17.04.24

(546) Cristo glorioso (4)- Salvador del mundo y Sacerdote eterno

–¿Tanto citar textos del Antiguo y del Nuevo Testamento, de dos mil o más años atrás, no será pecar de arcaísmo?

–Así piensan algunos discapacitados en la fe.

 

–Jesucristo, Salvador del mundo

El Evangelio presenta a Jesucristo con frecuencia como «Salvador del mundo». Al disminuir hoy notablemente en la predicación de la Iglesia la dimensión soteriológica (salvación / condenación), ha disminuido parejamente el uso de la palabra Salvador para designar a Jesús. Pero «al principio no fue así», ni tampoco durante casi veinte siglos de Tradición eclesial. Conviene, pues, que nos gocemos contemplando a Cristo como único y glorioso «Salvador del mundo».

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12.04.24

(544) Cristo glorioso (2)- Dios verdadero y hombre verdadero

Carl Bloch (+1834)

–Todo lo que dice usted en este artículo es ya muy sabido.

–No tan sabido. Lamentablemente se habla muy poco de Cristo y de la santísima Trinidad. Más se habla de la justicia, de la solidaridad, de los inmigrantes, del calentamiento global, de la paz, del diálogo y de tantos otros temas horizontales de moda, todos interesantes. Pero…

 

–Signo de contradicción

El Hijo de Dios no entra por la encarnación en la raza humana en forma prepotente, majestuosa, imperiosa. Al contrario, entra en la humanidad por la puerta de servicio, por una cuadra de animales, y se presenta ante los hombres

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7.04.24

(543) Cristo glorioso (1): conocerlo y amarlo

Sagrado Corazón de Jesús. Leopold Kupelwieser

«En esto está la vida eterna:

–…en que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo» (Jn 17,3)

 * * *

Gracia suprema, conocer a Jesucristo: conocer–dar-a-conocer, por obra del Espíritu Santo, «el misterio escondido desde los siglos en Dios, y ahora manifestado a sus santos» (Col 1,26; +Ef 3,9). Decimos como aquellos griegos a Felipe: «Queremos ver a Jesús» (Jn 12,21). Querían conocerlo.

Cristo mismo es el Evangelio. Propiamente, el Evangelio –«os anuncio una Buena Noticia»– es Jesús mismo, su nacimiento en Belén (Lc 2,10-11). San Juan apóstol declara que para revelar a Jesucristo han sido escritos los Evangelios: «Éstas señales fueron escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo en él tengáis vida en su nombre» (Jn 20,30-31). Asi lo entiende también San Pablo, para quien evangelizar es «anunciar el misterio de Cristo» (Col 4,3).

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19.03.24

(366) Santidad-9. Conversión- modos de expiar por los pecados

S Francisco de Asís

 

–Bastante penitencia tiene el hombre con sufrir las penas de su vida. Como para añadirle otras…

–Una vez más da usted muestras del atrevimiento de la ignorancia, por el cual se habla de lo que no se sabe.

¿Cuáles son los modos fundamentales de participar de la pasión de Cristo, y de expiar con él por los pecados?

Aquí nos quedamos en el anterior capítulo al exponer la expiación penitencial (reparación, satisfacción).

Esos modos fundamentales los enseña Trento diciendo que «es tan grande la largueza de la munificencia divina quepodemos satisfacer ante Dios Padre por medio de Jesucristo no sólo con [1] las penas espontáneamente tomadas por nosotros para castigar el pecado [penas de mortificación] o [2] por las penas impuestas a juicio del sacerdote según la medida de la culpa [penas sacramentales], sino que también –lo que es máxima prueba de su amor– [3] por los azotes temporales que Dios nos inflige y nosotros sufrimos pacientemente [penas de la vida]» (Denz 1693; cf. 1713).

Maravillosa enseñanza, y aún más maravillosa realidad. Sigo el orden inverso al explicar ahora esta doctrina.

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9.03.24

(365) Santidad-8. Conversión: propósito y expiación

Joven orante

–Total, uno lo intenta y no lo consigue… Casi no merece la pena ni intentarlo.

–Ándese con ojo, que Jesús nos avisó: «si no os convertís, todos moriréis igualmente» (Lc 13,3). Cada uno, pues, ha de decirse: sin Cristo no puedo nada (Jn 15,5), pero «todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Flp 4,13).

Examen de conciencia, dolor de corazón, propósito de la enmienda y expiación de obra. Conversión completa.

* * *

–Propósito de enmienda

El propósito penitencial es un acto de esperanza, que se hace mirando a Dios. El es quien te dice: «vete y no peques más» (Jn 8,11). Él es quien nos levanta de nuestra postración, y quien nos da su gracia para emprender una vida nueva con fuerza y esperanza.

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