24.03.09

La Semana Santa y el derecho a la vida

“Toda amenaza a la dignidad y a la vida del hombre repercute en el corazón mismo de la Iglesia, afecta al núcleo de su fe”, escribió el Papa Juan Pablo II en la encíclica “Evangelium vitae”. Es decir, la cuestión de la defensa de la vida humana no es en absoluto una cuestión meramente “política” – con minúscula - , procedimental, opinable, sujeta al vaivén de los partidos, de los votos y de las mayorías. No es, tampoco, una cuestión extraña a la ética. Ni mucho menos ajena al núcleo de la fe católica: “El Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús”, decía también Juan Pablo II.

Celebrar la Semana Santa equivale a revivir, a hacer presente de nuevo, la fuerza salvadora de los acontecimientos centrales que fundamentan la fe cristiana: la Pasión, la Muerte y la gloriosa Resurrección de Jesucristo. No se trata, en esencia, de pasear unas imágenes por las calles de nuestras ciudades. El drama de la Semana Santa es el drama de la muerte del Inocente, de Aquel que enmudece ante las acusaciones injustas de los poderosos, de Aquel que carga sobre sí nuestras culpas, nuestros pecados y que, aparentemente derrotado en la Cruz, vence, con un amor que sólo puede ser divino, nuestras miserias y nuestras cobardías. Privar a la Semana Santa de su fondo – el desbordamiento del amor de Dios – para quedarse en la mera forma, en el puro ritual de los pasos, en la cadencia procesional de unos costaleros, en la vistosidad de unas tallas, suena a idolatría. La magnificiencia externa de las procesiones es merecedora de todo respeto si es expresión y símbolo de un contenido; sin eso, se convierte en puro teatro, en farsa, en pasatiempo.

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22.03.09

No jugar con los términos: aborto indirecto y "aborto terapéutico"

“Es verdad que el autor da una valoración moral negativa del aborto en términos generales, pero su posición acerca del aborto terapéutico es ambigua: (52) al sostener la posibilidad de ciertas intervenciones médicas en algunos casos más difíciles, no se entiende claramente si se está refiriendo a lo que tradicionalmente se llamaba «aborto indirecto», o si en cambio admite también la licitud de intervenciones no comprendidas en la categoría tradicional mencionada. No menos ambigua es su posición sobre el aborto eugenésico.(53) Por lo que se refiere a las leyes abortistas, el Autor explica correctamente que el aborto no se puede considerar como contenido de un derecho individual,(54) pero a continuación añade que «no toda liberalización jurídica .del aborto es contraria frontalmente a la ética».(55) Parece que se refiere a las leyes que permiten una cierta despenalización del aborto.(56) Pero, dado que existen diversos modos de despenalizar el aborto — algunos de los cuales equivalen, en la práctica, a su legalización, mientras que ninguno de los demás es, en todo caso, aceptable según la doctrina católica(57) — y que el contexto no es suficientemente claro, al lector no le es posible entender qué tipo de leyes despenalizadoras del aborto se consideran «no contrarias frontalmente a la ética»".

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21.03.09

La Cuaresma y la alegría

La Cuaresma nos prepara para la celebración de la Pascua, para que avancemos en su inteligencia y la podamos vivir con mayor plenitud. La Pascua de Cristo, el camino de elevación al Padre que parte de la Cruz, es expresión del amor misericordioso de Dios: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna” (Jn 3,16).

Jesús, exaltado en la Cruz, a semejanza de la serpiente de bronce alzada por Moisés en un mástil, es salvación para todos los que le miren con fe. No podemos salvarnos a nosotros mismos ni podemos, con nuestras fuerzas, elevarnos a la condición de hijos de Dios: “Nadie se libera del pecado por sí mismo y por sus propias fuerzas ni se eleva sobre sí mismo; nadie se libera completamente de su debilidad, o de su soledad, o de su esclavitud. Todos necesitan a Cristo, modelo, maestro, libertador, salvador, vivificador” (Ad gentes, 8). San Pablo, en la carta a los Efesios, insiste en esta gratuidad de la salvación: “estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se de debe a vosotros, sino que es un don de Dios” (Ef 2,8).

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20.03.09

Aborto: Firmeza y misericordia

Algunas personas juzgan que la Iglesia es exageradamente estricta cuando, en su legislación, prevé la pena (canónica) de excomunión contra el delito (canónico) de aborto. “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae”, es decir, de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito, en las condiciones previstas por el Derecho canónico. El mismo Derecho, en los cánones 1323-1324, establece las causas legales excusantes de incurrir en cualquier pena. Por eso, no es tan fácil decir, sin considerar las circunstancias del caso, quien de hecho queda excomulgado y quien no.

Pero, ¿no es demasiado duro? ¿Por qué la Iglesia se muestra tan exigente con los católicos – ya que la excomunión, obviamente, no afecta a quien no lo es -? ¿No puede un católico verse, legítimamente, involucrado en la cooperación formal a un aborto? ¿No puede llegar a ser responsable de este acto contrario a la vida alguien que busque evitar otro mal, o evitar algo que se juzga – quizá equivocadamente – que es un mal? ¿Qué hacer ante una situación dramática, extrema, como sería aquella en la que la vida de una joven madre corra peligro?

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18.03.09

¿Por qué se enfadan?

Se han puesto – algunos sectores de la sociedad – ya no digo como linces, sino como basiliscos. En todo caso, como fieras. Todo por un cartel. Ya sabemos – y los enfadados también lo saben – que el lenguaje de los carteles no es el de las tesis doctorales, ni el de los discursos, ni el de las encíclicas; ni siquiera, el de las homilías.

No hace falta ser intelectualmente superdotado para caer en la cuenta de que un bebé no es un cachorro de lince, ni de que un cachorro de lince no es un bebé. Pero no es absurdo plantear una analogía, una comparación, en la cual, como en toda analogía, hay semejanza y desemejanza: Si una especie animal en peligro de extinción merece ser protegida, con más motivo debemos proteger a cada individuo de la especie humana – pequeño, grande, o más grande - . No sólo por ser un ser vivo, sino por ser un miembro de la especie “humana”; es decir, alguien que vale por sí mismo, independientemente del número total de miembros de la misma especie.

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