InfoCatólica / María Lourdes Quinn / Categoría: .... 2) S. Marcos

23.09.09

Sacerdote que se oyó condenado al infierno explica la verdadera contrición

El P. Steven Scheier sabe de primera mano lo difícil que es hacer una buena confesión. En su caso, lo que le reveló la gravedad del estado de su alma y la importancia de una verdadera contrición al confesarse fue una experiencia cercana a la muerte tras un accidente de coche en 1985, en la que sufrió una fractura del cuello y un corte cerebral.

Le daban una probabilidad de recuperación de 15% pero se recuperó por completo. Meses después, leyó la parábola del árbol que no daba fruto e iba a ser cortado pero por las súplicas de un hortelano se le concedió otra oportunidad. Recordó entonces una conversación que le había cambiado la vida en la que creyó oír la voz del Señor Jesucristo y a Su Santísima Madre.

Al ser juzgado y oír sus pecados no confesados, sólo pudo asentir a cada uno sin encontrar ninguna excusa porque estaba ante la Verdad. Al oír la sentencia de infierno, pensó que sí, que sabía que se lo merecía, que era la única conclusión lógica. En ese momento oyó una voz femenina que pedía a Su Hijo por su vida y su alma. El Señor respondió que había sido un sacerdote por sí mismo en vez de para Él. Ella insistió, diciendo que si le daban gracia y ayuda especiales quizás mejoraría y si no, que se hiciera Su Voluntad. El Señor dijo: “Madre, es tuyo”.

En esta parte de una entrevista con él del 15 de abril, 1997 (doblada al español), habla con la Madre Angélica sobre la importancia de tener un verdadero arrepentimiento de los pecados al confesarse:

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22.09.09

Grandes cambios en una parroquia gracias a encuestas que responden unos pocos

El Evangelio del XXV Domingo de Tiempo Ordinario nos muestran cómo los apóstoles, al oír del Señor sobre Su Pasión, Muerte y Resurrección: “no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle” (Mc. 9, 32). ¡Qué contraste con la valentía con la cual darían su vida esos apóstoles tras Pentecostés!

Ese cambio lo anunció el Señor al despedirse de ellos en la Última Cena, tras prometerles el Espíritu Santo para guiarles: “Vosotros, pues, ahora tenéis tristeza; pero de nuevo os veré, y se alegrará vuestro corazón, y nadie será capaz de quitaros vuestra alegría. En aquel día no me preguntaréis nada…” (Jn. 16, 22-23) Sobre la fe cristiana ya no tendrían dudas, pero sobre ciertas prácticas sí se reunirían para decidir cuestiones por el bien de la Iglesia.

S. Maurico y sus compañeros mártires (s.III) son conocidos por ser de una legión romana de Tebea de la cual no hay muchos datos históricos, pero a la cual se han referido santos por preferir la muerte antes de renunciar su fe cristiana, aún tras ser diezmados (1 de cada diez había sido ejecutado). Todos, al final, dieron su vida por Cristo, pero cada cual tuvo que tomar su propia decisión, aunque algo habrá influído el liderazgo de S. Mauricio.

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Los dogmas de fe, declarados infalibles, no son debatibles, pero hay cosas que sí varían de parroquia a parroquia. Y si uno piensa que unos pocos no pueden hacer una gran diferencia para muchos, quizás cambie de opinión al ver los resultados de unas encuestas hechas en una parroquia de más o menos 2.000 familias, con apenas 100 personas respondiendo a la mayoría, pero con sus opiniones publicadas en los boletines y por Internet (enlaces de la encuesta en inglés).

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21.09.09

El misterio de la vocación sacerdotal: resultados de encuestas 2009 en VocacionMatch.com


Según el Evangelio del XXV Domingo de Tiempo Ordinario Jesús: “llamó a los Doce” (Mc. 9, 35) para preguntarles lo que habían estado discutiendo por el camino para instruír a los que iban a tener la misión de anunciarle por todo el mundo. Cada uno de esos doce apóstoles fue llamado por el Señor según donde se encontraba: con sus redes, bajo la sombra de una higuera, cobrando impuestos… cada uno metido en sus propios afanes y pensamientos.

S. Mateo (s. I) era considerado un pecador públicoociedad por ser cobrador de impuestos, por tocar el dinero de los romanos. ¿Qué anhelos habrá despertado el Señor al pasar ante su puesto, fijando sus ojos en él y llamándole para seguirle? En el Plan de Dios, llegaría a ser apóstol, presbítero, evangelista y mártir. ¡Qué misterio más profundo es cada vocación, cada llamada a la santidad tras los pasos del Señor!

Así recuerdan algunos cardenales su propia vocación, sin poder explicar del todo la gracia de su encuentro con Dios que les llamó para sí:

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20.09.09

Ni persecución ni falta de sacerdotes pudo acabar con la Iglesia Católica en Corea

Nos dice el Evangelio del XXV Domingo de Tiempo Ordinario que el Señor y sus apóstoles: “se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea” (Mc. 9, 30). Excepto por la compañía del Señor, no era un viaje placentero porque viajabna en pobreza y Jesucristo les quería anunciar y explicar a sus más íntimos seguidores que se aproximaba Su Pasión y Muerte antes de Su Resurrección.

El Señor viajaba ocultándose de los que buscaban matarle para que no lo hicieran antes de Su Tiempo. Así le vemos bajando del Monte de la Bienaventuranzas y del Monte de la Transfiguración y acercarse al Monte Calvario. Viajó por Israel y sus confines viviendo en lugares desérticos para ocultarse de la multitud que le buscaba, viajando a veces en barco por aguas tormentosas.

Esos viajes del perseguido Señor habrían estado muy cerca de los corazones de SS. Andrés Kim y Compañeros mártires de Corea en sus propias travesías y afán por evangelizar en tiempos de persecución.

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19.09.09

Cómo dirigir nuestras pasiones naturales hacia la santidad

En el Evangelio del XXIV Domingo de Tiempo Ordinario Jesús nos recuerda que sus discípulos tienen que negarse a sí mismos y además: “que cargue con su cruz y me siga” (Mc. 8, 34). Por si eso no fuera bastante, Sta. Teresa de Jesús nos dice : “un santo triste es un triste santo”. O sea, que cargamos la cruz con una sonrisa.

En “De mal humor pero aparentando alegría: ¿virtud o hipocresía?”, se comentó por qué uno debería de mostrarse alegre a otros aún cuando uno se sienta mal. Puede ser reconfortante saber, pues, que han habido santos a quienes eso de mostrarse alegre a otros no se les dabe muy bien, como Sta. Gema Galgani, que era naturalmente muy sería y tenía una gran devoción a la Misa diaria (el Sacrificio incruento de la Cruz) y al Vía Crucis.

Sta. María Emilia de Rodat (1787 - 1852) fue otra santa que también encauzó su tristeza natural hacia la santidad, llorando por sus pecados y las de otros, meditando la Pasión del Señor (aunque también amaba la Santa Infancia) y aprovechando su experiencia para consolar y animar a otros. Desde pequeña le costaba tanto sonreír que su abuela, que la cuidaba, solía acercar su cara a la suya y no soltaba su barbilla hasta que le mostraba una sonrisa. Años después, tras fundar la Congregación de la Sagrada Familia, animó a una novicia desanimada y triste, ofreciéndole su sonrisa todos los días cuando ésta cumplía su mandato de llevarle flores cada día.

Tuvo mal salud a lo largo de su vida, pero lo que le hizo decir que comprendía “el suplicio de un alma réproba, separada de Dios” fueron años terribles de sequía espiritual. Esta santa se esforzaba en mostrar buen humor a otros, aunque no siempre lo lograba. Cuando le obligaron a posar para un retrato y el artista le recomendaba sonreír, sólo consiguió llorar. A pesar de sus enfermedades, murió con una sonrisa celestial.

Una forma de combatir pasiones como la tristeza es orientarlas hacia un bien con mira espiritual. El P. Antonio Royo Marín, en “Teología de la perfección cristiana”, señala que:

“Una de las razones más comunes de tantos santos frustrados es que no han dado la necesaria atención al control y al uso de las grandes energías de sus pasiones. Sin pasión, efectivamente sin gran pasión dirigida hacia el bien, es practicamente imposible hacerse santo.”[traducido del inglés]

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Según el P. Antonio Royo Marín, estos son los objetos principales hacia los cuales deberíamos de dirigir nuestras pasiones:[traducido del inglés]

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