por eso los santos estimaban en poco cualquier recompensa, mientras no viesen a Dios. Por eso el amor que ansia ver a Dios se ve impulsado, por encima de todo discernimiento, por el deseo ardiente de encontrarse con el.” (S. Pedro Crisólogo) Por eso, contra toda expectativa, aceptaron el martirio con alegría en su juventud.

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3.02.09

Récord mundial y efecto dominó

El 14 de noviembre de 2008, en el décimo Día del Dominó, el grupo Weijers Domino Productions batió 10 récords mundiales, incluyendo uno en caída de fichas de dominó en la ciudad de Leeuwarden en los Países Bajos. Para hacerlo, diseñaron un plan creativo que incorporara 4.500.000 fichas de tamaños diferentes (de las cuales cayeron con éxito 4.345.027), hechos de poliesterina, plomo o madera según la función y la velocidad de la caída que necesitaban de cada una.

Hay otras técnicas que ese grupo comparte en su portal (en inglés). Para evitar tirar a todas por accidente, algunas fichas no se pusieron hasta el final o se pusieron láminas de madera para separar las diferentes secciones. Además, para mostrar ilustraciones al ser tiradas, ciertas fichas fueron colocadas una al lado de otra y cubiertas por el envés con una pegatina gigante de la imagen deseada que fue cortada para separar las fichas antes de colocarlas con sumo cuidado.

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