El nacimiento de los Evangelios sinópticos (1)

Comentario de: Jean Carmignac, La naissance des Évangiles synoptiques, François-Xavier de Guibert, Quatrième édition, Paris 2007.

1. Introducción

Jean Carmignac (1914-1986), sacerdote católico francés, fue uno de los principales especialistas en los manuscritos del Mar Muerto a nivel mundial. En 1961-1963, en colaboración con otros tres expertos, publicó en dos tomos los textos de Qumran, traducidos del hebreo al francés y comentados. Cuenta Carmignac que, al traducir esos textos, constató muchas relaciones con el Nuevo Testamento, por lo que se propuso escribir un comentario del Nuevo Testamento a la luz de los documentos del Mar Muerto. En 1963, habiendo comenzado con el Evangelio de Marcos, ensayó traducirlo del supuesto original griego al hebreo de Qumran (el hebreo del tiempo de Jesús, un poco distinto del hebreo bíblico y bastante diferente del hebreo de la Mishnah) para su simple uso personal, a fin de facilitar la comparación con los citados documentos. Había imaginado que esa traducción sería muy difícil; quedó muy asombrado al descubrir que, por el contrario, la traducción era muy fácil. Después de sólo un día de trabajo, quedó convencido de que el texto griego de Marcos era una traducción de un original hebreo. El traductor realizó su trabajo con extrema fidelidad, traduciendo del hebreo al griego palabra por palabra, e incluso conservando en griego el orden de las palabras exigido por la gramática hebrea. Ni siquiera un semita que hubiese aprendido muy tarde el griego habría sufrido un apego tan grande a su lengua materna. Al menos de vez en cuando se habría tomado alguna libertad, recurriendo a una fórmula corriente en griego. Pero no. Nuestro Evangelio de Marcos es la obra de un traductor que respetó al máximo (calcándolo) un texto hebreo (o tal vez arameo, otra lengua semítica, similar al hebreo) que tenía ante sí.

El autor sostiene que: “El griego de los Evangelios no es un mal griego: no contiene errores de concordancia, ni errores de conjugación, ni errores patentes contra la sintaxis… Tampoco es un griego torpe. No es como “mi” inglés, que es una mezcla de francés y de inglés, donde las influencias de las dos lenguas se armonizan mal, donde los giros son incómodos y torpes. En los Evangelios, ni incomodidad ni torpeza; muy por el contrario, una belleza simple y espontánea, que es la belleza habitual de la prosa semítica. Los Evangelios no fueron compuestos por semitas que conocían mal el griego y hablaban o escribían una jerga anfibia, intermedia entre las dos lenguas. Fueron redactados por personas que escribían bien, pero según los procedimientos semíticos, y fueron traducidos en un griego muy correcto por otras personas que querían calcar los términos de las primeras… El griego de los Evangelios… es el buen griego de un traductor respetuoso de un original semítico, del que conserva el sabor y el perfume.” (pp. 11-12).

¿Los Evangelios podrían ser la obra de griegos que imitaran el estilo semítico (concretamente, el de la Biblia de los Setenta, la primera traducción griega de la Biblia hebrea)? No se conoce ni una sola obra que reproduzca un estilo tan particular. “Que aquí o allá los autores de los Evangelios hayan retomado tal fórmula o tal expresión de los Setenta es del todo natural. Pero entre esos préstamos ocasionales y una mezcla continua, ¡qué diferencia! Incluso nuestros predicadores más enamorados del “estilo bíblico” están muy lejos de expresarse de continuo como Isaías, como los Salmos, como Marcos, Juan o Pablo. Y hacer de la lengua tan límpida de los Evangelios un ejercicio artificial “a la manera de…” es desfigurarla totalmente.” (p. 12).

Por otra parte, la comparación con los Setenta es pertinente en cuanto que también ésta es una traducción literal del hebreo (o, en algunos casos, arameo) al griego.

Carmignac afirma que Mateo es tan semítico como Marcos. Y acerca de Mateo poseemos el testimonio de Papías (hacia el año 130) y de varios Padres de la Iglesia posteriores que afirman conocer un Mateo hebreo. La gran mayoría de los exegetas sostiene la tesis de la prioridad de Marcos. Por lo tanto, en lugar de decir (como casi todos ellos): “puesto que Mateo es posterior a Marcos, debe estar como él en griego”; ¿por qué no decir: “puesto que Marcos es anterior a Mateo, debe estar como él en hebreo”? (cf. p. 13).

“El caso de Lucas es diferente. Él ha compuesto manifiestamente su Evangelio en griego, como lo prueba el bello período griego que constituye su prólogo (1,1-4). Y sin embargo se observan en él los semitismos más inesperados, diseminados en medio de expresiones de un griego más elegante. Para explicar todo esto, la hipótesis más normal es suponer que él trabajó sobre documentos semíticos, traducidos muy literalmente, que insertó en su propia redacción, a veces retocándolos y a veces conservando su rugosidad.” (p. 14).

Dice Carmignac que, sin haber buscado resolver el famoso “problema sinóptico”, a medida que prosiguió su estudio se le impuso una hipótesis de conjunto al respecto. Él reconoce de buen grado que su hipótesis no tiene nada de muy personal, porque todos sus detalles han sido ya propuestos por diversos sabios anteriores. “Yo no la considero más como definitiva, porque yo todavía no he retraducido en hebreo la totalidad de Mateo y de Lucas. Pero… pienso que puedo considerar esta visión de conjunto como una hipótesis de trabajo, provisoriamente válida.” (p. 14).

Carmignac se propuso exponer los resultados de sus veinte años de estudio de los Evangelios sinópticos en gruesos volúmenes técnicos y después presentarlos al gran público en un pequeño volumen. “Pero varios amigos se coaligaron para persuadirme de comenzar por este pequeño volumen: ellos han hecho valer que yo me arriesgaba fuertemente a estar en el cementerio antes de haber terminado las grandes obras; y que después de ya varios años mis investigaciones no modificaron más mis conclusiones, por lo que yo podía honestamente comenzar a divulgarlas.” (pp. 7-8).

El futuro demostró que el Padre Carmignac hizo muy bien en escuchar a sus amigos. Habiendo publicado El nacimiento de los Evangelios sinópticos en 1983, Carmignac falleció sólo tres años después. La mayor parte de sus investigaciones sobre este tema permanece inédita. (Continuará).

Daniel Iglesias Grèzes

Nota: La traducción del francés al español de los textos citados es mía.


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3 comentarios

  
Manuel Escariz Magariños
Qué bien. Muchas gracias. Más madera para que se caigan del guindo una serie de "sabios".
29/07/12 10:20 PM
  
Enrique G. B. A,
"...de Mateo poseemos el testimonio de Papías (hacia el año 130) y de varios Padres de la Iglesia posteriores que afirman conocer un Mateo hebreo"

No lo sabía. En este portal (u otro): ¿algún artículo lo ha detallado?
¿Ni una hoja o parte se ha salvado?
30/07/12 11:55 PM
  
JuanArgento
La observacion de Carmignac encaja perfecto con un dato que el Nuevo Testamento provee sobre Lucas y Marcos, que ya habia mencionado en otro hilo y repito aqui:

Pablo, al momento de componer Colosenses, está en prision y en compañía de Marcos (Col 4,10) y Lucas (Col 4,14). Esta prision puede ser:
- la de Cesarea Maritima entre 58 y 60, o
- la de Roma entre 60 y 62.

Robinson elige el primer caso en su cronologia paulina y Heroman el segundo, el cual ademas es consistente con el hecho de que Marcos estaba con Pedro en Roma (1 Pedro 5,13).

En cualquiera de los dos casos, el resultado es que Lucas tuvo amplia oportunidad durante esos dos años de tratar con Marcos y usar su Evangelio, ya compuesto, en el proceso de componer el propio.

Aguegemos a este dato otros bien conocidos del plano linguistico:

- El idioma nativo de Marcos era el arameo, como se desprende de que la casa de su madre estaba en Jerusalen (Hechos 12,12). Si bien en Judea se hablaba arameo, el hebreo se usaba para la literatura sagrada.

- El idioma nativo de Lucas era el griego. San Jeronimo lo describio como de Antioquia y observó que manejaba el griego con mas perfeccion gramatical que los otros evangelistas.

Por lo tanto, en mi opinion es posible que en ese periodo de dos años en que Marcos y Lucas coincidieron en un mismo lugar, Lucas tradujo al griego el original arameo o hebreo del Evangelio de Marcos y usó esa version traducida para la composicion de su propio Evangelio. Esto explica la co-existencia en el Evangelio de Lucas de pasajes escritos en griego elegante y otros aparentemente provenientes de una traduccion literal de un texto semitico.

En sintesis, el traductor respetuoso que menciona Carmignac bien pudo haber sido Lucas.

11/08/12 3:07 AM

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