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28.09.15

(340) Pecado –y 11. Lo primero, no pecar

Murillo- El hijo pródigo

–Lo primero es no pecar… Ascética muy negativa.

–Vamos a ver. Si usted quiere ganarse la amistad de un señor al que le ha robado la cartera, y él lo sabe, me figuro que lo primero que tendrá usted que hacer es devolverle la cartera… ¿O no?

Las edades espirituales

–En la sagrada Escritura la vida de la gracia siempre exige crecimiento; es vida, que bajo la acción del Espíritu Santo, se desarrolla en un constante dinamismo perfectivo. «El justo crecerá como palmera, se alzará como cedro del Líbano» (Sal 91,13). El Reino de Dios en el corazón del hombre es como una semilla que «germina y crece, sin que él sepa cómo» (Mc 4,26-27): «primero hierba, luego espiga, en seguida trigo que llena la es­piga» (4,28-29). La vida cristiana, por tanto, ha de ir pasando siempre de lo imperfecto a lo perfecto (1Cor 2,6; 13,9-10s; Flp 3,9-14), hasta llegar a ser «perfectos en Cristo» (Col 1,28; cf. Ef 4,15-16). «Sed perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial» (Mt 5,48). «Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20).

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21.09.15

(339) Pecado –10. Lucha contra las tentaciones

Via crucis - Mérida, España, Circo romano (s. I)

–Padre, qué malito está el mundo…

–«Todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la arrogancia del dinero, todo eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa y también sus concupiscencias. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1Jn 1,16-17).

Demonio, carne y mundo son los enemigos del hombre: los tres obran en coalición permanente, y ellos son los que lo inducen al pecado y a la perdición temporal y eterna. El Evangelio de Cristo lo enseña con toda claridad y lo mismo los Apóstoles (Ef 2,1-3 et passim). El peor de los tres enemigos es el demonio, «príncipe de este mundo» (Jn 12,31), «dios de este mundo» (2Cor 4,4); y «quien comete pecado ése es del diablo» (1Jn 3,8), es decir, está más o menos cautivo de él, bajo su influjo.

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12.08.14

(279) Liturgia –15. Eucaristía, 10. Paz, fracción del pan, Cordero de Dios, Comunión (a)

–¿Falta mucho?

–Menos que cuando comenzamos a comentar la Misa; pero todavía un poco.

Para participar bien, interior y exteriormente, en la santa Misa conviene conocerla bien, y seguir con plena atención e intención todo lo que en la celebración eucarística se va diciendo y  haciendo. Veamos ahora lo que va del Padrenuestro a la Comunión.

–La paz

Sabemos que Cristo resucitado, cuando se aparecía a los apóstoles, les saludaba dándoles la paz: «La paz con vosotros» (Jn 20,19.26). En realidad, la herencia que el Señor deja a sus discípulos en la última Cena es precisamente la paz: «La paz os dejo, mi paz os doy; pero no como la da el mundo» (14,27).

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1.06.14

(271-2) Hoy el Evangelio de la Ascensión será afirmado o será negado

–¿Acaso es usted profeta para asegurar que hoy en muchas parroquias católicas será negada la Ascensión del Señor?

–No, no soy profeta; aunque, sí, lo soy desde el Bautismo, y más por el sacramento del Orden. Pero en este caso preveo simplemente que aquello que hicieron muchos miles de sacerdotes en los últimos decenios lo seguirán haciendo hoy, solemnidad de la Ascensión del Señor.

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27.02.14

(261) Castidad –4. en la regulación de la fertilidad

–O sea que cuantos más hijos tengamos, tanto mejor.

–La cantidad nunca es un factor decisivo para el discernimiento. Ir a Misa dos veces al día no es el doble mejor que ir sólo a una. Ni dar cien euros de limosna es necesariamente mejor que dar cincuenta. La cantidad nunca decide el discernimiento.

El matrimonio y el amor conyugal «están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y a la educación de los hijos» (Vat. II, GS 50). Por su propia naturaleza. Dios Creador de la naturaleza, Creador del hombre y de la mujer, Creador del matrimonio, es el que ha creado el matrimonio con esa finalidad fundamental. Lo sabemos desde el Génesis: «sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla» (Gén 1,28).

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