XXV. Momento de la animación humana

262. ––Después de las demostraciones de la inmortalidad del alma humana y de las refutaciones de los argumentos de las doctrina sobre la preexistencia de las almas, el Aquinate aún añade algunos capítulos a los muchos que ha destinado al espíritu que está unido al cuerpo. ¿Cuáles son los temas que trata en estos últimos capítulos dedicados al ser humano?

––Termina la exposición de lo que podría denominarse el tratado sobre el hombre de la Suma contra los gentiles, con la explicación de dos consecuencias, que se siguen de su doctrina. La primera es que no puede admitirse ningún tipo de panteísmo o identificación de Dios con lo creado, porque: «De lo dicho se ve también claramente que el alma no es de la substancia divina».

Argumenta, en primer lugar: «Quedó ya demostrado que es eterna la substancia divina (I, c. 15) y que en ella no hay nada que empiece ahora a ser. Por el contrario, las almas humanas no fueron antes que el cuerpo, como se ha dicho (II, c. 83 ss.). Luego el alma no puede ser de la substancia divina».

También, que: «Como la substancia divina es absolutamente indivisible (I, c. 18), no puede el alma ser de esa substancia, a no ser que sea toda la substancia divina. Pero es imposible que la substancia divina sea más que una, como ya está probado (I, c. 42). De donde se seguiría que el alma más que una en cuanto al entendimiento. Y esto ya hemos visto que no puede ser (II, c. 73 ss.). Luego el alma no es parte de la substancia divina».

263. ––¿Cuáles son las razones que se han dado para afirmar este panteísmo del espíritu humano ya refutado?

––Sostiene Santo Tomás que son diversas, porque: «esta opinión procede de una triple fuente». La primera, porque: «algunos afirmaron que no hay ninguna substancia incorpórea». Como además: «afirmaban ser Dios el más noble de todos los cuerpos, diciendo que este cuerpo o sería aire, o fuego, o cualquier otro principio; y decían, además, que el alma era de la naturaleza de este cuerpo, pues todos atribuían al alma lo que establecían como principio, como lo explica Aristóteles (Sobre el alma, I, c.2). De esto se seguía que el alma era de la substancia divina»[1].

Después atribuir este panteísmo materialista a los presocráticos, y, como precisará ––en otra obra, al comentar el texto aristotélico citado––, principalmente a Empédocles[2], indica que también eran panteístas, respecto al espíritu del hombre, y materialistas, a pesar de las apariencias espiritualistas, las antiguas corrientes gnósticas. Sobre la mas representativa de ellas, el maniqueísmo, combatido por San Agustín, indica que: «De esta raíz brotó la doctrina de los maniqueos, que imaginaron a Dios como una cierta luz corpórea extendida por los espacios infinitos, considerando al alma como una determinada partícula de esa luz».

Afirma seguidamente Santo Tomás que: «Esta doctrina es falsa, no sólo porque se probó antes que Dios no es cuerpo (I, c. 20), sino también porque se demostró que el alma humana no es cuerpo (II, cc. 49, 65), como no lo es ninguna substancia intelectual».

Igualmente se puede encontrar un segundo origen de la doctrina panteísta, porque, como se ha dicho: «otros afirmaron que el entendimiento de todos los hombres no es sino uno, o sólo el entendimiento agente, o el agente y el posible a la vez (c. 73). Y como los antiguos afirmaban que Dios era cierta substancia separada, se debía concluir que nuestra alma, esto es, el entendimiento, con el que entendemos, es de naturaleza divina».

Advierte asimismo que, además: «algunos autores cristianos de nuestro tiempo, manteniendo la sentencia del entendimiento agente separado, han dicho expresamente que el entendimiento agente es Dios».

No argumenta aquí sobre esta segunda posición, porque nota que:«Esta teoría de la unidad de nuestro entendimiento fue ya anteriormente refutada (c. 76)».

Por último, en tercer lugar: «Pudo esta opinión haber nacido de la semejanza de nuestra alma con Dios. En efecto, el entender, que estimamos pertenece en sumo grado a Dios, vemos que no conviene a ninguna substancia del mundo inferior más que al hombre en razón del alma. De donde pudo parecer que el alma pertenece a la naturaleza divina. Sobre todo entre los hombres para los cuales era cierto que el alma humana es inmortal».

Además, añade: «A esto parece ayudar también el Génesis, cuando, después de decir: «Hágase el hombre a nuestro imagen y semejanza», añade: «Formó Dios al hombre del barro de la tierra e inspiró en su rostro el aliento de la vida» (Gen 2, 7), Algunos han querido también sacar de esto que el alma humana es de naturaleza divina. Pues el que inspira en el rostro de otro comunícale su mismo espíritu; y así la Escritura parece indicar que algo divino comunica Dios al hombre al darle la vida».

Sin embargo, ello no es un apoyo para el panteísmo, porque: «la semejanza indicada no prueba que el hombre sea algo de la substancia divina, porque el entender del hombre está afectado por muchos defectos que no pueden atribuirse a Dios. De donde se deduce que esta semejanza indica más una imagen imperfecta que una consubstancial».

Nota asimismo que: «esto lo indica también la Escritura cuando dice que el hombre fue creado «a imagen» de Dios. De aquí resulta que el soplo mencionado demuestra que el modo de comunicar Dios la vida al hombre implica cierta semejanza del hombre con Dios, pero no una unidad substancial. Por esta razón: «el soplo de vida en el rostro» se dice «insuflado»; porque, como en esta parte del cuerpo, están situados muchos de los órganos de los sentidos, en el mismo rostro se manifiesta más claramente la vida. En este sentido, pues, se dice que Dios sopló en el rostro del hombre el aliento, porque dio al hombre el espíritu de vida sin hacerle por eso de su misma substancia; también el que sopla corporalmente en el rostro de alguien impele el aire hacia su cara, de lo que parece formarse la metáfora, pero sin comunicarle ninguna parte de la propia substancia»[3].

264. ––¿Cuál es la segunda consecuencia de su doctrina del hombre, que indica el Aquinate?

––La consecuencia, que no es tan inmediata como anterior, es que «el alma humana no se comunica por transmisión seminal». Santo Tomás la prueba, desde una premisa, que se ha podido comprobar en la expuesta doctrina sobre el hombre. En una primera parte de la misma se establece que: «No pueden darse sin el cuerpo operaciones de principios cuyo comienzo tampoco puede darse sin el cuerpo; pues las cosas tienen el ser como tienen el obrar, porque cada uno obra en cuanto es ente». En una segunda, que: «Por el contrario, tampoco son por generación corporal aquellos principios cuyas operaciones son sin el cuerpo».

Se ha patentizado además que las operaciones de las almas vegetativa y sensitiva son corporales, porque: «El obrar del alma sensitiva y nutritiva no puede realizarse sin el cuerpo», En cambio, las operaciones propias del alma racional son totalmente inmateriales, porque: «la operación del alma intelectiva no se efectúa mediante los órganos corpóreos».

La conclusión es que: «el alma nutritiva y sensitiva se produce por generación corporal, pero no así el alma intelectiva». También de una manera más concreta se puede establecer, dado que: «la transmisión seminal está ordenada a la generación del cuerpo», en todos los seres vivos, «el alma sensitiva y nutritiva comienzan a ser por transmisión seminal, pero no así el alma intelectiva».

265. ––Según esta última conclusión, el alma nutritiva, propia de los vegetales, el alma sensitiva, que es la que poseen los animales, y que realiza también las funciones del alma vegetativa, se comunican por medio de los órganos reproductivos. En cambio, el alma racional o espiritual, aunque realiza las operaciones de la vegetativa y la sensitiva, no se recibe de la generación como las plantas y los animales. Si no procede de otras de ningún modo ¿el alma de cada hombre es creada directamente por Dios?

––El alma espiritual humana, aunque sea forma del cuerpo y realice todas las operaciones vitales, propias de la vida vegetativa y de la vida sensitiva, no puede proceder por transmisión generativa. Una razón decisiva, se apoya en esta tesis, que implica la doctrina hilemórfica aristotélica: «Toda forma que recibe el ser por transmutación de la materia es una forma producida por la potencia de la materia; pues en esto consiste el transmutarla: en hacerla pasar de la potencia al acto».

Al aplicarla al hombre, resulta que: «el alma intelectiva no puede ser producida por la potencia material, pues ya quedó demostrado (c. 78) que la misma alma supera todo el poder de la materia, porque tiene ciertas operaciones independientes de ésta, como también se probó (Ibíd.)». Precisa que: «el alma intelectiva supera todo el género de los cuerpos, porque tiene una operación superior a todos los cuerpos, que es el acto de entender (…) no hay ningún poder corpóreo que pueda producir el alma intelectiva». Por consiguiente: «el alma intelectiva no es producida por transmutación material. Y de esta manera tampoco recibe el ser por el poder activo que hay en el semen»[4].

Además, si se tiene en cuenta que: «todo lo que es producido en el ser, o es generado (…) o es creado», debe afirmarse que el alma humana: «es producida por creación». Si: «solamente Dios puede crear, como se probó (c. 21), hay que concluir: «sólo Él puede dar el ser al alma humana».

Queda confirmado que el alma espiritual es producida directamente por Dios, porque: «la Sagrada Escritura insinúa esto mismo en el Génesis, pues cuando habla de la creación de los otros animales atribuye a las almas de éstos otras causas, como cuando dice: «Produzcan las aguas reptiles vivos» (Gen 1, 20), y lo mismo hablando de los otros animales; pero al tratar del hombre indica que su alma es creada por Dios, al decir: «Formó Dios al hombre de barro de la tierra e insufló en su frente el soplo de la vida» (Gn 2, 7)»[5].

266. ––Si enseña el Aquinate que el alma humana no es generada como las de los vegetales y de los animales, sino que es creada por Dios, y el hombre en su etapa embrionaria comienza sucesivamente por ellas, podría parecer que no es infundida desde el primer momento de la vida humana. ¿Sigue con ello la doctrina medieval llamada de la «animación retardada»?

––Los antiguos Padres de la Iglesia sostuvieron la doctrina de la «animación inmediata», o que el hombre desde el primer momento de su concepción posee el alma espiritual creada e infundida por Dios. En cambio, por influencia aristotélica, en la escolástica medieval, se creó la de la «animación retardada». No es extraño que Santo Tomás también tratará la cuestión del tiempo de la aparición de cada espíritu humano.

Su punto de partida es, como ha explicado Abelardo Lobato, que: ««El amor de Dios crea e infunde, por amor, el alma de cada ser humano en la materia trasmitida por los padres con la virtud seminal». El alma no viene del proceso de la materia, sino que viene «de fuera». Debe averiguarse, no obstante, el momento. Santo Tomás: «ha tratado de presentarnos una solución coherente con sus principios y con la cultura de su época».

Uno de estos principio, estrictamente filosófico, utilizado en su solución, y que toma de la filosofía de Aristóteles, es que, en los compuestos, la forma substancial requiere que la materia tenga una organización y disposición apta para ser su sujeto y recibir sus propiedades. Así, por ejemplo, el fuego no puede informar a la leña, si no está seca.

Otro principio –también de Aristóteles, pero que ya no es filosófico, sino de lo que se podría llamar la embriológica aristotélica– es que el embrión humano no recibe el alma propiamente humana hasta después de un cierto tiempo. Se afirmaba esta tesis, porque no se veía como el embrión, tal como se le concebía por la fisiología de entonces, pudiera hasta algún tiempo ser apto para recibir y ser informado por el alma racional.

Sostiene, por ello, Lobato que la solución de Santo Tomás: «es coherente, original como su teoría de la forma única del compuesto y diferente de la mayor parte de las demás teorías que hay en boga en su tiempo»[6]. Posiciones, que expone con sus argumentaciones y que rebate en estos capítulos finales de la Suma contra los gentiles[7].

Recuerda Lobato que enseña Santo Tomás que: «Por ser forma espiritual del compuesto el alma ejerce sobre él las tres especies de causalidad: la eficiente, la formal y la final; es principio del movimiento de vida, da el ser humano completo, y dirige todos los procesos del compuesto hacia las operaciones propias de la especie y al fin a que tiende. Por todo esto, desde el primer momento, el alma requiere una materia suficientemente organizada, de modo que pueda ejercer las operaciones de la vida sensitiva».

Congruentemente con la ciencia de su época, Santo Tomás: «No estima que sea suficiente el semen, sino que debe darse ya el embrión con un cierto desarrollo de modo que tenga formados los órganos de la vida: el corazón y el cerebro, desde los cuales se regula todo el proceso ulterior». Dada la simplicidad que se veía entonces en el embrión, era la única manera de respetar la tesis aristotélica de que: «La disposición de la materia corpórea es condición requerida para el principio de la vida humana»[8].

267. ––¿Cómo explica el Aquinate el desarrollo organizativo del embrión, que dispone para recibir el alma racional?

––La exposición de la solución de Santo Tomás, según la síntesis que ofrece Lobato, es la siguiente: «En el embrión hay operaciones vitales: se nutre y siente. Tales operaciones son del viviente y por tanto no pueden ser de un principio extrínseco, del alma de la madre por ejemplo. Requieren un principio vital. Ese principio no puede ser el alma humana, forma espiritual, porque el embrión carece todavía de órganos adecuados. Antes de la organización del cuerpo no hay alma en acto, sino sólo en potencia. El alma no puede ser infundida en el semen, como principio activo, porque se seguiría que se multiplicarían las almas dondequiera que hubiera expulsión del semen, ni se infunde en «la sangre», que es sólo principio pasivo»[9], y es el elemento aportado por la mujer.

En la Suma contra los gentiles, Santo Tomás lo justifica de este modo: «Cuanto más noble es una forma y está más lejos de la forma elemental tanto más formas intermedias debe haber, por las cuales se llegue gradualmente a ella, y, en consecuencia, más generaciones medias».

Desde este punto filosófico general de la doctrina hilemórfica, concluye: «En la generación del hombre, o en la del animal, como la forma es perfectísima, hay muchas formas y generaciones intermedias, y, por consiguiente, corrupciones, porque la generación de uno es la corrupción de otro. Luego el alma vegetal, que aparece en el momento en que el embrión vive la vida vegetativa, se corrompe, sucediéndole un alma más perfecta, que es a la vez nutritiva y sensitiva, y entonces el embrión vive la vida animal; corrompidas ésta, sucédele el alma racional, infundida por un agente extrínseco, aunque las precedentes estuvieran en la virtud seminal»[10].

Esta misma sucesión de almas vegetativa, sensitiva y racional, que asumen cada una las funciones de la inferior, la mantuvo Santo Tomás en la Suma teológica. Al tratar la misma cuestión de si el alma racional es causada seminalmente, presenta esta objeción: «Queda probado que en el hombre hay una sola alma substancialmente, que es a la vez intelectiva, sensitiva y vegetativa. Más el alma sensitiva se engendra del semen en el hombre, igual que en los otros animales, y de ahí que según Aristóteles, en Sobre la generación de los animales (II, 3) no se comience simultáneamente a ser animal y hombre, sino que se es antes animal informado de alma sensitiva. Luego también el alma intelectiva es causada del semen»[11].

Para responder a esta objeción, aclara: «Como la generación de una cosa es corrupción de otra, es necesario decir que, tanto en el hombre como en los otros animales, al venir una forma superior, se corrompe la forma precedente; pero de tal manera que en la forma siguiente queda todo lo que había en la anterior, más lo que ella trae de nuevo y de este modo se llega, mediante diversas generaciones y corrupciones, a la última forma substancial, así en el hombre como en los otros animales».

Por consiguiente, concluye Santo Tomás: «debe decirse que el alma intelectiva es creada por Dios al completarse la generación humana, y que esta alma es, a un mismo tiempo, sensitiva y vegetativa, corrompiéndose las formas que la preceden»[12].

Con ello, puede mantenerse que: «el hombre engendra semejante así en la especie»[13], porque: «el hombre engendra semejante a sí en cuanto que por la virtud de su substancia seminal se dispone la materia para la recepción del alma racional»[14].

268. ––¿Siempre mantuvo el Aquinate esta doctrina de la animación retardada?

––La misma doctrina se encuentra en Las cuestiones disputadas sobre la Potencia de Dios, obra escrita entre la dos Sumas. En su exposición se objeta: «El embrión antes de llegar a su cumplimiento con el alma racional, posee alguna operación del alma, ya que aumenta, se nutre y siente. Pero la operación del alma no existe sin la vida. Por tanto tiene alma. Pero no puede decirse que le advenga otra alma, ya que entonces en un solo cuerpo existirían dos almas. Por tanto, la misma alma que inicialmente se reproducía en el semen es el alma racional»[15].

A esta objeción, Santo Tomás, al igual que los dos capítulos citados de la Suma contra los gentiles, como refiere Abelardo Lobato: «responde con un detallado análisis del estado de la cuestión, examina las diversas opiniones al respecto, y al final decide con la misma sentencia que ha mantenido desde el principio: el alma racional requiere un cuerpo organizado para el ejercicio de sus operaciones, y éste no se da mientras no hay corazón y cerebro, funciones que requieren el alma sensitiva. Por tanto, el alma racional sólo puede ser infundida después de la sensitiva»[16].

Asimismo concluye Santo Tomás, en su respuesta: «Es necesario que una generación de este tenor no sea simple, sino que contenga en sí muchas generaciones y corrupciones. No puede ser, en efecto, que una y la misma forma substancial sea llevada gradualmente al acto, como se ha mostrado. Así, por tanto, merced a una capacidad formadora que desde el principio hay en el semen, suprimida la forma del esperma, se introduzca otra forma, y suprimida de nuevo se introduzca otra; y así primero se introduce el alma vegetativa; después, suprimida ésta, se introduce el alma sensitiva y vegetativa a la vez; suprimida ésta, se introduce no por esta capacidad mencionada sino por el creador, el alma que a la vez es racional, sensitiva y vegetativa».

Queda así probada la imposibilidad de la conclusión de la objeción, porque: «a tenor de esta explicación hay que afirmar que el embrión, antes de tener el alma racional, vive y tiene alma, suprimida la cual, es introducida el alma racional. Y de este modo no se concluye que existan dos almas en el mismo cuerpo, ni que el alma racional se transmita con el semen»[17].

En definitiva, como aclara Lobato: «Para Tomás el proceso normal del embrión humano requiere tres momentos previos a la animación: primero, el semen masculino y la «sangre» femenina se han de unir en el lugar de la generación, que es el útero materno; segundo, por la virtud activa del semen, de esa materia se ha de formar un cuerpo organizado; tercero, el cuerpo así formado, con vida vegetativa primero y sensitiva después, debe crecer hasta una cierta cantidad. En el cuerpo ya formado deben tener su función los principales órganos, el corazón y el cerebro. Cuando hay una disposición proporcionada de la materia, al final de estos tres momentos, se realiza el definitivo, la animación o la infusión del alma en el cuerpo»[18].

269. ––Desde la época patristica, la Iglesia ha enseñado que la encarnación del Verbo fue instantánea. El ángel le dijo a la Virgen María: «He aquí que concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo»[19]. No le dice únicamente que dará luz al Verbo, sino también que concebirá al Verbo encarnado. La falta de esta concepción implicaría que María hubiera concebido a una naturaleza viva o ya humana a la que después se hubiera unido el Verbo, a quien le hubiera dado luz, pero no concebido, como en cambio afirma el ángel. María entonces hubiera solo dado luz a Dios, tal como heréticamente afirmaba Nestorio, y no hubiera sido Madre de Dios, como declaró el concilio de Efeso en 431. ¿Cómo, según su doctrina de la animación retardada, explica el Aquinate la concepción instantánea de Cristo como Verbo encarnado?

––En la primera obra que trató la cuestión de si la concepción del cuerpo de Cristo fue instantánea o sucesiva, el Comentario de las Sentencias de Pedro Lombardo: escribió Santo Tomás: «La concepción de Cristo según la fe fue instantánea». Para mantenerlo: «hay que poner una concepción instantánea, de modo que en el mismo instante se dio: la conversión de la sangre material en la carne y las otras partes del cuerpo de Cristo, y la formación de los miembros orgánicos y la animación de los órganos corporales, y la asunción del cuerpo animado en la unidad de la persona».

Las operaciones de conversión, formación y animación se dan en la concepción de todos los hombres. La asunción, en cambio, sólo en el milagro de la encarnación. La tres primeras en Cristo se dieron instantáneamente, no así en los demás hombres. Incluso siguiendo a Aristóteles indica el número de días necesarios para que sea posible la animación, o venida del alma humana, hasta cuarenta días para los varones y noventa para las mujeres, y según San Agustín con seis días más. «En Cristo, en cambio, la materia, que suministró la Virgen, al instante tomó forma y figura humana, y en la unidad de la divina persona fue asumida»[20].

En la Suma teológica, ya al final de su vida, después de citar estas palabras de San Juan Damasceno: «en el mismo instante fue carne, carne del Verbo de Dios y carne animada por un alma racional e intelectual»[21], escribe Santo Tomás: «Para que se pueda atribuir la concepción al mismo Hijo de Dios, como confesamos en el Símbolo de los Apóstoles, al decir: «Que fue concebido del Espíritu Santo», es preciso afirmar que el mismo cuerpo, al ser concebido, fue en el mismo instante tomado por el Verbo de Dios. Como ya se dijo (III, q. 6, a. 1-2.), el Verbo de Dios tomó el cuerpo mediante el alma, y el alma mediante el espíritu, esto es, el entendimiento; luego fue preciso que en el primer instante de la concepción el cuerpo de Cristo hubiera sido animado por el alma racional»[22].

Reconoce también que: «según Aristóteles, en la generación del hombre se requiere antes y después, porque antes es viviente, después animal, finalmente hombre»[23], pero afirma, que, en cambio: «el cuerpo de Cristo estuvo perfectamente formado, antes que el de los otros hombres, y también animado antes»[24].

De manera que: «Lo que Aristóteles dice, tiene lugar en la generación de los otros hombres, porque su cuerpo se forma y dispone lentamente a la recepción del alma. De manera que primero, como imperfectamente dispuesto, recibe un alma imperfecta; luego, cuando en disposición es perfecta, recibe el alma perfecta. Pero el cuerpo de Cristo, a causa del poder infinito del agente, quedó perfectamente dispuesto desde el primer instante, y así, desde luego, en ese primer instante, recibió su forma perfecta, es decir, el alma racional»[25].

Por ello: «decimos con toda propiedad que «Dios se hizo hombre», pero no decimos con la misma propiedad que «el hombre se hizo Dios»; porque Dios tomó lo que es esencial del hombre, y esto no preexistió con propia subsistencia antes de ser tomado por el Verbo. En efecto, si la carne de Cristo hubiera sido concebida antes de ser tomada por el Verbo, hubiera tenido en algún tiempo una hipóstasis, distinta de la hipóstasis del Verbo de Dios». Antes de ser la hipóstasis o persona del Verbo divino, habría sido otra substancia o hipóstasis, una persona humana.

Esto último es imposible, porque: «es contrario al concepto de la encarnación, según el cual afirmamos que el Verbo de Dios se unió a la naturaleza humana y a sus partes en unidad de persona. Y no fue conveniente que esta hipóstasis preexistente de la naturaleza human o de alguna de sus partes fuera destruida por el Verbo al tomar la humana naturaleza. Resulta, pues, ser contrario a la fe el decir que la carne de Cristo fue primero concebida y luego tomada por el Verbo de Dios»[26].

270. ––Abelardo Lobato escribió sobre la doctrina de la animación retardada del Aquinate: «Apoyada en la biología rudimentaria de su época, ya no es sostenible». Si se tiene en cuenta la genética actual, se debe afirmar, como recuerda seguidamente el afamado tomista, que: «desde el primer momento se da la materia organizada, no sólo por parte del semen, sino del óvulo femenino: la unión del espermatozoide y del óvulo realizada en la fecundación. A partir de se momento hay materia dispuesta para la animación, porque todo el proceso ulterior de desarrollo se verifica a partir del mismo óvulo fecundado, el cual es principio de la propia arquitectura y hasta de la propia casa, del cerebro y del corazón»[27]. Dado que la doctrina del Aquinate sobre la animación contradice a premisas probadas de la embriología actual ¿se puede dar un paso más y concluir que tampoco se puede sustentar su doctrina de la unión del alma y el cuerpo?

––El mismo Lobato no sólo confirma la validez de toda la doctrina de Santo Tomás sobre el cuerpo y el alma, sino que también sostiene que es compatible con la biología actual. Incluso puede mantenerse la premisa aristotélica en que se apoya su explicación de la animación retardada. Explica el tomista español que: «La teoría general de la información de la materia exige en ésta una disposición adecuada para recibir la forma: la leña si no está seca no arde; al ojo enfermo le hace daño la luz y no ve. Sin vida sensitiva no hay posibilidad para el ejercido de las operaciones del alma espiritual. Tomás pensaba que el corazón es el órgano principal de la vida sensitiva del animal, en cuanto primum vivens y ultimum moriens. Por ello, no era posible poner la unión del alma con el cuerpo y el principio de la vida humana hasta que el organismo humano tuviera el corazón formado y ejerciendo su función. Por ello, es partidario de la animación retardada»[28].

Afirma además que: «Si Tomás hubiera conocido cuanto la ciencia moderna ha descubierto en este campo, no hubiera tenido el mínimo inconveniente en admitir para todos los hombres lo que, por excepción, sólo veía posible en el caso de la concepción del Hijo de Dios en el seno de la Virgen María. Todo está en la disposición de la materia y en la cuantidad requerida. La disposición del patrimonio genético es suficiente, a pesar de sus microscópicas dimensiones».

De manera que: «Lo que ocurría en Cristo, por virtud del Espíritu Santo, y por su misma dignidad en el misterio del Dios que se hace hombre, puede ser aplicado a todos los hombres, cuando se prueba que la disposición de la materia es apta para recibir el alma».

En definitiva, concluye el Maestro Lobato que:«Esta posición tomista, en el fondo, trata de ser fiel tanto a la teoría hilemórfica y a los principios de la antropología cristiana, cuanto a las teorías de Aristóteles y a los datos de la experiencia rudimentaria de la edad media en este campo». Parece que es innegable que: «En el caso de haber conocido que ya desde el primer momento no sólo hay funciones vegetativas, sino toda la estructura para las funciones sensitivas, que van con la célula, Tomás no hubiera dudado en hacer general el principio que ponía sólo como excepción en el caso de la formación del cuerpo de Cristo en el seno de la Virgen, en el primer instante»[29]. Sin necesidad de abandonar sus premisas filosóficas, habría asumido la premisa científica desconocida en su época, que incluso confirmaba la validez de todas ellas.

Eudaldo Forment



[1] Santo Tomás, Suma contra los gentiles, II, c. 85.

[2] Cf. IDEM, Exposición a los libros sobre el alma, I, lect. 4, 43.

[3] ÍDEM,Suma contra los gentiles, II, c. 85.

[4] Ibíd., II, c. 86.

[5] Ibíd., II, c. 87.

[6] Abelardo Lobato, El cuerpo humano, en IDEM (dir.), El pensamiento de Santo Tomás de Aquino para el hombre de hoy, I, El hombre en cuerpo y alma, Valencia, Edicep, 1994, pp. 101-275, p. 188.

[7] Santo Tomás, Suma contra los gentiles, II, cc. 88 y 89.

[8] Abelardo Lobato, El cuerpo humano, op. cit., p. 188.

[9] Ibíd., p. 189.

[10] Santo Tomás, Suma contra los gentiles, II, c. 89.

[11] IDEM, Suma teológica, I, q. 118, a. 2, ob. 2.

[12] Ibíd., I, q. 118, a. 2, ad 2.

[13] Ibíd., I, q. 118, a. 2, ob. 4

[14] Ibíd., I, q. 118, a. 2, ad 4.

[15] IDEM, Las cuestones disputadas sobre la Potencia de Dios, q. 3, a. 9, ob. 9.

[16] Abelardo Lobato, El cuerpo humano, op. cit., p. 190.

[17]Santo Tomás, Las cuestones disputadas sobre la Potencia de Dios, q. 3, a. 9, ad 9.

[18] Abelardo Lobato, El cuerpo humano, op. cit., p. 191.

[19] Lc 1, 31-32.

[20] Santo Tomás, Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, III, d. 3, q. 5, a. 2, in c.

[21] San Juan Damasceno, Expositio accurata Fidei Orthodoxae, III, c. 2.

[22] Santo Tomás, Suma teológica, III, q. 33, a. 2, in c.

[23] Ibíd., III, q. 33, a. 2, ob. 3

[24] Ibíd., III, q. 33, a. 2, ad 1.

[25] Ibid., III, q. 33, a. 2, ad 3.

[26] Ibíd., III, q. 33, a. 3, in c.

[27] Abelardo Lobato, El cuerpo humano, op. cit., pp. 191-192.

[28] Ibíd., p. 191.

[29] Ibíd., p. 192.

1 comentario

  
Ricardo de Argentina
Está claro que antes de la animación del feto, éste es un órgano más del cuerpo que como tal, puede extirparse sin que ello sea censurable moralmente.
La embriología y la genética modernas han demostrado que ya no es un órgano sino un individuo diferente al cuerpo que lo nutre y protege.
Con esto parecería que los agentes de la cultura muerte tendrían la batalla perdida y deberían rendirse, ya que todo aborto es el asesinato de una persona humana.
Pero no es así, no se han rendido sino que han contraatacado y a través de la filosofía fenomenológica enseñan falsamente que sólo se es "persona" cuando llega el uso de razón, antes sólo se es "individuo". O sea mero animal. Con esto justifican moralmente el aborto y van a llegar a justificar el infanticidio.

Pero eso no es lo más grave, sino que ese veneno ha inficcionado a pensadores católicos a través del personalismo, una corriente seudofilosófica que está muy en boga y que Alonso Gracián denuncia y analiza en su blog.
02/01/18 4:42 AM

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