La tentación de obedecer a medias

Según el Evangelio del XXIX Domingo de Tiempo Ordinario, cuando el Señor preguntó a los apóstoles Juan y Santiago si podían beber Su Cáliz, respondieron: “’Sí podemos’” (Mc. 10, 39). Los dos hermanos seguían a Jesucristo, pero el Señor quiso perfeccionar esa obediencia para que no fuera una a medias y se asemejara más a la que mostraría Él mismo a Dios Padre al beber el Cáliz de Su Pasión.

Jesucristo es el ejemplo de la obediencia perfecta, pero el monje Remigio y Britaldo, que según la tradición tramaron la muerte de Sta. Irene de Tomar (o Sta. Iria de Azóia, Portugal) (?- 653), son ejemplos de cómo uno puede aparentar obediencia a la voluntad de Dios sin aceptarla.

Britaldo le veía a la santa ir a Misa (la única razón por la cual salía Sta. Irene de casa), y le propuso el matrimonio, pero ella le rechazó. Él se alejó de ella, pero se enfermó por tristeza y la santa le visitó con unas compañeras para hacerle ver que le rechazaba no por hombres sino por Dios. Britaldo parecía aceptarlo. El monje Remigio también deseó a la santa, por lo cual fue despedido como tutor de la santa, lo cual pareció entender.

Allí se hubiera terminado el asunto si esos dos hombres hubieran aceptado por completo la voluntad de Dios.

Pero, a escondidas, Remigio le dió una bebida a Sta. Irene que le hinchó el vientre y le dijo a Britaldo que había dejado de ser tutor de la doncella al ver que ella estaba embarazada. Lo mismo dijo a los demás habitantes del pueblo. Dejándose llevar por la pasión, Britaldo pagó a alguien para que matara a Sta. Irene junto al río Tajo. Al volver milagrosamente el cuerpo a la orilla, se supo la verdad. Se dice que tanto Remigio como Britaldo acabaron sus vidas haciendo penitencia bien arrepentidos.

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Enrique Herp, en “Directorio de contemplativos” escribe sobre “la abnegación de la voluntad”, “poniéndola plena y gustosamente en manos de Dios, para sufrir todo interior desamparo por amor de Dios”, lo cual no hicieron Remigio y Britaldo.

Algunos necesitan el voto de la obediencia porque se resisten a olvidarse de si mismos y otros por amor a Dios no necesitan ser mandados para obedecerle. “Nuestra libertad debe seguir pronta y perfectamente el plan de Dios, como la sombra sigue al cuerpo, en todo lo que nos pueda suceder aquí o en la eternidad.”

El siguiente fragmento es del mismo capítulo XII en la obra de Enrique Herp [numeración no en el original]:

1) “Obediencia del voto

“[…] Hay muchos que, a juzgar por el exterior, cumplen el voto de obediencia, pero luego demuestran someterse involuntariamente. Más que cumplir la voluntad del superior, procuran que él mande conforme ellos quieren. Si no, se rebelan, murmuran y terminan por no hacerlo.

“Les sería mucho mejor no haber prometido obediencia, ya que el voto se les ha convertido en lazo de condenación. Dice San Bernardo, a este propósito, que quien oculta o abiertamente procura que el Prelado le mande lo que le guste él mismo se engaña y en vano se precia de obediencia a los prelados. En tal caso, más que someterse al Prelado, hace que el Prelado sea súbdito suyo.

2) “Obediencia de conformidad

“[La obediencia de los que no se quejan, pero pueden obedecer por temor o para ser apreciados] es deficiente en la intención, aunque sea perfecta en la ejecución. […] De suerte que no lo hacen puramente por Dios, sino que buscan algo humano en ello. De éstos dijo Dios: «En verdad os digo, ya recibieron su recompensa» (Mt 6,5). Por eso se esfuerza el enemigo en pervertir su intención, cuando no puede impedir las obras buenas. Para poder poseerle por la mala intención, como dice San Gregorio: «Si el corazón se emponzoña con el desorden de la mala intención, el enemigo astuto se hace dueño con firmeza de la mitad de la obra que se realice. El enemigo ve que produce frutos para él todo árbol cuya raíz de mala intención quedó viciada con el veneno de su diente».

“[Si se hace todo por amor de Dios,] cuando hubiere hecho todo lo que esté de su parte, buscará que los superiores le desprecien y olviden; asimismo de los compañeros. Esto es verdadera señal de que todo lo hace únicamente por amor de Dios.

3) “Obediencia de unión

“[…] en todo pormenor y motivación de su voluntad está de acuerdo con la voluntad del que manda o desea. […] Cualquier cosa que Dios permite les suceda confiesan que les acaece por disposición del amor y misericordia de Dios. Lo aceptan con el mayor afecto, aunque fuere lo más turbulento, desgraciado, aflictivo y doloroso.

4) “Libertad suprema de la criatura racional

“[…] Únicamente anhela el amor esencial en total abandono interior y angustia del corazón que puedan sobrevenirle. No pide a Dios ningún consuelo, aunque pudiera tenerlo, de orden espiritual, porque sobre todas las cosas desea imitar a Jesucristo en su abandono. Es el estado más perfecto (Mt 26,38; Lc 22,44).

Así, Jesucristo, al concluir la obra de mayor perfección, se sintió abandonado de Dios: desde la oración en el huerto de los olivos hasta la muerte. Ausencia total del amor, gracia y dulzura sensibles. Quedóle únicamente el amor esencial. Parecía más enemigo que amigo de Dios. Con ello su pena y mérito fueron mayores y su amor esencial más probado. Es la obra más excelente de virtud que mostró Cristo en la tierra; lo más sublime que el hombre puede desear. Por eso, son demasiado irreflexivos los que se muestran delicados, apenados y tristes cuando Dios deja de serles sensible. Sufrirlo alegremente por amor de Dios es señal de amor puro y es el único camino que conduce a la perfección.

Feliz el alma que de este modo muere a si misma. ¡Qué desnuda queda de afectos peregrinos! ¡Qué tranquila de corazón! Limpia de toda mancha, libre de penas. Todo temor ausente. Engalanada con todas las virtudes. Esclarecido el entendimiento y elevado el espíritu. ¡Unida a Dios y eternamente glorificada!”


Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]
: ¿Recuerda alguna cita del Señor o de santos en que se habla de la obediencia “a medias”? ¿Qué otros ejemplos puede dar de la vida cotidiana en que uno puede obedecer “a medias"?

Mañana: La indignación – “los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan” (Mc. 10, 41)

2 comentarios

  
Norberto
ML

Creo que el asunto,como casi todos los que planteas tiene mucha profundidad,porque de saber distinguir, bien,acertadamente,en qué debo obedecer, depende la plenitud,la alegría,la santidad cristianas.

Los cuatro grados que describes me parecen acertados como descripción,tan solo matizar un poco: todo es gracia,es Dios quien nos pide y nos concede,siempre contando con nuestra aceptación libre y voluntaria.

Seguir al Señor cuando nos da "caramelitos"(consuelos)es una fe infantil,hay que seguir,obedeciendo,porque Él "aprendió sufriendo a obedecer".
21/10/09 10:03 AM
  
María Lourdes
Norberto, la gente no suele asociar la obediencia con la alegría y la felicidad, pero obedeciendo a Dios nos ayudamos a encontrar la verdadera felicidad que el Señor desea para nosotros, más aún de lo que nos lo podamos desear nosotros mismos.

"todo es gracia", que suele aparecer en sus comentarios, es algo que aparece también en el siguiente post, en relación a cómo los actos de gratitud ayudan a poder reconocer eso en nuestras vidas. Jesucristo es el que nos lleva a la Casa del Padre. Un saludo.
21/10/09 4:26 PM

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