Revista "Fe y Razón" - N° 89 (16 de septiembre de 2013)

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A continuación reproduzco el artículo editorial.


El primer principio de la teología cristiana

Equipo de Dirección

Recientemente el Papa Francisco se reunió con el P. Gustavo Gutiérrez OP, el pionero de la Teología de la Liberación (TL) latinoamericana. En años recientes el P. Gutiérrez moderó en parte su teología (inicialmente muy influida por el marxismo), aunque muchos piensan que su autocrítica no ha sido suficientemente profunda. Pese a esto, algunos inveterados practicantes del wishful thinking se han apresurado a ver en la reunión citada una señal de que pronto el Papa rehabilitaría a la corriente principal de la TL, representada por el mismo Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Jon Sobrino SJ, el uruguayo Juan Luis Segundo SJ, etc. Nos parece evidente que esas esperanzas son infundadas. El Magisterio pontificio no va a desdecirse de la instrucción Libertatis Nuntius, que se puede describir sin ninguna exageración como una condena de la TL filomarxista. Esa instrucción rechaza con claridad y firmeza la errónea y funesta mezcla de cristianismo y marxismo intentada por la corriente principal de la TL. El mismo Magisterio tampoco va a revocar sus censuras a obras de Leonardo Boff y de Jon Sobrino. Invitamos a nuestros lectores a leer o releer esos tres importantes documentos vaticanos, cuyo valor doctrinal no ha caducado.

Teniendo en cuenta estas circunstancias, nos parece oportuno reproducir (con algunas pequeñas aclaraciones o mejoras) el artículo editorial del N° 26 de “Fe y Razón” (de septiembre de 2008). Es la primera vez que repetimos un editorial.


El excelente sitio web de Sandro Magister informa sobre el importante debate teológico que tuvo lugar en Brasil entre Clodovis y Leonardo Boff, hermanos entre sí y dos de los principales exponentes de la “teología de la liberación”. En este artículo de la sección italiana de ese sitio se pueden leer, en portugués, los sendos textos completos de ambos hermanos teólogos.

En octubre de 2007 Clodovis Boff publicó un artículo en el que sostuvo que la “teología de la liberación” ha incurrido en el grave error de poner a los pobres como primer principio de la teología, lugar que sólo corresponde a Jesucristo y a la fe apostólica. Allí C. Boff apoyó el documento vaticano que critica la cristología de Jon Sobrino (otro de los principales teólogos de la liberación) precisamente por esa razón. Además, C. Boff afirmó, con toda exactitud, que ese error de principio conduce a la teología de la liberación a ser instrumentalizada políticamente a favor de determinadas ideologías. Por último, C. Boff se adhirió al Magisterio de los Obispos de América Latina expresado en el Documento de Aparecida y afirmó que ese Documento ofrece el correctivo que la teología de la liberación necesita.

El artículo de C. Boff alcanzó mucha mayor difusión sólo después que, en mayo de 2008, recibió una réplica tajante de Leonardo Boff, quien llegó incluso a insinuar que su hermano ha dado una puñalada al corazón de la teología de la liberación, diciéndole a la vez que lo hace para salvarla. En su artículo, L. Boff pretendió demostrar que es correcto que la teología de la liberación convierta a los pobres en el principio fundamental de la teología cristiana. Sus argumentos principales son dos:

• Por la Encarnación, el Hijo de Dios se ha hecho no sólo hombre, sino también hombre-pobre. De ahí que la pobreza haya quedado unida para siempre a su divinidad, sin confusión ni separación, como dice el dogma cristológico del Concilio de Calcedonia.
• El mismo Jesucristo, en la parábola del juicio final (en Mateo 25) se ha identificado con los pobres y ha dicho que la salvación depende en última instancia de la actitud tomada frente a los pobres.

Además, L. Boff acusó a C. Boff de “cristomonismo”, un error teológico que consistiría en agrandar el papel de Cristo hasta olvidar los papeles del Padre y el Espíritu Santo. Al decir de L. Boff, el “cristomonismo” sería una especie de “dictadura de Cristo”.

A nuestro juicio es fácil refutar estos argumentos de L. Boff:

• El primer punto se refuta por el absurdo. En la Encarnación, además de hacerse hombre-pobre, el Hijo de Dios se hizo también (por ejemplo) hombre-varón y hombre-judío, pero no por eso debe convertirse a la masculinidad o al judaísmo en el primer principio de la teología.
• Por otra parte, distinguir no es separar. Cristo es el primer principio de la teología por ser Dios-hombre, no por ser pobre, aunque sea a la vez lo uno y lo otro.
• Como ha demostrado Horacio Bojorge SJ en su artículo El juicio de las naciones en Mateo 25,31-46, publicado en nuestro sitio web “Fe y Razón”, en la parábola del juicio final de Mateo 25, según su sentido literal, “estos hermanos míos más pequeños” (v. 40; cf. v. 45) no son los pobres, sino los discípulos de Jesús. Allí y en otros textos evangélicos, Jesús se identifica con sus discípulos, lo cual no quita en absoluto que el cristiano deba amar también a los pobres.
• Es importante subrayar, sin embargo, que la caridad cristiana, incluso cuando se refiere a los hombres, es teocéntrica. El amor a Dios es el primer mandamiento. El amor al prójimo es el seundo mandamiento, semejante al primero (cf. Mateo 22,36-40).
• Por otra parte, no se debe confundir una unidad moral de Cristo con determinados seres humanos (ya sean los pobres o los cristianos, según la interpretación que se dé a la parábola del juicio final) con una identidad metafísica.
• Reconocer, como Jesús antes de la Ascensión, que a Él se le ha dado “todo poder en el cielo y en la tierra” (Mateo 28,18), no es “cristomonismo”, sino cristianismo a secas. Probablemente L. Boff podría acusar de “cristomonismo” al mismo Jesús (Juan 15,5: “separados de mí no podéis hacer nada”) y a San Pablo (Filipenses 4,13: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta”).
• Jesús ha dicho de Sí mismo: “Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin.” (Apocalipsis 22,13). El poder absoluto de Cristo es legítimo, no dictatorial. Es el poder omnipotente de un Dios que es Amor.

Hasta ahora, en su enfrentamiento con el Magisterio de la Iglesia, los “liberacionistas” (como mucho antes los jansenistas, los ontologistas y los modernistas) han seguido preferentemente la táctica de la “cuestión de facto”. Solían decir que la instrucción vaticana de 1984 sobre la teología de la liberación hacía bien al condenar determinados errores, pero que de hecho su teología de la liberación no incurría en esos errores condenados. Esto equivalía a decir que la Santa Sede (por su eurocentrismo) desconoce las particularidades de América Latina, de su situación y de su teología. Frente a la crítica radical de Clodovis Boff, los “liberacionistas” ya no pueden aplicar esa táctica. No pueden decir que C. Boff, que durante 40 años ha hecho “teología de la liberación” y es uno de sus principales artífices, no sabe lo que dice cuando critica a esa teología.

Demos gracias a Dios por el regreso del P. Clodovis Boff al redil de la ortodoxia católica y roguemos que su palabra y su ejemplo ayuden a muchos otros hermanos extraviados a hacer otro tanto.


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