Nueva datación del Nuevo Testamento (10) –Conclusiones

Reseña del libro: John A. T. Robinson, Redating the New Testament, Wipf and Stock Publishers, Eugene-Oregon, 2000 (369 páginas); publicado previamente por SCM Press, 1976.

El libro está disponible en línea en: www.preteristarchive.com/Books/1976_robinson_redating-testament.html

En el Capítulo X (“Una posdata post-apostólica”) Robinson examina este problema: si todos los libros canónicos del Nuevo Testamento (NT) deben ser datados antes del año 70 (como él ha sostenido en los nueve capítulos anteriores), ¿el período 70-100 (que antes se pensaba ocupado por gran parte del NT) debería considerarse ahora como vacío o casi vacío de literatura cristiana? ¿No se genera así una distancia temporal excesiva entre el NT y las primeras producciones literarias de la época sub-apostólica?

Robinson analiza detenidamente cuatro de esas producciones: la Epístola de Bernabé, el Pastor de Hermas, la Didajé y la Primera Epístola de Clemente. Como me resulta imposible resumir sus argumentos, me limito a presentar sus resultados: “Para concluir, parecería haber muy poco en contra de la siguiente secuencia:

La Didajé                               40-60

I Clemente                              principios del 70

La Epístola de Bernabé          c. 75

El Pastor de Hermas              -c. 85” (pp. 334-335).

Generalmente se considera que I Clemente es del año 95 o 96, porque se entiende que fue escrita mientras Clemente era Obispo de Roma; pero Robinson piensa que, al escribir esa epístola, Clemente no era todavía el Obispo, sino algo así como el secretario de relaciones exteriores de la Iglesia de Roma, como parece sugerir también el Pastor de Hermas.

 

El autor comienza el Capítulo XI (“Conclusiones y corolarios”) presentando diez observaciones generales (cf. pp. 336-348):

1) Hay poca evidencia interna para la datación de cualquiera de los libros del NT.

2) Con respecto a la evidencia externa en el testimonio de la Iglesia primitiva, la situación no es muy diferente.

3) La pequeña cantidad de literatura cristiana primitiva y su carácter ocasional hacen que el argumento del silencio (que tal o cual libro del NT no existía o no era conocido por no ser citado o atestiguado) sea extremadamente precario.

4) Con respecto al uso corriente, conviene apelar a un mucho mayor rigor y reserva en el uso del argumento de las citas como un indicador para la datación.

5) Parece apropiada una crítica similar de la seguridad con que muchos académicos se han pronunciado sobre las supuestas profecías después del evento.

6) También es aleccionador descubrir cuán poca base existe para muchas de las fechas asignadas confiadamente por expertos modernos a los documentos del NT.

7) Hay una ceguera en apariencia casi voluntaria de los investigadores a cosas que parecen obvias (por ejemplo, por qué Hechos termina donde lo hace).

8) Muchas dataciones de libros del NT han sido determinadas más por un proceso de eliminación que por indicaciones positivas.

9) Se observa subjetividad en la evaluación de los intervalos requeridos para el desarrollo, la distribución y la difusión.

10) Por último, cabe señalar la multiforme tiranía de los supuestos no examinados, debidos muchas veces a las modas o a la pereza académica.

Pasando a las conclusiones, Robinson enumera los libros del NT en el que él cree que ha sido su orden aproximado de composición final. Sin embargo, indica que se debe tener en cuenta que algunos libros (principalmente los Evangelios) deben ser vistos como el producto de un período de gestación mucho más largo. Simplemente no es posible decir que Marcos fue escrito en el año ‘x’ del mismo modo en que, con bastante precisión, podemos decir que I Corintios fue escrita en el año ‘y’.

A continuación reproduzco la lista de libros del NT y sus fechas. Las estaciones corresponden al hemisferio norte. El símbolo “c.” significa circa (=aproximadamente). El símbolo “+” al final significa “o algo después”. El símbolo “–” al principio significa “o algo antes”.

Santiago                     c. 47-48

I Tesalonicenses        principios del 50

II Tesalonicenses       50-51

I Corintios                   primavera del 55

I Timoteo                    otoño del 55

II Corintios                  principios del 56

Gálatas                       más tarde en el 56

Romanos                    principios del 57

Tito                             fines de la primavera del 57

Filipenses                   primavera del 58

Filemón                      verano del 58

Colosenses                verano del 58

Efesios                       más tarde en el verano del 58

II Timoteo                  otoño del 58

Marcos                       c. 45-60

Mateo                         c. 40-60+

Lucas                         –57-60+

Judas                         61-62

II Pedro                      61-62

Hechos                      –57-62+

II, III y I Juan              c. 60-65

I Pedro                       primavera del 65

Juan                           c. –40-65+

Hebreos                     c. 67

Apocalipsis                fines del 68 (-70)

Robinson extrae tres corolarios de estas conclusiones.

1) Todos los varios tipos de literatura de la Iglesia primitiva estaban naciendo más o menos concurrentemente en el período entre 40 y 70. Es lo que cabría naturalmente esperar.

2) El patrón de la historia de la Iglesia primitiva sugerido por los documentos del NT ahora refuerza el que se deduce independientemente de los Hechos de los Apóstoles.

3) Así como la reducción de la duración de 50-150+ a 50-100+ desacreditó algunas de las formas más extremas de escepticismo acerca de la tradición cristiana, así también una ulterior reducción de las dataciones finales en más de la mitad, desde –50 a –70 debe tender a reforzar un mayor conservadorismo. El autor, que no ha dejado de ser un teólogo ultra-liberal, insiste en que sus conclusiones no vuelven inútil el estudio crítico del NT de los últimos 200 años y que él no quiere apoyar una aproximación oscurantista o literalista al NT; pero admite que las dataciones más tempranas vuelven menos probables las distorsiones entre los eventos de la vida, muerte y resurrección de Jesús y los escritos eclesiásticos.

Terminaré esta reseña reproduciendo “un comentario algo travieso” de A. H. N. Green-Armytage que Robinson incluye en la p. 356:

“Hay un mundo –no digo un mundo en el que todos los académicos viven sino de todos modos uno en el que todos ellos se extravían a veces, y que algunos de ellos parecen habitar permanentemente– que no es el mundo en el que yo vivo. En mi mundo, si The Times y The Telegraph cuentan una misma historia en términos algo diferentes, nadie concluye que uno de ellos ha copiado al otro, ni que las variaciones de la historia tienen algún significado esotérico. Pero en ese mundo del que estoy hablando esto se daría por sentado. Allí, ninguna historia se deriva nunca de los hechos sino siempre de la versión de la misma historia de alguien más. (…) En mi mundo, casi cada libro, excepto algunos de los producidos por departamentos del Gobierno, es escrito por un autor. En ese mundo casi cada libro es producido por un comité, y algunos de ellos por una serie completa de comités. En mi mundo, si yo leo que el Sr. Churchill, en 1935, dijo que Europa se estaba dirigiendo hacia una guerra desastrosa, yo aplaudo su previsión. En ese mundo, ninguna profecía, por más que esté enunciada en forma vaga, es hecha jamás excepto después del evento. En mi mundo decimos ‘La primera guerra mundial tuvo lugar en 1914-1918’. En ese mundo ellos dicen ‘La narrativa de la guerra mundial tomó forma en la tercera década del siglo XX’. En mi mundo los hombres y mujeres viven durante un tiempo considerable –setenta, ochenta, incluso cien años– y están equipados con una cosa llamada memoria. En ese mundo (al parecer) ellos vienen a la existencia, escriben un libro y perecen en el acto, todo en un relámpago, y se nota de ellos con asombro que ‘preservan trazas de tradición primitiva’ acerca de cosas que ocurrieron bien dentro de su propio tiempo de vida adulta.” (Fin).  

Daniel Iglesias Grèzes

Nota: Las traducciones del inglés son mías.


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9 comentarios

  
Viejo Profesor
Muchísimas gracias por esta serie de artículos. Muy serios y útiles. Que Dios le bendiga. Para ayudar a los jóvenes con menor formación académica: ¿Qué libros serios existen sobre el tema en castellano? Sobre todo católicos.

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DIG: Es una pregunta muy difícil. Sobre el tema del valor histórico del Nuevo Testamento, me parecen recomendables:
- Jean Carmignac, El nacimiento de los Evangelios sinópticos
- Claude Tresmontant, El Cristo hebreo
- John A. T. Robinson, Redating the New Testament
- Carsten P. Thiede, Jesus' Papyrus
- José O'Callaghan, (obra sobre los papiros de la cueva 7 de Qumran)

Sobre la teología del Nuevo Testamento, la obra sobresaliente de estos últimos años me parece:
- Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, Jesús de Nazaret (en tres volúmenes).
11/10/15 8:57 AM
  
Daniel Riquelme
Buen post Ing. Iglesias.

A veces pienso que las dudas, impresiciones o como quiera llamárselas, relativas a los orígenes del cristianismo y particularmente la predicación de Jesús es de naturaleza providencial, pues si no hubiese ninguna duda entonces sería casi innecesaria la fe.y, en cierto modo, no se cumpliría aquello de "dichosos los que crean sin haber visto".

Desde luego, esta idea no justifica que no se haga una búsqueda precisa de los orígenes del cristianismo, ni mucho menos.

Saludos cordiales.

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DIG: Creer y dudar sobre lo mismo a la vez y en el mismo sentido es imposible. Pero creo que entiendo lo que quieres decir. Si bien la fe cristiana tiene un firme fundamento racional, Dios ha querido que las verdades de fe no se demuestren del mismo modo que los teoremas matemáticos, por un simple ejercicio de la inteligencia. Según la doctrina católica, la fe es un acto de la inteligencia imperado por la voluntad, movida a su vez por la gracia.
11/10/15 9:51 AM
  
Alejandro Galván
Sr. Riquelme:

Le aconsejo que se instruya sobre la traducción de Jn. 20, 29, el tiempo verbal usado y su sentido en relación a la Fe y los signos de la Fe, en el pensamiento de la Iglesia Católica.

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DIG: Alejandro, si crees que Daniel R. ha cometido un error importante, por favor corrígelo con humildad.
11/10/15 5:51 PM
  
Alejandro Galván
Si, considero que servirse del imperativo "crean" para traducir "qui non viderunt " (tanto la Vulgata como la Neovulgata usan esta expresión para "μὴ ἰδόντες ") es un error, que no deja de ser relevante para la valoración teológica del signo (milagro) en relación al acto de Fe. Sobre esta relación, su propia serie "Milagros de Jesús" es sumamente ilustrativa.

Debido a lo anteriormente expuesto he hecho la observación al Sr. Riquelme, pero me he abstenido de desarrollarla, para, justamente, no querer que le quería corregir, o ser invasivo y poder dejarle espacio para su propia instrucción.

Aprovechando el curso del Pisuerga, le estaría sumamente agradecido si me pudiera indicar, de mi precedente comentario, o de este presente que elemento(s) provoca(n) su "con humildad", para poder corregirme. Gracias.

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DIG: Yo creo que está claro que un comentario del tipo "Fulano, instrúyase sobre tal tema" no es de lo más amable.
12/10/15 7:19 PM
  
Alejandro Galván
Errata atroz:
Donde he escrito "non viderunt" quería colocar "et crediderunt"
Donde he escrito "μὴ ἰδόντες" quería colocar "πιστεύσαντες"
12/10/15 7:21 PM
  
Carles Farràs
No perdamos de vista que el Evangelio es al principio una composición oral de Nuestro Señor datada al final de la tercera década del siglo I.
La memoria de los apóstoles, los 72 discípulos, las santas mujeres y la Virgen María era prodigiosa en comparación con la que tenemos hoy. No fue necesario poner por escrito las composiciones orales del propio Jesucristo, memorizadas por su Madre y sus discípulos, hasta que las persecuciones a la muerte de Tiberio (año 37) amenazaron la vida de estos testigos depositarios de las enseñanzas de Jesús. Si que fue necesario, desde el primer año de vida de la Iglesia apostólica, ordenar esta memoria en función de las lecturas del AT en las sinagogas y en relación a las fiestas judías; para ello se escribieron sinopsis como soporte de la memoria.
Aunque no han llegado hasta nosotros manuscritos en arameo de esta primera escritura del Evangelio, no cabe duda de que existieron y de que son el "original" de los manuscritos en hebreo y en griego que conocemos.
13/10/15 12:22 AM
  
Alejandro Galván
Sr. Daniel Iglesias:
De acuerdo, coincido con ud. que la formula que he usado no es la más caritativa, ni, evidentemente, efectiva para alcanzar mi objetivo.

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DIG: Gracias, Alejandro.
13/10/15 3:30 PM
  
Alejandro Galván
(DIG: Alejandro, según me pediste, no publico este comentario por corresponder a otro post; pero muchas gracias por tu aporte).
14/10/15 2:01 AM
  
Gabriel B.
¡Lo que acabo de leer es una tremenda revolución! Y no es chiste.
14/10/15 5:44 PM

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