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1.10.13

Hacia una «psicología sana» (Dr. Pablo Verdier Mazzara)

1. La psicología y la psiquiatría, por tratar directamente del hombre, necesitan, más que cualquier otra disciplina científica, dialogar con una recta filosofía y teología. Pío XII, en una serie de célebres discursos pronunciados con ocasión de congresos profesionales, enunció los principios de antropología y moral sobre los que debía descansar ese diálogo. Durante el Concilio Vaticano II, los Padres conciliares tuvieron in mente tales discursos acuñando la fórmula «psicología sana» (1). Con ella se referían a aquella psicología que no solo no entra en contrariedad con las verdades de la fe y la moral, sino que positivamente se funda y se nutre de los principios de la antropología cristiana. Desafortunadamente, la psicología y la psiquiatría han seguido caminos que, en su conjunto, no son compatibles con aquellas formulaciones papales (2). Privadas del encuentro con la filosofía cristiana y la teología, estas ciencias humanas se ven tentadas de reducirse a ciencias naturales (3). Ello se observa, por ejemplo, en el reduccionismo neurobiológico, en el que la mente se reduce e identifica con las funciones de su soporte biológico, el cerebro; en el reduccionismo dinámico, en el que todas las instancias motivacionales y eficientes del psiquismo se reducen a uno de sus dinamismos parciales; en el reduccionismo naturalista, que considera al hombre exclusivamente en su realidad histórica-intramundana. Se abre así no solo una brecha entre estas ciencias y la antropología y la moral cristianas, sino que aquellas ciencias con sus postulados han venido a interpelar y sustituir implícitamente a la doctrina católica sobre el hombre y sobre el bien y el mal moral.

Psicólogos y psiquiatras habrán de cultivar pues otras disciplinas que les formen en aquellas realidades humanas que su ciencia no les informa. “La labor de curar a los otros y de asegurar su equilibrio psíquico-social –decía Juan Pablo II– es, en efecto, importante y delicada. Quienes se dedican a esa labor, además de un conocimiento científico, deben poseer una gran sabiduría” (4). Esta sabiduría, que es filosófica, rescata realidades humanas no verificables empíricamente y que por tanto la ciencia ‘no ve’, pero que son supuestos implícitos del terapeuta que inciden en la comprensión del cuadro clínico y en la atención del paciente. Recordemos algunas de ellas, mostrando su importancia capital en el ámbito clínico.

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28.09.13

Reflexiones sobre el naturalismo metodológico en la ciencia –3

Para leer las dos primeras partes de este trabajo, pulse aquí y aquí.

Según todo lo dicho hasta aquí, deberíamos distinguir dos variantes del naturalismo metodológico:

• El naturalismo metodológico fuerte supone que el naturalismo filosófico (fuerte o débil) es verdadero. Prescinde totalmente de la acción de Dios en el mundo porque no cree que esa acción exista. Considera que la ciencia debe proceder como si el naturalismo fuera verdadero porque en realidad es verdadero.
• El naturalismo metodológico débil no supone que el naturalismo filosófico es verdadero. Prescinde metodológicamente de la acción de Dios en el mundo porque (según su definición de ciencia) la ciencia no puede tener en cuenta en absoluto esa acción, aunque exista. Considera a la ciencia como una especie de juego definido por una regla convencional: “veamos hasta dónde podemos llegar en nuestro conocimiento del universo material procediendo como si el naturalismo fuera verdadero”. La aplicación estricta de esta regla conduce al científico creyente a un comportamiento práctico indistinguible del de un científico naturalista.

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26.09.13

Tres errores de traducción falsean el pensamiento del Papa

Gracias a un post de Andrés Beltramo en InfoCatólica me he dado cuenta de que la traducción española de un párrafo muy discutido de la larga entrevista al Papa Francisco publicada hace pocos días por La Civiltà Cattolica contenía tres gruesos errores que distorsionan totalmente su sentido.

En efecto, según el texto original de la entrevista (en italiano) el Papa dijo lo siguiente: «Non possiamo insistere solo sulle questioni legate ad aborto, matrimonio omosessuale e uso dei metodi contraccettivi. Questo non è possibile. Io non ho parlato molto di queste cose, e questo mi è stato rimproverato. Ma quando se ne parla, bisogna parlarne in un contesto. Il parere della Chiesa, del resto, lo si conosce, e io sono figlio della Chiesa, ma non è necessario parlarne in continuazione».

Sin embargo, el primer texto publicado de la traducción al español decía lo siguiente: “No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar.”

Es fácil ver que en estas pocas líneas hay tres gruesos errores de traducción:

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22.09.13

El testimonio de los herejes (G. K. Chesterton)

Así podrían alzarse de sus tumbas los grandes heresiarcas para confundir a sus camaradas de hoy día. No hay nada que los críticos afirmen ahora que no podamos llamar a estos grandes testigos para que lo nieguen.

El crítico moderno dirá bastante ligeramente que el cristianismo no fue sino una reacción hacia el ascetismo y una espiritualidad anti-natural, un baile de faquires furiosos contra la vida y el amor.

Pero Manes, el gran místico, les contestará desde su trono secreto y gritará: “Estos cristianos no tienen derecho a ser llamados espirituales; estos cristianos no tienen ningún título para ser llamados ascetas; ellos, que se comprometieron con la maldición de la vida y con toda la suciedad de la familia. Por medio de ellos la tierra está aún manchada con frutos y cosechas y contaminada con población. El suyo no era un movimiento contra la naturaleza, pues de ser así mis hijos lo habrían llevado al triunfo; pero estos tontos renovaron el mundo cuando yo lo habría acabado con un gesto".

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19.09.13

Reflexiones sobre el naturalismo metodológico en la ciencia –2

Para leer la primera parte de este trabajo, pulse aquí:
http://infocatolica.com/blog/razones.php/1308211218-reflexiones-sobre-el-naturali-1

La doctrina del naturalismo metodológico de la ciencia consiste en afirmar que el científico debe proceder como si el naturalismo metafísico fuera verdadero; o sea, como si fuera verdad que en nuestro universo material no ocurre ni puede ocurrir nada sobrenatural y, por lo tanto, todo lo que ocurre en él fuera susceptible de ser estudiado y explicado por la ciencia, prescindiendo totalmente de Dios.

En este artículo consideraré el naturalismo metodológico de la ciencia desde el punto de vista filosófico. Para ello dividiré el trabajo científico en tres etapas: la etapa previa o preparatoria, la labor estrictamente científica y la etapa posterior o de aplicación.

La etapa previa incluye, entre otros, los siguientes aspectos: la confianza en la ciencia, la vocación científica, la elección de temas de estudio y las convicciones o intuiciones previas al estudio científico del tema.

La labor estrictamente científica incluye sobre todo los siguientes tres aspectos: la formulación de una hipótesis científica, la recolección de datos por medio de observaciones o experimentos y la justificación científica de la hipótesis con base en los datos obtenidos.

La etapa posterior incluye, entre otros, los siguientes aspectos: la reflexión sobre las consecuencias filosóficas de los resultados de la ciencia y la aplicación práctica de los conocimientos científicos por medio de la técnica.

Analizaré brevemente cada uno de esos aspectos desde el punto de vista de la utilidad de la fe cristiana para la labor científica.

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