8.02.09

De esclava maltratada a Patrona del Sudán

Santa Josefina Bakhita (c. 1869-1947) nació en Sudán y vivía con su familia, incluyendo una gemela, hasta que fue secuestrada a los 9 años y vendida como esclava. Siempre sufrió mucho la separación de su familia y rezó mucho por su conversión. Los secuestradores le llamaron Bakhita ("Afortunada") cuando se le olvidó su nombre por el trauma.

Tuvo cinco amos diferentes e intentó escapar, sin éxito. Aparte de humillarle, cuando tenía unos 13 años le tatuaron con 114 incisiones, poniéndole sal durante un mes para evitar infecciones. El quinto amo le trató muy bien y le llevó a Italia, donde sirvió de niñera para otra familia e ingresó al noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia con la niña que cuidaba. Diría más tarde: “Dios había permanecido en mi corazón, pero recién en ese momento sabía quién era”.

Fue bautizada en 1890 y llamada Josefina Margarita Afortunada. Como la esclavitud era ilegal en Italia, no volvió al Sudán con sus últimos dueños y en 1893 se hizo religiosa. Decía sobre su pasado: “Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa".

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7.02.09

Algunas advertencias sobre el demonio (Mc. 1, 27)

Según el lector Ignacio, Satanás o Diablo se refieren a la misma persona, siendo el primero de origen semítico y la segunda una traducción griega, y significan “Tentador”; era el angel caído, la antigua serpiente o el dragón mencionado en el Apocalipsis. En tiempos de Jesús se les atribuían a los espíritus malignos las dolencias físicas inexplicables como la sordera, la mudez, los ataques epilépticos, etc., aunque no están asociados a esas dolencias en el Evangelio de S. Juan. Aun así, no cabe duda que el Señor tenía un gran poder sobre los demonios.

Nos dice el Evangelio del 5o. domingo de Tiempo Ordinario sobre los demonios que:“éstos le obedecen” (Mc. 1, 27) al Señor. Los fariseos explicaban eso diciendo que Jesús curaba “por el poder de Beelzebul, príncipe de los demonios” (Mt. 12, 24). Les respondió Jesucristo: “Si Satanás arroja a Satanás, está dividido contra sí; ¿cómo, pues, subsistirá su reino?…Mas si yo arrojo a los demonios con el espíritu de Dios, entonces es que ha llegado a vosotros el reino de Dios” (Mt. 12, 28). Algunos piensan que “Beelzebul” significa “Señor de las moscas”, asociándole con la muerte y la putrefacción, los cuales venció Jesús con Su Resurrección.

El Señor nos quiere ayudar con estas advertencias:

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6.02.09

Santos españoles entre los mártires de Japón (Mc. 1, 28)

En 1549 muchos japoneses se convirtieron a la fe católica cuando el jesuita S. Francisco Javier llegó a Japón, pero tuvieron que esconderse o dejar la isla unas décadas después cuando comenzó una persecución. El 5 de febrero de 1597 ejecutaron a 26 mártires en Japón traspasándoles con lanzas mientras colgaban de cruces con argollas de hierro. Les habían cortado parte de la oreja izquierda y hecho andar 600 millas en invierno de Kyoto a Nagasaki (lo cual hicieron cantando el Te Deum, rezando el Rosario y cantando salmos que habían aprendido en la catequesis), pero todavía les quedaba fuerzas para alabar al Señor y predicar desde sus cruces.

S. Felipe de Jesús
, el primer santo mejicano, fue el primero en morir, pero S. Pablo Miki, (jesuita japonés e hijo de un capitán que estudiaba para el sacerdocio) es el más conocido predicador entre los mártires, aún colgado de su cruz:

“Al llegar este momento no creerá ninguno de vosotros que me voy a apartar de la verdad. Pues bien, os aseguro que no hay más camino de salvación que el de los cristianos. Y como quiera que el cristianismo me enseña a perdonar a mis enemigos y a cuantos me han ofendido, perdono sinceramente al rey y a los causantes de mi muerte, y les pido que reciban el bautismo.”

¿Y los demás 24? ¿Sabía que al menos cuatro de ellos eran españoles?

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5.02.09

La patrona de las enfermeras y el primer mártir de Méjico (Mc. 1, 24)

Oímos en el Evangelio del 4o. domingo de Tiempo Ordinario que un hombre endemoniado gritó atemorrizado a Jesús: “Sé quién eres” (Mc. 1, 24). Conociendo al Señor quiso apartarse de Él porque, nos explica S. León: “Nunca una vida manchada podrá contemplar el esplendor de la luz verdadera, pues aquello mismo que constituirá el gozo de las almas limpias será el castigo de las que estén manchadas.” Por eso nos dice S. Agustín que a los demonios el Señor

“se dio a conocer según quiso, y quiso cuanto convino. No se dio a conocer como a los santos ángeles que, participando de su eternidad, gozan de El como Verbo que es. Se dio a conocer como debía para aterrarlos y librar de su tiránico poder a los predestinados.”

Como observó Noby en un comentario la semana pasada: “La luz del Señor desconcierta, y vacía de la vieja luz, que no es más que tiniebla”.

Los santos de hoy, al contrario que los demonios, al conocer al Señor en esta vida hicieron todo lo posible para poder verle en la siguiente.
“El amor no descansa mientras no ve lo que ama; por eso los santos estimaban en poco cualquier recompensa, mientras no viesen a Dios. Por eso el amor que ansia ver a Dios se ve impulsado, por encima de todo discernimiento, por el deseo ardiente de encontrarse con el.” (S. Pedro Crisólogo) Por eso, contra toda expectativa, aceptaron el martirio con alegría en su juventud.

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4.02.09

La autoridad melódica de Cristo (Mt. 5, 43-44), (Mc. 1, 22), (Jn. 5, 37)

Foix comentó en el artículo de ayer que Cristo enseña por palabra y hechos coherentes y comparó la vida de los cristianos que siguen ese ejemplo con “una música maravillosa, como el plectro y la cuerda de la cítara cuando suena una canción.” La cítara es un instrumento que se encuentra en formas variadas en muchas culturas, como la china, y que los antiguos griegos asociaban con su dios mitológico de la música, Apolo. Esas dos culturas no solían conocer a Jesucristo, esa música preciosa que cantamos los cristianos con nuestras vidas.

En la época de Jesucristo, como hoy en día, había muchas voces que “cantaban” sus propias interpretaciones distorcionadas de las Sagradas Escrituras, resultando en muchas versiones de la misma “composición”, la Palabra de Dios. En cambio, a Jesucristo le oían, según el Evangelio del 4o. domingo de Tiempo Ordinario : “enseñar con autoridad” (Mc. 1, 22). Explica Beda: “Los escribas enseñaban también a los pueblos lo que está escrito en Moisés y los Profetas. Pero Jesús, como Dios y Señor del mismo Moisés, con la libertad de su voluntad añadía a la ley lo que le parecía que le faltaba, o variándola predicaba al pueblo, según leemos en San Mateo ( Mt 5,21-44): ‘Se dijo a los antiguos; pero yo os digo’.” (Catena Aurea de Sto. Tomás de Aquino). Enseñaba como compositor, no como intérprete.

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