Pide el Papa políticos católicos sin complejos
El Papa Benedicto XVI no sólo tiene preocupaciones espirituales, también temporales. No porque sean dictadas por el tiempo y el espacio, sino porque son intereses “de este mundo”. Sus fieles, al menos muchos de aquellos que le ha tocado pastorear, están sufriendo. La crisis económica los ha golpeado con fuerza. El pontífice no se olvida de ellos pero sabe que, para cambiar las cosas, se necesita del compromiso de todos.
Joseph Ratzinger ha repetido una y otra vez que el orígen de la crisis debe buscarse no en los bancos, en la volatilidad de los mercados y en los fondos tóxicos. Aunque nunca ha minimizado la responsabilidad del actual sistema económico, al cual considera injusto y salvaje, ha señalado con claridad que la razón última de las dificultades financieras deben ser buscadas en el corazón del hombre.
Allí, donde se anida la ambición y la falta de ética. Impulsos que mueven a los poderosos a aprovechar todas las herramientas a su disposición para ganar más y más, al filo de la legalidad, con maniobras arriesgadas o corruptas.
Pero el Papa sabe también que con llamados abstractos no basta para modificar la situación. Tiene bien en mente que hacen falta personas de carne y hueso con la valentía de tomar en mano la situación para procurar (en la medida de los posible) la justicia social. Por eso ha multiplicado sus exhortaciones al surgimiento de una “nueva generación” de políticos católicos, serios y congruentes, capaces de marcar la diferencia.