InfoCatólica / Sapientia christiana / Archivos para: Octubre 2020

15.10.20

XCII. La perfección de Cristo

1090. –De la existencia en Cristo de la voluntad humana y de la voluntad divina, se sigue, como se ha probado, que realizaacciones humanas, divinas y mixtas o humano-divinas. ¿Se pueden hacer más inferencias de la afirmación de su doble voluntad?

–Una consecuencia de admitir dos voluntades en Cristo es la afirmación del libre albedrío en su voluntad humana. Tuvo como hombre gozar de libre albedrío por tener voluntad humana, porque: «si Cristo no tuvo voluntad humana, se sigue que tampoco tuvo libertad según la naturaleza asumida, puesto que el hombre es libre por la voluntad. De este modo Cristo no hubiera obrado a modo de hombre, sino a modo de los demás animales, que carecen de libertad. Y, además, tampoco sus actos hubieran sido virtuosos o dignos de ser alabados o imitados por nosotros. En vano, pues, hubiera dicho: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11, 29); y «Yo os he dado ejemplo, para que vosotros hagáis también como yo he hecho» (Jn 13, 15)»[1].

Precisa Santo Tomás, en la Suma teológica, que: «era necesario que Cristo además de la voluntad divina, poseyera también una voluntad humana, no sólo como potencia natural o movimiento necesario, sino también como movimiento racional»[2].

Explica que de acuerdo con estos dos movimientos o inclinaciones: «a Cristo, desde el punto de vista de su naturaleza humana, se le atribuyen varias voluntades, a saber la voluntad sensible, que se llama voluntad por participación», que es el apetito sensible; y «la voluntad racional», que a su vez puede ser: «considerada, bien como naturaleza, bien como razón».

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1.10.20

XCI. La humanidad de Cristo

1074. –Con la refutación de la herejía nestoriana, se ha probado que hay que entender: «el misterio de la Encarnación de suerte que sea una e idéntica la persona del Verbo de Dios y la del hombre». ¿Hay más dificultades en el «estudio» de este misterio?

–Declara Santo Tomás que todavía hay otra dificultad, porque: «la persona divina sigue necesariamente a la naturaleza divina. Y lo mismo hay que decir de la naturaleza humana, pues todo lo que subsiste en la naturaleza intelectual o racional tiene razón de persona». Como ya dijo al tratar el misterio trinitario, el subsistente –la substancia individual que existe por sí y en sí, porque tiene un ser propio proporcionado a su naturaleza o esencia–, cuya naturaleza es racional, es lo que constituye y define la persona. «De ahí que (en Cristo) no parezca posible que haya una sola persona, siendo dos las naturalezas divina y humana».

Explica seguidamente que: «para solucionar tal dificultad, propusieron algunos diversas opiniones. Y así, Eutiques, para salvar contra Nestorio, la unidad de persona en Cristo, dijo que había también en Cristo una sola naturaleza, de suerte que, a pesar de que antes de la unión hubiera dos naturalezas distintas, divina y humana, sin embargo, en la unión se juntaron en una sola naturaleza. Y así decía que la persona de Cristo: «procedía de dos naturalezas», pero «que no subsistía en dos naturalezas». Por esto fue condenado en el sínodo de Calcedonia»[1].

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