15.10.13

La reproducción humana artificial –2

(Continúa mi resumen de la instrucción Donum Vitae de la Congregación para la Doctrina de la Fe).

5. La segunda parte –Intervenciones sobre la procreación humana

La consolidación de la práctica de la fecundación in vitro ha requerido formar y destruir innumerables embriones humanos. Todavía hoy presupone una superovulación en la mujer: se recogen varios óvulos, se fertilizan y después se cultivan in vitro durante algunos días. Habitualmente no se transfieren todos a las vías genitales de la mujer; algunos embriones, denominados normalmente “embriones sobrantes", se destruyen o se congelan. Algunos de los embriones ya implantados se sacrifican a veces por diversas razones: eugenésicas, económicas o psicológicas. Esta destrucción voluntaria de seres humanos o su utilización para fines diversos, en detrimento de su integridad y de su vida, es contraria a la doctrina sobre el aborto procurado.

Sin embargo, este tipo de abusos no exime de una profunda y ulterior reflexión ética sobre las técnicas de procreación artificial consideradas en sí mismas, haciendo abstracción, en la medida de lo posible, del aniquilamiento de embriones producidos in vitro. Se considerarán en primer lugar los problemas planteados por la fecundación artificial heteróloga y luego los relacionados con la fecundación artificial homóloga.

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14.10.13

La reproducción humana artificial –1

Lamentablemente, la reproducción humana artificial se ha difundido mucho y hoy en día la mayoría de las personas, incluyendo a muchos católicos, tiende a aceptarla sin reflexionar lo suficiente acerca de su moralidad. El categórico rechazo de la doctrina católica a la inseminación y la fecundación artificiales es demasiado poco conocido. Tal vez también tú, estimado lector, hasta hoy has pensado que no hay nada malo en esas técnicas. Si fuera así, espero que este capítulo contribuya a abrir tus ojos. Quiera Dios que reconozcas la inmoralidad de la reproducción humana artificial y des testimonio de este aspecto de la doctrina moral católica con tus palabras y obras.

1. ¿Qué dice el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica sobre este tema?

El Compendio del Catecismo resume de la siguiente manera la doctrina católica sobre la reproducción humana artificial:

“¿Por qué son inmorales la inseminación y la fecundación artificiales?

La inseminación y la fecundación artificiales son inmorales porque disocian la procreación del acto conyugal con el que los esposos se entregan mutuamente, instaurando así un dominio de la técnica sobre el origen y sobre el destino de la persona humana. Además, la inseminación y la fecundación heterólogas, mediante el recurso a técnicas que implican a una persona extraña a la pareja conyugal, lesionan el derecho del hijo a nacer de un padre y de una madre conocidos por él, ligados entre sí por matrimonio y poseedores exclusivos del derecho a llegar a ser padre y madre solamente el uno a través del otro.

¿Cómo ha de ser considerado un hijo?

El hijo es un don de Dios, el don más grande dentro del matrimonio. No existe el derecho a tener hijos (“un hijo pretendido a toda costa”). Sí existe, en cambio, el derecho del hijo a ser fruto del acto conyugal de sus padres, y también el derecho a ser respetado como persona desde el momento de su concepción.

¿Qué pueden hacer los esposos cuando no tienen hijos?

Cuando el don del hijo no les es concedido, los esposos, después de haber agotado todos los legítimos recursos de la medicina, pueden mostrar su generosidad mediante la tutela o la adopción, o bien realizando servicios significativos en beneficio del prójimo. Así ejercen una preciosa fecundidad espiritual.”

(Catecismo de la Iglesia Católica – Compendio, nn. 499-501).

2. La instrucción Donum Vitae

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12.10.13

Declaración del Pontificio Consejo para la Familia sobre la llamada "reducción embrionaria"

El Pontificio Consejo para la Familia, invitado a expresar su posición sobre la llamada “reducción embrionaria", tras haber consultado a la Congregación para la Doctrina de la Fe, publica la siguiente Declaración.

Hoy son menos raros los casos de embarazos múltiples, esto es, cuando el seno materno es compartido por varios embriones. Suelen presentarse ya sea por la aplicación de la estimulación ovárica en caso de infertilidad o por la fecundación artificial, sobre lo cual el Magisterio se ha ya pronunciado (Cong. Doct. Fe, Inst. Donum vitae, II). Hay que tener en cuenta las situaciones difíciles y aun dramáticas que el uso de tales técnicas pueden originar. No se puede omitir una llamada a la responsabilidad a aquellos médicos que ponen en riesgo la vida de la madre y de los hijos concebidos por falta de pericia y precaución o en la aplicación de las técnicas de fecundación artificial. (*)

Es frecuente la afirmación, por parte de algunos, de que los embarazos múltiples no pueden llegar a término, sea por la muerte espontánea en el útero de los embriones o por su nacimiento prematuro no viable. Añaden además que si los nascituros llegan al parto, la dificultad obstétrica (con el consiguiente peligro para la madre) es mayor. Con estos presupuestos ellos concluyen que podría justificarse la selección y eliminación de algunos embriones para salvar a los otros, o al menos uno de ellos. Por este motivo se ha introducido la técnica denominada “reducción embrionaria".

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3.10.13

Reflexiones sobre el naturalismo metodológico en la ciencia –4

Para leer las tres primeras partes de este trabajo, pulse los siguientes enlaces:
Parte 1
Parte 2
Parte 3

En este artículo analizaré el naturalismo metodológico de la ciencia desde el punto de vista teológico. Para ello me limitaré a citar y comentar brevemente tres textos del último Concilio ecuménico.

En primer lugar citaré un texto del Vaticano II sobre la justa autonomía de la realidad terrena.

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1.10.13

Hacia una «psicología sana» (Dr. Pablo Verdier Mazzara)

1. La psicología y la psiquiatría, por tratar directamente del hombre, necesitan, más que cualquier otra disciplina científica, dialogar con una recta filosofía y teología. Pío XII, en una serie de célebres discursos pronunciados con ocasión de congresos profesionales, enunció los principios de antropología y moral sobre los que debía descansar ese diálogo. Durante el Concilio Vaticano II, los Padres conciliares tuvieron in mente tales discursos acuñando la fórmula «psicología sana» (1). Con ella se referían a aquella psicología que no solo no entra en contrariedad con las verdades de la fe y la moral, sino que positivamente se funda y se nutre de los principios de la antropología cristiana. Desafortunadamente, la psicología y la psiquiatría han seguido caminos que, en su conjunto, no son compatibles con aquellas formulaciones papales (2). Privadas del encuentro con la filosofía cristiana y la teología, estas ciencias humanas se ven tentadas de reducirse a ciencias naturales (3). Ello se observa, por ejemplo, en el reduccionismo neurobiológico, en el que la mente se reduce e identifica con las funciones de su soporte biológico, el cerebro; en el reduccionismo dinámico, en el que todas las instancias motivacionales y eficientes del psiquismo se reducen a uno de sus dinamismos parciales; en el reduccionismo naturalista, que considera al hombre exclusivamente en su realidad histórica-intramundana. Se abre así no solo una brecha entre estas ciencias y la antropología y la moral cristianas, sino que aquellas ciencias con sus postulados han venido a interpelar y sustituir implícitamente a la doctrina católica sobre el hombre y sobre el bien y el mal moral.

Psicólogos y psiquiatras habrán de cultivar pues otras disciplinas que les formen en aquellas realidades humanas que su ciencia no les informa. “La labor de curar a los otros y de asegurar su equilibrio psíquico-social –decía Juan Pablo II– es, en efecto, importante y delicada. Quienes se dedican a esa labor, además de un conocimiento científico, deben poseer una gran sabiduría” (4). Esta sabiduría, que es filosófica, rescata realidades humanas no verificables empíricamente y que por tanto la ciencia ‘no ve’, pero que son supuestos implícitos del terapeuta que inciden en la comprensión del cuadro clínico y en la atención del paciente. Recordemos algunas de ellas, mostrando su importancia capital en el ámbito clínico.

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28.09.13

Reflexiones sobre el naturalismo metodológico en la ciencia –3

Para leer las dos primeras partes de este trabajo, pulse aquí y aquí.

Según todo lo dicho hasta aquí, deberíamos distinguir dos variantes del naturalismo metodológico:

• El naturalismo metodológico fuerte supone que el naturalismo filosófico (fuerte o débil) es verdadero. Prescinde totalmente de la acción de Dios en el mundo porque no cree que esa acción exista. Considera que la ciencia debe proceder como si el naturalismo fuera verdadero porque en realidad es verdadero.
• El naturalismo metodológico débil no supone que el naturalismo filosófico es verdadero. Prescinde metodológicamente de la acción de Dios en el mundo porque (según su definición de ciencia) la ciencia no puede tener en cuenta en absoluto esa acción, aunque exista. Considera a la ciencia como una especie de juego definido por una regla convencional: “veamos hasta dónde podemos llegar en nuestro conocimiento del universo material procediendo como si el naturalismo fuera verdadero”. La aplicación estricta de esta regla conduce al científico creyente a un comportamiento práctico indistinguible del de un científico naturalista.

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27.09.13

Piedras vivas

1 Pedro 2,4-10: “Acercándoos a Él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios, también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo. Pues está en la Escritura: He aquí que coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa y el que crea en ella no será confundido. Para vosotros, pues, creyentes, el honor; pero para los incrédulos, la piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha convertido, en piedra de tropiezo y roca de escándalo. Tropiezan en ella porque no creen en la Palabra; para esto han sido destinados. Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz; vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo compasión, pero ahora son compadecidos.”

Comentario del texto

Todo parte de la iniciativa salvífica de Dios. Dios ha dispuesto colocar a Jesucristo como piedra angular, elegida y preciosa y, por su gran compasión, ha llamado a los hombres de las tinieblas de la incredulidad y el pecado a su admirable luz para formar sobre Cristo, piedra viva, un edificio espiritual.

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26.09.13

Tres errores de traducción falsean el pensamiento del Papa

Gracias a un post de Andrés Beltramo en InfoCatólica me he dado cuenta de que la traducción española de un párrafo muy discutido de la larga entrevista al Papa Francisco publicada hace pocos días por La Civiltà Cattolica contenía tres gruesos errores que distorsionan totalmente su sentido.

En efecto, según el texto original de la entrevista (en italiano) el Papa dijo lo siguiente: «Non possiamo insistere solo sulle questioni legate ad aborto, matrimonio omosessuale e uso dei metodi contraccettivi. Questo non è possibile. Io non ho parlato molto di queste cose, e questo mi è stato rimproverato. Ma quando se ne parla, bisogna parlarne in un contesto. Il parere della Chiesa, del resto, lo si conosce, e io sono figlio della Chiesa, ma non è necessario parlarne in continuazione».

Sin embargo, el primer texto publicado de la traducción al español decía lo siguiente: “No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar.”

Es fácil ver que en estas pocas líneas hay tres gruesos errores de traducción:

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24.09.13

Revista "Fe y Razón" - N° 89 (16 de septiembre de 2013)

Para acceder a todo el N° 89, presione este enlace.

A continuación reproduzco el artículo editorial.


El primer principio de la teología cristiana

Equipo de Dirección

Recientemente el Papa Francisco se reunió con el P. Gustavo Gutiérrez OP, el pionero de la Teología de la Liberación (TL) latinoamericana. En años recientes el P. Gutiérrez moderó en parte su teología (inicialmente muy influida por el marxismo), aunque muchos piensan que su autocrítica no ha sido suficientemente profunda. Pese a esto, algunos inveterados practicantes del wishful thinking se han apresurado a ver en la reunión citada una señal de que pronto el Papa rehabilitaría a la corriente principal de la TL, representada por el mismo Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Jon Sobrino SJ, el uruguayo Juan Luis Segundo SJ, etc. Nos parece evidente que esas esperanzas son infundadas. El Magisterio pontificio no va a desdecirse de la instrucción Libertatis Nuntius, que se puede describir sin ninguna exageración como una condena de la TL filomarxista. Esa instrucción rechaza con claridad y firmeza la errónea y funesta mezcla de cristianismo y marxismo intentada por la corriente principal de la TL. El mismo Magisterio tampoco va a revocar sus censuras a obras de Leonardo Boff y de Jon Sobrino. Invitamos a nuestros lectores a leer o releer esos tres importantes documentos vaticanos, cuyo valor doctrinal no ha caducado.

Teniendo en cuenta estas circunstancias, nos parece oportuno reproducir (con algunas pequeñas aclaraciones o mejoras) el artículo editorial del N° 26 de “Fe y Razón” (de septiembre de 2008). Es la primera vez que repetimos un editorial.

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22.09.13

El testimonio de los herejes (G. K. Chesterton)

Así podrían alzarse de sus tumbas los grandes heresiarcas para confundir a sus camaradas de hoy día. No hay nada que los críticos afirmen ahora que no podamos llamar a estos grandes testigos para que lo nieguen.

El crítico moderno dirá bastante ligeramente que el cristianismo no fue sino una reacción hacia el ascetismo y una espiritualidad anti-natural, un baile de faquires furiosos contra la vida y el amor.

Pero Manes, el gran místico, les contestará desde su trono secreto y gritará: “Estos cristianos no tienen derecho a ser llamados espirituales; estos cristianos no tienen ningún título para ser llamados ascetas; ellos, que se comprometieron con la maldición de la vida y con toda la suciedad de la familia. Por medio de ellos la tierra está aún manchada con frutos y cosechas y contaminada con población. El suyo no era un movimiento contra la naturaleza, pues de ser así mis hijos lo habrían llevado al triunfo; pero estos tontos renovaron el mundo cuando yo lo habría acabado con un gesto".

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19.09.13

Reflexiones sobre el naturalismo metodológico en la ciencia –2

Para leer la primera parte de este trabajo, pulse aquí:
http://infocatolica.com/blog/razones.php/1308211218-reflexiones-sobre-el-naturali-1

La doctrina del naturalismo metodológico de la ciencia consiste en afirmar que el científico debe proceder como si el naturalismo metafísico fuera verdadero; o sea, como si fuera verdad que en nuestro universo material no ocurre ni puede ocurrir nada sobrenatural y, por lo tanto, todo lo que ocurre en él fuera susceptible de ser estudiado y explicado por la ciencia, prescindiendo totalmente de Dios.

En este artículo consideraré el naturalismo metodológico de la ciencia desde el punto de vista filosófico. Para ello dividiré el trabajo científico en tres etapas: la etapa previa o preparatoria, la labor estrictamente científica y la etapa posterior o de aplicación.

La etapa previa incluye, entre otros, los siguientes aspectos: la confianza en la ciencia, la vocación científica, la elección de temas de estudio y las convicciones o intuiciones previas al estudio científico del tema.

La labor estrictamente científica incluye sobre todo los siguientes tres aspectos: la formulación de una hipótesis científica, la recolección de datos por medio de observaciones o experimentos y la justificación científica de la hipótesis con base en los datos obtenidos.

La etapa posterior incluye, entre otros, los siguientes aspectos: la reflexión sobre las consecuencias filosóficas de los resultados de la ciencia y la aplicación práctica de los conocimientos científicos por medio de la técnica.

Analizaré brevemente cada uno de esos aspectos desde el punto de vista de la utilidad de la fe cristiana para la labor científica.

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3.09.13

Revista "Fe y Razón" - N° 88 (2 de septiembre de 2013)

Para acceder a todo el N° 88, presione este enlace.

A continuación reproduzco el artículo editorial.


En el Año de la Fe

Equipo de Dirección

En el Año de la Fe, es conveniente que los fieles católicos conozcamos y estudiemos más la doctrina de la fe católica. Dado que actualmente se escuchan voces de teólogos católicos heterodoxos que abogan por la desaparición de la jerarquía y el clero en la Iglesia Católica, es preciso que resistamos esas influencias “protestantizantes”. Por eso en este número 88 de “Fe y Razón” reproducimos el documento doctrinal sobre el Sacramento del Orden emitido por el Concilio de Trento, el Concilio que, en el siglo XVI, estructuró la Reforma católica, en respuesta a la llamada “Reforma protestante”.

En el Año de la Fe, el Centro Cultural Católico “Fe y Razón” llevó a cabo un Ciclo de Conferencias en la Facultad de Teología del Uruguay “Monseñor Mariano Soler” a fin de contribuir a la reflexión sobre la doctrina de la fe. La quinta de las seis conferencias de ese Ciclo fue dictada por Mons. Dr. Miguel Antonio Barriola, miembro de la Pontificia Comisión Bíblica. En este número publicamos la segunda y última parte de la excelente ponencia de Mons. Barriola sobre la relación entre la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición.

En el Año de la Fe, es preciso que los fieles católicos crezcamos en fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Por eso publicamos una entrevista reciente de Life Site News al P. Wojciech Giertych OP, Teólogo de la Casa Pontificia, en la que el entrevistado analiza las funestas consecuencias morales, sociales e incluso económicas de la “revolución sexual” iniciada en los años ’60 y potenciada por el rechazo de muchos católicos a las enseñanzas del Papa Pablo VI en la encíclica Humanae Vitae, de 1968.

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21.08.13

Reflexiones sobre el naturalismo metodológico en la ciencia –1

Actualmente la gran mayoría de los científicos, académicos e intelectuales piensa que una de las características esenciales (para muchos, la más esencial) de la ciencia es el naturalismo metodológico. El naturalismo metodológico de la ciencia consiste en que el científico debe proceder como si el naturalismo metafísico fuera verdadero. A su vez, el naturalismo metafísico (o filosófico) consiste en sostener que en nuestro universo material (el mundo estudiado por la ciencia) no ocurre ni puede ocurrir nada sobrenatural; por lo tanto, todo lo que ocurre en él es en principio susceptible de ser estudiado y explicado por la ciencia. Generalmente el naturalismo metafísico está asociado al cientificismo, la doctrina que sostiene que sólo el conocimiento científico es verdadero conocimiento. De este modo el cientificismo rechaza tanto a la teología como a la filosofía.

El naturalismo metafísico existe en dos variantes, que llamaré “fuerte” y “débil”. El naturalismo metafísico fuerte consiste en afirmar que la naturaleza (es decir, el mundo) es todo lo que existe. Normalmente este naturalismo conduce al ateísmo, la doctrina que niega la existencia de Dios, porque el mundo (“lo único que existe”) no es Dios. Empero, existe también una “variante mística” de este naturalismo que conduce al panteísmo, la doctrina que identifica a Dios con el mundo o naturaleza. Dadas las afinidades y debilidades del ateísmo y el panteísmo, no es raro que algunas mentes oscilen entre ambas doctrinas. Cuando el ateo reconoce la necesidad de que exista un Ser Absoluto, a menudo pasa a ser panteísta; y cuando el panteísta reconoce que es absurdo que el Ser Absoluto sea contingente como el mundo, a menudo pasa a ser ateo. Además, generalmente el Dios del panteísmo no es un Ser personal, sino una fuerza impersonal, por lo que, según la terminología y la doctrina del monoteísmo, no es Dios, simplemente hablando. El panteísmo es la idolatría del mundo. En resumen, tanto el ateísmo como el panteísmo niegan la realidad de un Dios trascendente, por lo que suelen coincidir en la práctica.

Por su parte, el naturalismo metafísico débil no niega en principio la existencia de Dios, pero niega que Dios actúe en nuestro mundo. La definición de naturalismo metafísico que indiqué al comienzo corresponde en realidad a su variante débil, pero abarca lo que las dos variantes (fuerte y débil) tienen en común: quizás Dios exista (según la variante débil) pero, como no actúa en nuestro mundo, la ciencia puede prescindir de Él tanto como si no existiera (según la variante fuerte). Normalmente el naturalismo metafísico débil conduce al agnosticismo, la doctrina que niega que el ser humano pueda conocer si Dios existe o no. Empero, existe también una “variante mística” de este naturalismo que conduce al deísmo, la doctrina que afirma que Dios creó el mundo en el principio, pero no se interesa por el mundo ni interviene en él. También la frontera entre el agnosticismo y el deísmo es porosa: si el Dios del deísmo no actúa en nuestro mundo, entonces su existencia está más allá de la capacidad de conocimiento de la razón humana, como sostiene el agnosticismo. Y si el posible Dios del agnosticismo existiera (recordemos que el agnóstico contempla esa posibilidad), sería similar al Dios del deísmo, un Dios indetectable e incognoscible para la razón humana, e irrelevante para la vida humana. En resumen, tanto el agnosticismo como el deísmo niegan la realidad de un Dios providente y de la divina revelación, por lo que suelen coincidir en la práctica con el ateísmo.

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17.08.13

El nacimiento de los Evangelios sinópticos (6)

Comentario de: Jean Carmignac, La naissance des Évangiles synoptiques, François-Xavier de Guibert, Quatrième édition, Paris 2007.

Dado que las distintas partes de esta serie han estado demasiado espaciadas en el tiempo, indico a continuación las direcciones de las anteriores:

Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Tres indicios de la antigüedad del Nuevo Testamento en 2 Corintios

Al final del Capítulo 5, Carmignac prueba que las hipótesis sugeridas por su estudio de los Evangelios sinópticos (basado principalmente en sus semitismos) son compatibles con los datos suministrados por San Pablo y por los primeros Padres de la Iglesia y escritores eclesiásticos.

Carmignac subraya un dato fundamental: los Hechos de los Apóstoles, después de relatar con gran cantidad de detalles de menor importancia el viaje de Pablo entre Cesarea y Roma, terminan bruscamente, sin decir nada sobre el resultado final del proceso judicial por el cual Pablo había sido llevado a Roma (cf. Hechos 27-28). Hay una sola explicación convincente de este extraño final del libro: que Lucas haya compuesto los Hechos durante el cautiverio romano de Pablo, entre los años 61 y 63. Este fuerte argumento llevó al mismísimo Harnack, el principal exégeta del protestantismo liberal, a retractarse de su opinión sobre la fecha de redacción de Hechos, que él había supuesto no anterior al año 78. Además, de los prólogos de Lucas y Hechos se deduce que Lucas es anterior a Hechos, por lo que su composición debe situarse a más tardar en los años 58-60.

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14.08.13

La comedia de la familia nuclear

Recientemente leí en una publicación eclesiástica un artículo, avalado por un organismo eclesial, titulado “¿Estamos en una época de transición?” (*) Dicho artículo trata sobre la actual crisis de la familia desde la perspectiva del relativismo histórico. Las tesis centrales del autor son dos: 1) la familia formada por padre, madre e hijos no es una realidad natural, sino un producto cultural del Occidente post-industrial; 2) por lo tanto, no debemos preocuparnos demasiado por la actual evolución de la familia, porque lo que hoy está en crisis no es la familia en sí, sino sólo “un modelo de familia”, entre los muchos existentes o posibles.

A continuación reproduciré los párrafos principales del artículo, destacando algunas expresiones en negrita:

En el imaginario colectivo de nuestras sociedades occidentales postindustriales, el concepto familia está predominantemente asociado a los elementos estructurales básicos de la llamada familia nuclear: padre, madre e hijos, que suelen convivir en el hogar sin más parientes. Tal vez precisamente por haberse establecido como predominante se lo ha llegado a considerar el modelo de familia tradicional, o dicho de otro modo, el modelo tradicional de familia.

Sin embargo, una visión más amplia, tanto desde el punto de vista transcultural como desde el punto de vista histórico dentro de la misma cultura occidental, permite apreciar que este no es el único modelo de familia, ni necesariamente el más tradicional. En otras culturas lo usual es la familia extensa que incluye otros grados más amplios de parentesco, extendiéndose al menos a tres generaciones en sentido vertical, e incluyendo hasta los primos hermanos en sentido horizontal. Este modelo era también el predominante en la cultura occidental hasta que, industrialización mediante, se extendió el modelo de familia nuclear.

Curiosamente, aunque el imaginario no parece haber cambiado en nuestras sociedades, hoy en día lo que se constata es la crisis de esta familia nuclear sacudida por cambios de todo tipo. (…)

Ante este panorama no es aún claro hacia dónde evolucionará socialmente la familia y cuál será el modelo predominante en un futuro no muy lejano. En el momento actual lo que prevalece es la diversidad, pero esta diversidad podría llamarse una diversidad de transición por cuanto el modelo nuclear parece seguir siendo la matriz mental de la que se parte para establecer variaciones, y de alguna manera un cierto horizonte hacia el que se tiende. (…)

Esta constatación no implica normatividad ni juicio de valor, sino un llamado de atención a la carga emocional de cierta frustración que el hecho de que este modelo cada vez menos frecuente en la práctica permanezca como imaginario puede causar en muchas personas que quisieran vivirlo pero las circunstancias no se lo permiten.”

Huelga demostrar que lo afirmado en estos párrafos es frontal y gravemente contrario a la doctrina católica sobre la familia; pero intentaré mostrar brevemente que esas afirmaciones también son cuestionables desde los puntos de vista histórico y filosófico.

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11.08.13

Revista "Fe y Razón" - N° 87 (5 de agosto de 2013)

Para acceder a todo el N° 87, presione este enlace.

A continuación reproduzco el artículo editorial.


Todos con Pedro

Equipo de Dirección

1. La JMJ de Rio

La 28ª Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), celebrada recientemente en Rio de Janeiro, fue, como las ediciones anteriores de esa Jornada, un magnífico evento eclesial. Millones de jóvenes católicos de todo el mundo vivieron una gran experiencia de fe y de comunión y tuvieron la ocasión de encontrarse con el Vicario de Cristo.

En este número de “Fe y Razón” publicamos uno de los discursos del Papa Francisco en la JMJ. No fue fácil elegir uno de entre los muchos discursos y homilías que el Papa pronunció en Rio. Finalmente nos decidimos por el importante discurso que dirigió a las autoridades del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano). Ese discurso muestra, entre otras cosas, su típica combinación: una forma original y un contenido tradicional.

También publicamos una alentadora reflexión de Mons. Jaime Fuentes, Obispo de Minas, sobre la reciente JMJ.

2. Ciclo de Conferencias con motivo del Año de la Fe

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29.07.13

Reflexiones sobre el descenso de la participación en la Santa Misa

1. Datos muy preocupantes

Recientemente leí un artículo de Noticeu (el boletín electrónico de la CEU –Conferencia Episcopal del Uruguay) acerca del descenso de la participación de los católicos uruguayos en la Santa Misa. Allí se dice que en un plazo de 21 años (1989-2010) la participación en la Misa dominical descendió casi a la mitad en Montevideo (de 58.700 a 31.500 personas).

Buscando en Internet, encontré otros dos artículos que aportan más datos sobre el mismo tema: uno de “El Observador” y otro de “La República”. Allí se dice que, en la misma ciudad y período, también descendió en forma muy considerable la práctica de otros sacramentos: bautismos, primeras comuniones, confirmaciones y matrimonios. De los datos suministrados por esos dos diarios de Montevideo me impresionan sobre todo el dramático descenso de los matrimonios sacramentales (de 3.562 en 1989 a 1.120 en 2010; una caída de más de dos tercios) y las muy bajas cantidades de confirmaciones (933 en 1989 y 721 en 2010).

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20.07.13

El nacimiento de los Evangelios sinópticos (5)

Comentario de: Jean Carmignac, La naissance des Évangiles synoptiques, François-Xavier de Guibert, Quatrième édition, Paris 2007.

En el Capítulo 5 del libro, titulado “Informaciones antiguas”, Carmignac presenta varios testimonios de los primeros siglos de la era cristiana acerca del origen de los Evangelios sinópticos. En primer lugar considera varios datos aportados por San Pablo en su Segunda Carta a los Corintios. Ya comenté esa parte del Capítulo 5 en mi artículo Tres indicios de la antigüedad del Nuevo Testamento en 2 Corintios:

Enseguida Carmignac presenta y analiza los testimonios de:
• San Papías de Hierápolis (69-150);
• San Ireneo de Lyon (130-202);
• San Panteno de Alejandría (muerto hacia 216);
• San Clemente de Alejandría (150-216);
• Orígenes (185-254);
• Eusebio de Cesarea, obispo (275-339).

A continuación reproduciré esos testimonios:

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14.07.13

Revista "Fe y Razón" - N° 86 (15 de julio de 2013)

Para acceder a todo el N° 86, presione este enlace.

A continuación reproduzco el artículo editorial de ese número.


La luz de la fe

Equipo de Dirección

1. Caridad, esperanza y fe

Las tres virtudes principales del cristiano (llamadas “virtudes teologales”) son la fe, la esperanza y la caridad. Las dos primeras encíclicas del Papa Benedicto XVI (Deus caritas est y Spe salvi) trataron sobre la caridad y sobre la esperanza, respectivamente. Se esperaba que, en el Año de la Fe convocado por él mismo, Benedicto XVI completara una trilogía sobre las virtudes teologales con una encíclica sobre la fe, pero su renuncia al pontificado dejó incompleto ese proyecto.

Sin embargo, el pasado viernes 5 de julio el Papa Francisco publicó una carta encíclica sobre la fe, titulada Lumen fidei (“La luz de la fe”), elaborada en parte por su predecesor en la Sede Apostólica. Su Santidad Francisco lo explica así:

“Estas consideraciones sobre la fe, en línea con todo lo que el Magisterio de la Iglesia ha declarado sobre esta virtud teologal, pretenden sumarse a lo que el Papa Benedicto XVI ha escrito en las Cartas encíclicas sobre la caridad y la esperanza. Él ya había completado prácticamente una primera redacción de esta Carta encíclica sobre la fe. Se lo agradezco de corazón y, en la fraternidad de Cristo, asumo su precioso trabajo, añadiendo al texto algunas aportaciones. El Sucesor de Pedro, ayer, hoy y siempre, está llamado a «confirmar a sus hermanos» en el inconmensurable tesoro de la fe, que Dios da como luz sobre el camino de todo hombre.

En la fe, don de Dios, virtud sobrenatural infusa por Él, reconocemos que se nos ha dado un gran Amor, que se nos ha dirigido una Palabra buena, y que, si acogemos esta Palabra, que es Jesucristo, Palabra encarnada, el Espíritu Santo nos transforma, ilumina nuestro camino hacia el futuro, y da alas a nuestra esperanza para recorrerlo con alegría. Fe, esperanza y caridad, en admirable urdimbre, constituyen el dinamismo de la existencia cristiana hacia la comunión plena con Dios.”
(Carta encíclica Lumen fidei, n. 7).

Invitamos a nuestros lectores a leer el texto completo de la bella encíclica Lumen fidei en esta página: http://www.vatican.va/holy_father/francesco/encyclicals/documents/papa-francesco_20130629_enciclica-lumen-fidei_sp.html

Para que nuestros lectores puedan empezar a saborear este bello documento del Magisterio pontificio, “escrito a cuatro manos” (según ha dicho el Papa Francisco), en este número de “Fe y Razón” publicamos todo su Capítulo 2, el que aborda algunos de los temas más caros a nuestro Centro Cultural Católico: fe y verdad, amor y conocimiento de la verdad, la fe como escucha y visión, diálogo entre fe y razón, fe y búsqueda de Dios, fe y teología.

Desde su mismo título, la encíclica insiste en que la fe es luz, no oscuridad o tinieblas, como hoy se suele pensar.

2. Fundación Gratis Date

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5.07.13

El nacimiento de los Evangelios sinópticos (4) –El problema sinóptico

Comentario de: Jean Carmignac, La naissance des Évangiles synoptiques, François-Xavier de Guibert, Quatrième édition, Paris 2007.

Dado que las distintas partes de esta serie han estado demasiado espaciadas en el tiempo, indico a continuación las direcciones de las tres primeras, y también la de otro artículo relacionado con ellas:

• Parte 1: http://infocatolica.com/blog/razones.php/1303011138-el-nacimiento-de-los-evangeli
• Parte 2: http://infocatolica.com/blog/razones.php/1303071016-el-nacimiento-de-los-evangeli-2
• Parte 3: http://infocatolica.com/blog/razones.php/1304100126-el-nacimiento-de-los-evangeli-3
• Tres indicios de la antigüedad del Nuevo Testamento en 2 Corintios: http://infocatolica.com/blog/razones.php/1207121213-tres-indicios-de-la-antigueed


En el Capítulo 4 del libro, Carmignac presenta su visión del famoso “problema sinóptico”. Los Evangelios de Mateo (Mt), Marcos (Mc) y Lucas (Lc) se denominan “sinópticos” porque son tan semejantes entre sí que sus textos se pueden colocar en tres columnas paralelas para obtener una visión de conjunto. Sin embargo, también existen muchas diferencias entre los tres Evangelios sinópticos. El “problema sinóptico” (o la “cuestión sinóptica”) consiste en cómo explicar a la vez esas semejanzas y esas diferencias. Cientos de sabios han estudiado el problema sinóptico, sin llegar a resolverlo totalmente.

Para aproximarnos al problema sinóptico, primeramente consideraremos que las distintas perícopas (narraciones o discursos) de los Evangelios sinópticos pueden clasificarse en tres grupos y siete subgrupos:
• Perícopas de tradición simple: están presentes en un solo Evangelio sinóptico (Mt, Mc o Lc).
• Perícopas de tradición doble: están presentes en dos Evangelios sinópticos (Mt-Mc, Mt-Lc o Mc-Lc).
• Perícopas de tradición triple: están presentes en los tres Evangelios sinópticos (Mt-Mc-Lc).

La gran mayoría de los exégetas contemporáneos (incluyendo a Carmignac) se inclina por la “teoría de las dos fuentes”, que sostiene que las fuentes de Mateo y Lucas son Marcos y el hipotético documento Q (del alemán “Quelle” = “fuente”), documento que Carmignac llama “Colección de Discursos”, porque narraría sobre todo discursos de Jesús. Algunos estudiosos agregan dos fuentes propias de Mateo y Lucas (M y L) obteniendo así la “teoría de las cuatro fuentes” (Mc, Q, M y L).

Según estas teorías:
• los textos de tradición triple y los de tradición doble Mt-Mc y Mc-Lc dependen de Marcos;
• los textos de tradición doble Mt-Lc dependen de Q;
• los textos de tradición simple “mateana” dependen de Q o M;
• y los de tradición simple “lucana” dependen de Q o L.

El fuerte consenso actual acerca de la prioridad de Marcos se basa sobre todo en dos aspectos de este Evangelio:

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1.07.13

Revista "Fe y Razón" - N° 85 (1° de julio de 2013)

Para acceder a todo el N° 85, por favor presione este enlace.

A continuación reproduzco el artículo editorial.


Sigamos trabajando por el derecho humano a la vida

Equipo de Dirección

1. ¡Adelante!, unidos y con fe

El pasado domingo 23 de junio, habiendo obtenido la adhesión de casi un 9% del electorado, fracasó la iniciativa que apuntaba a convocar un referéndum contra la “Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo”, que legalizó el aborto en el Uruguay. Frente a esta situación, reiteramos parte de lo dicho en el artículo editorial del número anterior de esta revista. Según la doctrina católica, la soberanía popular no es absoluta. Ni el Parlamento ni el pueblo tienen derecho a legalizar el aborto, porque los derechos humanos son un don inalienable del Creador y la ley civil no puede darlos ni quitarlos, sino simplemente reconocerlos. Por eso los católicos no podemos aceptar de ninguna manera la tesis de que la decisión que la ciudadanía tomó el 23 de junio representó el punto final de la discusión política sobre este tema. Pese a la votación adversa, la obligación moral de procurar la derogación de la “Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo” sigue vigente, exactamente igual que antes de esa votación. Para los católicos y para el movimiento pro-vida, la lucha (por medios pacíficos y legítimos) continuará, en cualquier hipótesis, hasta que se logre la derogación total de esa ley inicua.

En esta nueva etapa de esa lucha conviene que, superando las discrepancias estratégicas que nos desunieron en el pasado reciente, volvamos a unirnos en un esfuerzo común. Desde “Fe y Razón” manifestamos una vez más nuestro apoyo a la recolección de firmas impulsada por el Plenario de Organizaciones Pro Vida del Uruguay. Esta iniciativa apunta a solicitar (de cara a las próximas elecciones nacionales) a todos los candidatos, sectores y partidos políticos la derogación parlamentaria de la ley. Además invitamos a todos nuestros lectores católicos uruguayos a sumarse a esta recolección de firmas.

En ese sentido, nos complace citar los párrafos finales del comunicado que el Plenario citado emitió después del 23 de junio:

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30.06.13

El Concilio Vaticano II y el diálogo ecuménico: ¿renovación o ruptura? –3

10. El ecumenismo según el Concilio Vaticano II

En este apartado analizaré algunas cuestiones referidas al diálogo ecuménico, que se corresponden con el tercer fin principal del Concilio, según Pablo VI. (13)

La “hermenéutica de la discontinuidad y la ruptura” denunciada por Benedicto XVI se ha manifestado en todos los aspectos de la vida de la Iglesia, en particular en lo referente al diálogo ecuménico, generando no pocas desviaciones con respecto a la auténtica doctrina conciliar. Acerca de este tema intentaré practicar la “hermenéutica de la reforma o de la renovación en la continuidad” prescrita por Benedicto XVI. Para esto citaré y comentaré brevemente seis textos del Vaticano II sobre el ecumenismo que manifiestan claramente dicha renovación en la continuidad.

a) La única Iglesia de Cristo es la Iglesia católica

“Ésta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos como una, santa, católica y apostólica, y que nuestro Salvador, después de su resurrección, encomendó a Pedro para que la apacentara (cf. Juan 21,17), confiándole a él y a los demás Apóstoles su difusión y gobierno (cf. Mateo 28,18ss), y erigió perpetuamente como “columna y fundamento de la verdad” (1 Timoteo 3,15). Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él, si bien fuera de su estructura se encuentran muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad católica.” (Concilio Vaticano II, constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, n. 8).

De este texto surgen estas cuatro enseñanzas:
• La Iglesia de Cristo es una y única; no está ni puede estar dividida.
• La Iglesia de Cristo “subsiste en” la Iglesia católica, o sea es la Iglesia católica, puesto que la substancia de la Iglesia de Cristo permanece en la Iglesia católica. No se dice ni podría decirse otro tanto de ninguna otra Iglesia o Comunidad eclesial.
• La Iglesia de Cristo es una realidad actual, presente en la historia, visible en el mundo, no un mero proyecto, ideal o entelequia abstracta. Según la voluntad de su Divino Fundador, se trata concretamente de la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de San Pedro (el Papa) y los Obispos en comunión con él (los Obispos católicos).
• Los elementos de santidad y verdad presentes en las Iglesias y Comunidades eclesiales no católicas son bienes propios de la Iglesia católica e impulsan a los cristianos no católicos hacia la unidad propia de la Iglesia católica.

La interpretación indicada, en realidad obvia, de la expresión “subsistit in” (= “subsiste en”), que sin embargo ha dado lugar a tantas interpretaciones diversas, fue confirmada oficialmente por un documento de 2007 de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF): Respuestas a algunas preguntas acerca de ciertos aspectos de la doctrina sobre la Iglesia. Ese documento afirma la plena identidad entre la Iglesia de Cristo y la Iglesia católica (14).

Junto con ese documento, la CDF publicó un “Artículo de Comentario” que explica más extensamente las respuestas del documento (15). De dicho artículo, destaco la siguiente frase: “la sustitución de “est” con “subsistit in”, contra tantas interpretaciones infundadas, no significa que la Iglesia católica renuncie a su convicción de ser la única verdadera Iglesia de Cristo.”

La misma doctrina eclesiológica fue expuesta en otro documento de la CDF: la Declaración Dominus Iesus sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia; sobre todo en el Capítulo IV, titulado “Unicidad y unidad de la Iglesia”. Destaco parte del numeral 16: “Por eso, en conexión con la unicidad y la universalidad de la mediación salvífica de Jesucristo, debe ser firmemente creída como verdad de fe católica la unicidad de la Iglesia por Él fundada. (…) Los fieles están obligados a profesar que existe una continuidad histórica –radicada en la sucesión apostólica– entre la Iglesia fundada por Cristo y la Iglesia católica.” (énfasis presentes en el original).

También destaco, dentro del mismo Capítulo IV, la nota 56: “Es, por lo tanto, contraria al significado auténtico del texto conciliar la interpretación de quienes deducen de la fórmula subsistit in la tesis según la cual la única Iglesia de Cristo podría también subsistir en otras iglesias cristianas. «El Concilio había escogido la palabra “subsistit” precisamente para aclarar que existe una sola “subsistencia” de la verdadera Iglesia, mientras que fuera de su estructura visible existen sólo “elementa Ecclesiae”, los cuales –siendo elementos de la misma Iglesia– tienden y conducen a la Iglesia católica» (Congr. para la Doctrina de la Fe, Notificación sobre el volumen «Iglesia: carisma y poder» del P. Leonardo Boff, 11-III-1985: AAS 77 (1985) 756-762).” (16)

b) Los cristianos no católicos están en comunión incompleta con la Iglesia católica

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29.06.13

El Concilio Vaticano II y el diálogo ecuménico: ¿renovación o ruptura? –2

6. Una grave denuncia desatendida

En 1966, cuando aún no había transcurrido un año desde la clausura del Concilio, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe elaboró una Carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales sobre los abusos en la interpretación de los decretos del Concilio Vaticano II. Este documento lanzó una seria señal de alerta contra las interpretaciones erróneas del Concilio. En su momento fue enviado en secreto a todos los Obispos del mundo. Fue publicado en el sitio web de la Santa Sede recién en 2012.

El documento, firmado por el Cardenal Alfredo Ottaviani, dice que: “hay que lamentar que de diversas partes han llegado noticias desagradables acerca de abusos cometidos en la interpretación de la doctrina del Concilio, así como de opiniones extrañas y atrevidas, que aparecen aquí y allá y que perturban no poco el espíritu de muchos fieles. (…) a partir de documentos examinados por esta Sagrada Congregación, consta que en no pocas sentencias parece que se han traspasado los límites de una simple opinión o hipótesis y en cierto modo ha quedado afectado el dogma y los fundamentos de la fe.”

El documento señala a modo de ejemplo diez errores doctrinales más o menos frecuentes en el por entonces creciente sector “progresista” de la Iglesia. Los primeros cuatro errores denunciados conforman la base principal de las desviaciones liberales o modernistas en ese sector:

“1. Ante todo está la misma Revelación sagrada: hay algunos que recurren a la Escritura dejando de lado voluntariamente la Tradición, y además reducen el ámbito y la fuerza de la inspiración y la inerrancia, y no piensan de manera correcta acerca del valor histórico de los textos.

2. Por lo que se refiere a la doctrina de la fe, se dice que las fórmulas dogmáticas están sometidas a una evolución histórica, hasta el punto de que el sentido objetivo de las mismas sufre un cambio.

3. El Magisterio ordinario de la Iglesia, sobre todo el del Romano Pontífice, a veces hasta tal punto se olvida y desprecia, que prácticamente se relega al ámbito de lo opinable.

4. Algunos casi no reconocen la verdad objetiva, absoluta, firme e inmutable, y someten todo a cierto relativismo, y esto conforme a esa razón entenebrecida según la cual la verdad sigue necesariamente el ritmo de la evolución de la conciencia y de la historia.”

El décimo y último error señalado se refiere al ecumenismo: “La Sede Apostólica (…) lamenta que algunos (…) se empeñen en una acción ecuménica que, opuesta a la verdad de la fe y a la unidad de la Iglesia, favorece un peligroso irenismo e indiferentismo, que es completamente ajeno a la mente del Concilio.” (5)

A juzgar por los hechos posteriores, parecería que en líneas generales no se prestó suficiente atención a la situación denunciada por este documento. Las doctrinas teológicas heterodoxas siguieron floreciendo y desarrollándose dentro de la Iglesia Católica hasta alcanzar la gran difusión de la que hoy gozan. “Aquellos polvos trajeron estos lodos”…

Uno de los mayores desarrollos doctrinales del Concilio Vaticano II fue su doctrina de la colegialidad episcopal. Pues bien, la colegialidad episcopal, entre otras cosas, implica que los propios Obispos, dentro de sus respectivos territorios, deben no sólo velar por la sana doctrina, sino también condenar los errores doctrinales graves y sancionar a los culpables de difundirlos, sin dejar esas dos tareas poco agradables casi exclusivamente a Roma.

7. La crisis de la Iglesia en el post-concilio

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28.06.13

El Concilio Vaticano II y el diálogo ecuménico: ¿renovación o ruptura? –1

La presente ponencia constará de tres partes principales: primero, una introducción algo extensa acerca del Concilio Vaticano II en general (apartados 1-9); segundo, una presentación de algunas enseñanzas fundamentales del Vaticano II acerca del ecumenismo, en la perspectiva de la “hermenéutica de la reforma” (apartado 10); y tercero, algunas consideraciones sobre el camino hacia la restauración de la unidad entre todos los cristianos y sobre el futuro de la Iglesia (apartados 11-12).

1. El objetivo principal del Concilio según Juan XXIII

El 11 de octubre de 1962, en el discurso inaugural del Concilio Vaticano II, el Beato Papa Juan XXIII afirmó que: “El supremo interés del Concilio Ecuménico es que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado en forma cada vez más eficaz.”

Casi enseguida, agregó que: “para que tal doctrina alcance a las múltiples estructuras de la actividad humana…, ante todo es necesario que la Iglesia no se aparte del sacro patrimonio de la verdad, recibido de los padres; pero, al mismo tiempo, debe mirar a lo presente, a las nuevas condiciones y formas de vida introducidas en el mundo actual, que han abierto nuevos caminos para el apostolado católico.”

Más adelante, Juan XXIII habló sobre la modalidad actual en la difusión de la doctrina sagrada. Citaré esa sección del discurso en forma resumida: “El Concilio Ecuménico XXI… quiere transmitir pura e íntegra, sin atenuaciones ni deformaciones, la doctrina que durante veinte siglos, a pesar de dificultades y de luchas, se ha convertido en patrimonio común de los hombres… Deber nuestro no es sólo estudiar ese precioso tesoro…, sino dedicarnos también, con diligencia y sin temor, a la labor que exige nuestro tiempo, prosiguiendo el camino que desde hace veinte siglos recorre la Iglesia… De la adhesión renovada, serena y tranquila, a todas las enseñanzas de la Iglesia, en su integridad y precisión, tal como resplandecen principalmente en las actas conciliares de Trento y del Vaticano I, el espíritu cristiano y católico del mundo entero espera que se dé un paso adelante hacia una penetración doctrinal y una formación de las conciencias que esté en correspondencia más perfecta con la fidelidad a la auténtica doctrina, estudiando ésta y exponiéndola a través de las formas de investigación y de las fórmulas literarias del pensamiento moderno. Una cosa es la sustancia de la antigua doctrina, del depositum fidei, y otra la manera de formular su expresión; y de ello ha de tenerse gran cuenta –con paciencia, si necesario fuese– ateniéndose a las normas y exigencias de un magisterio de carácter predominantemente pastoral.” (1)

2. Los cuatro fines principales del Concilio según Pablo VI

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21.06.13

Cuatro posts sobre el aborto voluntario

Me parece oportuno recordar hoy los cuatro posts de este blog en los que he tratado el tema del aborto voluntario y su penalización.

A continuación indico sus títulos y ofrezco los enlaces correspondientes.

¿Por qué el aborto debe ser penalizado?
Objeciones contra la ilegalidad del aborto (1)
Objeciones contra la ilegalidad del aborto (2)
“No pensarás”

A los lectores católicos les recuerdo esta solemne enseñanza del Papa Juan Pablo II:

“Ante semejante unanimidad en la tradición doctrinal y disciplinar de la Iglesia, Pablo VI pudo declarar que esta enseñanza no había cambiado y que era inmutable. Por tanto, con la autoridad que Cristo confirió a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con todos los Obispos —que en varias ocasiones han condenado el aborto y que en la consulta citada anteriormente, aunque dispersos por el mundo, han concordado unánimemente sobre esta doctrina—, declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal.

Ninguna circunstancia, ninguna finalidad, ninguna ley del mundo podrá jamás hacer lícito un acto que es intrínsecamente ilícito, por ser contrario a la Ley de Dios, escrita en el corazón de cada hombre, reconocible por la misma razón, y proclamada por la Iglesia.”
(Encíclica Evangelium Vitae, n. 62).

17.06.13

Revista "Fe y Razón" - N° 84 (17 de junio de 2013)

Para acceder a todo el N° 84, por favor presione este enlace.

A continuación reproduzco el artículo editorial, que trata sobre la votación del próximo domingo.


Votemos para defender el derecho humano a la vida

Equipo de Dirección

1. La votación del 23 de junio

El año pasado fue aprobada y promulgada la “Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo”, que legalizó el aborto en el Uruguay bajo condiciones muy amplias. Desde entonces se han efectuado quizás unos 2.000 o 3.000 abortos legales en nuestro país. Esos abortos han sido autorizados y probablemente financiados (a través del Fondo Nacional de Salud) por el Estado uruguayo; y en muchos casos han sido ejecutados por organismos del Estado. La Ley citada prevé incluso la posibilidad de que el Estado (a través de uno de sus Poderes) ordene la realización de abortos, en determinados casos. Por consiguiente, hablando con propiedad, esa Ley representa una legalización del aborto, no su mera despenalización, como hipócritamente se sostuvo para conseguir el voto de un Diputado católico oficialista que se mostraba reacio a apoyar el proyecto de ley original. Si se tratara de una despenalización del aborto (que también sería gravemente injusta), el aborto seguiría siendo un delito, pero no estaría penado; pero es evidente que no es así en nuestro caso, ya que sería completamente absurdo que el Estado autorizara, financiara, ordenara y ejecutara acciones que él mismo considerase ilegales o criminales.

Después de la promulgación de la Ley injusta en cuestión, todos los católicos implicados en el movimiento pro-vida tuvimos muy claro que debíamos procurar la derogación total de la ley. Sin embargo, surgió una discrepancia acerca de cuál es el medio más adecuado para alcanzar ese fin. Algunos propusieron la realización de un referéndum contra la ley, y comenzaron a juntar firmas con ese objetivo; otros pensamos que era mejor juntar firmas para solicitar a todos los candidatos, sectores y partidos políticos la derogación parlamentaria de la ley, y pusimos manos a la obra en ese sentido. Una primera declaración de la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU) consideró que ambas vías eran moralmente legítimas y que cada fiel católico debía optar por una de ellas o por ambas.

Ocurrió que las firmas recolectadas para la convocatoria del referéndum superaron el umbral del 2% de los ciudadanos habilitados para votar, por lo cual esa iniciativa pasó a una segunda instancia: el próximo domingo (23 de junio) habrá una votación cuyo objetivo es determinar si se convocará o no un referéndum contra la ley. Todos los votos emitidos ese día serán votos a favor de la convocatoria del referéndum contra la ley.

Recientemente, en una nueva declaración de la CEU, los Obispos del Uruguay exhortaron a todos los fieles católicos a votar el 23 de junio a favor del referéndum, para defender el derecho a la vida. Aunque inicialmente (por razones que no detallaremos aquí) no apoyamos la vía del referéndum, y sabiendo que miembros del Episcopado han reconocido públicamente el derecho de los fieles a no votar si su conciencia así se lo exige, por nuestra parte, los integrantes de la Comisión Directiva del Centro Cultural Católico “Fe y Razón” damos oído a la exhortación de los Obispos y votaremos el próximo domingo. Además invitamos a todos nuestros lectores católicos uruguayos a hacer lo mismo.

No obstante, nos parece muy importante subrayar que, para los católicos, el objetivo de la instancia electoral del 23 de junio no puede ser el de votar “para que el pueblo decida”, como dice buena parte de la propaganda pro-referéndum. Según la doctrina católica (y en contra de pensadores modernos como Rousseau), la soberanía popular no es ni puede ser absoluta. El pueblo tiene tanto derecho a legalizar el aborto como el Parlamento: o sea, ningún derecho. Los derechos humanos son un don inalienable del Creador. La ley civil no puede darlos ni quitarlos, sino simplemente reconocerlos. Por lo tanto, cuando un católico vota (ya sea como legislador en el Parlamento o como ciudadano en un referéndum) acerca de un derecho humano, su única opción moralmente legítima es votar a favor del reconocimiento legal de ese derecho.

Por las razones expuestas, los católicos no podemos aceptar de ninguna manera la tesis (sostenida por varios de los principales impulsores del referéndum) de que la decisión del cuerpo electoral representará el punto final de la discusión política sobre este tema. Si el 23 de junio no se alcanzaran los votos suficientes (25% de los habilitados para votar) para convocar el referéndum o si en un eventual referéndum hubiera mayoría a favor de mantener la ley, la obligación moral de procurar la derogación de la “Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo” seguiría vigente, exactamente igual que en el momento presente. Que esto quede pues muy claro desde ya: para los católicos y para el movimiento pro-vida, la lucha (por medios pacíficos y legítimos) continuará, en cualquier hipótesis, hasta que se logre la derogación total de esa ley inicua.

2. Ciclo de Conferencias con motivo del Año de la Fe

El pasado jueves (13 de junio), con buena concurrencia, tuvo lugar el primer evento del Ciclo de Conferencias con motivo del Año de la Fe organizado por el Centro Cultural Católico “Fe y Razón” (CCCFR) con apoyo de la Facultad de Teología del Uruguay “Monseñor Mariano Soler”. En esa ocasión Mons. Dr. Antonio Bonzani, Rector de dicha Facultad, disertó sobre el tema: La escatología en el Catecismo de la Iglesia Católica.

El próximo jueves (20 de junio) tendrá lugar la segunda conferencia. Mons. Dr. Jaime Fuentes, Obispo de Minas, Responsable de la Comisión Nacional de Cultura y Diálogo con los No Creyentes de la CEU, disertará sobre el tema: Cómo reformar la Iglesia. La enseñanza de Santa Catalina de Siena.

El jueves siguiente (27 de junio), en la tercera conferencia, el Ing. Daniel Iglesias Grèzes, Secretario del CCCFR, presentará una ponencia sobre el tema: El Concilio Vaticano II y el ecumenismo. ¿Renovación o ruptura?

Todas las conferencias tendrán lugar los jueves de 19:00 a 21:00 en el Aula Magna “Pablo VI” de la Facultad de Teología del Uruguay. La dirección del Aula Magna es San Juan 2666, entre San Fructuoso y Tapes (Montevideo). Está “a la vuelta” de la Facultad, cuya dirección es San Fructuoso 1019 esquina San Juan. La entrada a las conferencias es libre y gratuita. Se agradecería una contribución voluntaria al CCCFR.

Una vez más invitamos a nuestros lectores residentes en Montevideo o alrededores a participar de estas conferencias.

12.06.13

El quinto Evangelio –Fragmento 20 (Giacomo Biffi)

¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y pierde una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve en el monte y se irá a buscar la que falta? Y si llega a encontrarla, os doy mi palabra de que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que dejó (Mt 18,12-13).


El reino de los cielos se parece a un pastor que tenía cien ovejas y, habiendo perdido noventa y nueve, reprende a la última oveja por su falta de iniciativa, la echa fuera y, después de cerrar el redil, se marcha a la taberna a discutir sobre los problemas de su vida de pastor.

Comenzamos por aplaudir a las noventa y nueve ovejas descarriadas: no se trata de un vulgar despiste; es más bien una forma de protesta contra la misma idea de redil. La imagen del redil evoca el encerramiento, la clausura, la segregación de los demás. ¿Cómo pueden «los otros» unirse al rebaño si en un determinado punto de su camino se dan de narices contra una valla?

Sin contar con que la vida del gueto –al abrigo de los peligros, pero también de las emociones de la aventura– acaba por deformar la personalidad y engendrar complejos de inferioridad o superioridad, según los temperamentos, de los cuales difícilmente se cura uno. Para la oveja, es mejor el riesgo del lobo que la certeza del envilecimiento en el redil.

Puede ocurrir que el pastor no sea suficientemente perspicaz para darse cuenta; en tal caso es necesario tener el coraje de forzarle la mano. El éxodo de las masas registrado en la parábola es el medio más eficaz para hacer entrar en razón a quien se obstina en cerrar los ojos. Una vez desmantelado el redil, podrán volver a él todos juntos, ovejas, lobos y demás animales y así se hará un solo rebaño sin un solo pastor.

En la parábola, sin embargo, el pastor comprende tan bien la situación que se exaspera por la oveja que queda. Este animal –a quien desapasionadamente hay que reconocerle el valor de un cierto inconformismo– basta por sí solo para echar a perder el advenimiento de una época nueva; puesto que, mientras él permanece, permanece el redil, y mientras permanezca el redil, las ovejas libres sentirán una cierta inquietud de si fueron prudentes al elegir la fuga. Y así no se puede vivir; aun para ser devorado se requiere un mínimo de tranquilidad interior.

Por tanto, ¡fuera, oveja pertinaz! Hay que obligarte a que seas libre. Aunque sólo sea porque tú sola quitas tiempo a tu guardián y le cansas e impides de este modo el progreso de la cultura. Únicamente cuando tú hayas tomado audazmente el sendero del bosque, el pastor podrá discutir con sus colegas los métodos más eficaces de pastoreo. Únicamente cuando ya no exista el redil y ni siquiera ovejas, se podrá elaborar en todo su rigor científico –sin compromisos con los condicionamientos concretos ni con la pervivencia de concepciones superadas– una teología pastoral verdadera y completa.

Nota del Blogger: “El quinto Evangelio” es una crítica humorística a la teología “progresista” de los años ’70. El autor (un sacerdote italiano que posteriormente llegó a ser Arzobispo de Bolonia y Cardenal) imagina el hallazgo de treinta fragmentos de un “quinto Evangelio” que generalmente contradice a los Evangelios canónicos y se adecua a las ideas “progresistas”. En cada capítulo Biffi cita primero el texto de un Evangelio canónico, luego cita el fragmento “paralelo” del imaginario “quinto Evangelio” y finalmente comenta dicho fragmento en forma irónica.


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2.06.13

Revista "Fe y Razón" - N° 83 (3 de junio de 2013)

Para acceder a todo el N° 83, por favor presione este enlace.

A continuación reproduzco el artículo editorial.


Espíritu de Dios, ven y renueva todas las cosas

Equipo de Dirección

1. Ciclo de Conferencias con motivo del Año de la Fe

En este número publicamos una versión corregida y aumentada del programa del Ciclo de Conferencias con motivo del Año de la Fe que organiza el Centro Cultural Católico “Fe y Razón” con el apoyo de la Facultad de Teología del Uruguay “Monseñor Mariano Soler”.

Una vez más invitamos a nuestros lectores residentes en Montevideo o alrededores a participar de estas conferencias y a dar la máxima difusión posible a esta invitación, reenviándola a sus familiares, amigos o conocidos. Desde ya muchas gracias.

2. Descarga gratuita de libros

A principios de abril decidimos permitir la descarga gratuita de nueve de los once libros de la Colección “Fe y Razón” (concretamente, los títulos 1-6 y 9-11; véase la lista completa casi al final de este número). Esta medida resultó muy exitosa: en menos de dos meses (del 1° de abril al 22 de mayo) se realizaron más de 600 descargas gratuitas de libros desde la página indicada. Hemos comprobado que es cierto el consejo de marketing que dice que la palabra que más vende es “gratis”. 

Esperamos que puedan leer con provecho los libros descargados y los invitamos a dejar comentarios de los mismos en la correspondiente página de Lulu. También les pedimos que colaboren con la difusión de esas obras.

3. Más suscriptores a la revista

También ha sido un gran éxito la adopción del sistema MailChimp para el envío automático de nuestra revista virtual por email. Ese sistema tiene, entre otras muchas, la ventaja de automatizar el manejo de las suscripciones. Desde que comenzamos a usarlo (en abril de 2012) hasta hoy, la cantidad total de suscriptores de la revista creció de algo menos de mil a 1.365. En promedio ganamos un suscriptor por día.

Aunque ese logro nos alegra, queremos que el fruto de nuestro apostolado llegue a más personas. Por eso les volvemos a pedir que nos ayuden a conseguir más suscriptores. Les recordamos que tanto la suscripción como la revista son totalmente gratuitas. Por favor, si desean suscribirse, no nos envíen un email pidiendo la suscripción. Sigan el procedimiento establecido, que consta de sólo dos pasos: A) complete este breve formulario (le recomendamos que en el campo “formato” deje la opción por defecto, HTML); el sistema enviará automáticamente un mensaje a su email pidiendo la confirmación de la suscripción; B) entre a su email y confirme la suscripción, presionando el enlace correspondiente.

4. Colaboración económica

Para llevar a cabo su labor, el Centro Cultural Católico “Fe y Razón” (CCCFR) dispone de muy pocos recursos económicos. Los invitamos a colaborar económicamente con el CCCFR, a fin de que podamos consolidar y expandir nuestro trabajo apostólico. Para ello pedimos: a nuestros socios, que se pongan al día con la cuota social; a quienes participen en las próximas conferencias, que hagan una donación (a voluntad) para el Centro; y a nuestros lectores con cuenta en PayPal, que hagan una donación, dentro de sus posibilidades, siguiendo el procedimiento explicado al final de este número.

Hemos celebrado la gran solemnidad de Pentecostés. Pidamos a Dios, nuestro Padre, que, desde el Hijo, nos envíe el don del Espíritu Santo, el Espíritu del Padre y del Hijo, la Persona-Amor de la Santísima Trinidad, para que renueve profundamente nuestros corazones y el mundo entero.


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25.05.13

Galileo Galilei (Vittorio Messori)

Según una encuesta del Consejo de Europa realizada entre los estudiantes de ciencias de todos los países de la Comunidad, casi el 30% de ellos tiene el convencimiento de que Galileo Galilei fue quemado vivo en la hoguera por la Iglesia. Casi todos (el 97%), de cualquier forma, están convencidos de que fue sometido a torturas. Los que –realmente, no muchos– tienen algo más que decir sobre el científico pisano, recuerdan como frase “absolutamente histórica” un “Eppur si muove!“, fieramente arrojado, después de la lectura de la sentencia, contra los inquisidores convencidos de poder detener el movimiento de la Tierra con los anatemas teológicos.

Estos estudiantes se sorprenderían si alguien les dijera que estamos ahora en la afortunada situación de poder datar con precisión por lo menos este último falso detalle: la “frase histórica” fue inventada en Londres en 1757 por Giuseppe Baretti, periodista tan brillante como a menudo muy poco fehaciente.

El 22 de junio de 1633, en Roma, en el convento dominicano de Santa Maria sopra Minerva, después de oír la sentencia, el “verdadero” Galileo (no el del mito) dio las gracias a los diez cardenales –tres de los cuales habían votado a favor de su absolución– por una pena tan moderada. Porque también era consciente de haber hecho lo posible para indisponer al tribunal, entre otras cosas intentando tomarles el pelo a esos jueces –entre los cuales había hombres de ciencia de su misma envergadura– asegurando que en realidad en el libro impugnado (que se había impreso con una aprobación eclesiástica arrebatada con engaño) había sostenido lo contrario de lo que se podía creer.

Es más: en los cuatro días de discusión, sólo presentó un argumento a favor de la teoría de que la Tierra giraba en torno al Sol. Y era erróneo. Decía que las mareas eran provocadas por la “sacudida” de las aguas, a causa del movimiento de la Tierra. Una tesis risible, a la que sus jueces-colegas oponían otra, que Galileo juzgaba “de imbéciles": y que, sin embargo, era la correcta. Esto es, el flujo y reflujo del agua de mar se debe a la atracción de la Luna. Tal como decían precisamente aquellos inquisidores a los que el pisano insultaba con desprecio.

Aparte de esta explicación errónea, Galileo no supo aportar otros argumentos experimentales, comprobables, a favor de la centralidad del Sol y del movimiento de la Tierra. Y no hay que maravillarse: el Santo Oficio no se oponía en absoluto a la evidencia científica en nombre de un oscurantismo teológico. La primera prueba experimental, indiscutible, de la rotación terrestre data de 1748, más de un siglo después. Y para “ver” esta rotación, habrá que esperar hasta 1851, con ese péndulo de Foucault, tan apreciado por Umberto Eco.

En aquel año 1633 del proceso a Galileo, el sistema ptolemaico (el Sol y los planetas giran en torno a la Tierra) y el sistema copernicano (la Tierra y los planetas giran en torno al Sol) eran dos hipótesis del mismo peso, a las que había que apostar sin tener pruebas decisivas. Y muchos religiosos católicos estaban a favor del “innovador” Copérnico, condenado, en cambio, por Lutero.

Por otra parte, Galileo no sólo se equivocaba al referirse a las mareas, sino que ya había incurrido en otro grave error científico cuando, en 1618, habían aparecido en el Cielo unos cometas. Basándose en apriorismos relacionados con su “apuesta” copernicana, había afirmado con insistencia que sólo se trataba de ilusiones ópticas y había arremetido duramente contra los astrónomos jesuitas del observatorio romano, quienes decían, en cambio, que estos cometas eran objetos celestes reales. Luego volvería a equivocarse con la teoría del movimiento de la Tierra y de la fijeza absoluta del Sol, cuando en realidad éste también se mueve en torno al centro de la galaxia.

Nada de frases titánicas (el demasiado célebre “Eppur si muove!“), de todas formas, más que en las mentiras de los ilustrados y luego de los marxistas –véase Bertolt Brecht–. Ellos crearon deliberadamente un “caso", útil a una propaganda que quería (y quiere) demostrar la incompatibilidad entre ciencia y fe.

¿Torturas? ¿Cárceles de la Inquisición? ¿Hogueras? Aquí también los estudiantes europeos del sondeo se llevarían una sorpresa. Galileo no pasó ni un solo día en la cárcel, ni sufrió ningún tipo de violencia física. Es más, llamado a Roma para el proceso, se alojó (a cargo de la Santa Sede) en una vivienda de cinco habitaciones con vista a los jardines del Vaticano y con servidor personal. Después de la sentencia fue alojado en la maravillosa Villa Medici en el Pincio. Desde aquí el “condenado” se trasladó, en condición de huésped, al palacio del arzobispo de Siena, uno de los muchos eclesiásticos insignes que lo querían, que lo habían ayudado y animado, y a los que había dedicado sus obras. Finalmente llegó a su elegante villa en Arcetri, cuyo significativo nombre era “Il gioiello” ("La joya").

No perdió la estima o la amistad de obispos y científicos, muchas veces religiosos. No se le impidió nunca proseguir con su trabajo y de ello se aprovechó, continuando sus estudios y publicando un libro –Discursos y demostraciones matemáticas sobre dos nuevas ciencias– que es su obra maestra científica. Ni tampoco se le había prohibido recibir visitas, así que los mejores colegas de Europa fueron a verlo para discutir con él. Pronto le levantaron la prohibición de alejarse a su antojo de la villa. Sólo le quedó una obligación: la de rezar una vez por semana los siete salmos penitenciales. En realidad, también esta “pena” se había acabado a los tres años, pero él la continuó libremente, como creyente que era, un hombre que había sido el benjamín de los Papas durante larga parte de su vida; y que, en lugar de erigirse en defensor de la razón contra el oscurantismo clerical, tal como afirma la leyenda posterior, pudo escribir con verdad, al final de su vida: “In tutte le opere mie non sarà chi trovar possa pur minima ombra di cosa che declini dalla pietà e dalla riverenza di Santa Chiesa“. ("En todas mis obras no habrá quien pueda encontrar la más mínima sombra de algo que recusar de la piedad y reverencia de la Santa Iglesia"). Murió a los setenta y ocho años, en su cama, con la indulgencia plenaria y la bendición del Papa. Era el 8 de enero de 1642, nueve años después de la “condena". Una de sus hijas, monja, recogió su última palabra. Ésta fue: “¡Jesús!”

(Vittorio Messori, Leyendas negras de la Iglesia, Editorial Planeta, Barcelona 1997, 4ª edición, pp. 117-120)

21.05.13

El quinto Evangelio –Fragmento 23 (Giacomo Biffi)

Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos (Mt 19,17).


Si quieres entrar en la vida, sigue los dictámenes de tu conciencia.

Este fragmento hará sin duda las delicias de los moralistas contemporáneos, los cuales tienden a simplificar cada vez más su tarea con la apelación a la conciencia del individuo. Sobre todo ofrece una clara justificación bíblica a la idea cada vez más difundida entre los cristianos de que no existe ninguna regla de moralidad fuera del sentimiento interior del bien y del mal.

En realidad no se trata de una doctrina nueva: siempre ha enseñado la moral cristiana que la norma próxima del bien obrar para el hombre concreto es su propia conciencia personal, a la que debe siempre seguir en cualquier cosa que mande o prohíba. La novedad consiste más bien en una concepción original de la conciencia y de sus funciones. La antigua mentalidad sostenía que la conciencia era solamente el altavoz interior que transmitía y amplificaba la ley de Dios; le era, por tanto, esencial a la conciencia el mantenerse en sintonía con la voz divina, sin la cual se hacía inservible como un receptor de radio que no pudiera conectar con la emisora deseada. Por tanto, la primera misión impuesta a la conciencia no era descubrir dentro de sí misma la norma de moralidad, sino buscarla en los mandamientos del Señor. El primer imperativo de la conciencia era conocer la ley.

En cambio, según la opinión que hoy se generaliza, parece que la conciencia no debe salir de sí misma; basta que esté atenta a sus propios deseos, a sus propias aversiones, a sus propios entusiasmos, a sus propios fastidios… y no tendrá necesidad de más. El conocimiento de las normas objetivas es algo extrínseco y, por tanto, indiferente. Y así hemos podido llegar finalmente a la raíz del equívoco: se había creído hasta el presente que la conciencia era un medio dado por Dios para hacernos conocer su voluntad; pero ahora hemos descubierto que se trata en realidad de un regalo mucho más precioso: es un medio para evitar al hombre la incomodidad de conocer la voluntad de Dios. Todo se hace así más fácil: la conciencia es la abolición de la ley. Es la ruptura con la esclavitud de los preceptos y de la casuística. El imperativo moral queda maravillosamente simplificado:

—¿Son lícitas las experiencias prematrimoniales?
—Sigue tu conciencia.
—¿Cómo hacer la declaración de la renta?
—Sigue tu conciencia.
—¿Me es lícito practicar un aborto si tengo ya tres hijos que mantener?
—Sigue tu conciencia. Si de hecho no está informada, síguela sin más.

Y no es sólo la tarea del moralista la que de este modo queda notablemente aligerada, sino también las decisiones aún más comprometedoras del individuo; porque, pese a las apariencias, no existe en este mundo nada más flexible que la conciencia que no trate continuamente de conformarse a la ley divina. Aguarda una recompensa inminente al hombre que obedece a su propia conciencia sin preocuparse de indagar el parecer de Dios: la conciencia acaba por obedecer fielmente al hombre sin pasarle factura ni gravarle con preocupaciones.

Aun el que haya contraído el feo vicio de envenenar de cuando en cuando a sus tías para anticipar la herencia, comprobará en el funeral de la cuarta que su conciencia (lo mismo que su tía) no tienen ningún reproche que hacerle.

(Giacomo Biffi, El quinto Evangelio, 1971, cap. 23).

Nota del Blogger: “El quinto Evangelio” es una crítica humorística a la teología “progresista” de los años ’70. El autor (un sacerdote italiano que posteriormente llegó a ser Arzobispo de Bolonia y Cardenal) imagina el hallazgo de treinta fragmentos de un “quinto Evangelio” que generalmente contradice a los Evangelios canónicos y se adecua a las ideas “progresistas”. En cada capítulo Biffi cita primero el texto de un Evangelio canónico, luego cita el fragmento “paralelo” del imaginario “quinto Evangelio” y finalmente comenta dicho fragmento en forma irónica.


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