19.10.09

Agenda B

Un amigo dice que los que rondamos los cuarenta años – un poco por arriba o por abajo – tenemos dos agendas: La “agenda A”, nuestros compromisos de trabajo, nuestras ocupaciones diarias, y la “agenda B”, que nos viene dada por el tiempo que hemos de dedicar a atender a nuestros padres: estar un poco pendientes de las visitas a los médicos, acompañarles a las revisiones, supervisar un poco la medicación que toman, etc.

Es un trabajo grato, el de la agenda B. Sobre todo porque rondar los cuarenta – unos añitos por encima o por abajo, al final, no importan – y tener a los propios padres vivos es ya un privilegio. Sin padres, la familia queda reducida a los hermanos y el vínculo fraterno depende tanto del centro de gravedad – el padre y la madre- que, cuando este centro desaparece, el vínculo, aunque subiste, se hace menos intenso.

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18.10.09

¿Amargados?

La amargura es terrible. Se cuela por las fibras del alma como una mancha de aceite por el tejido de un traje. La amargura no avisa, no da señales de inmediato. Como un cáncer maligno, se va gestando en el espíritu hasta que ya los indicios manifiestos son, en realidad, síntomas del final y no advertencias a tiempo de una posible curación.

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17.10.09

La manifestación

“Miles de personas se han manifestado hoy en Madrid para defender el derecho a la vida de los no nacidos y protestar contra la reforma de la Ley del aborto promovida por el Gobierno. Según la Comunidad de Madrid, la marcha ha reunido a 1,2 millones de personas, y los organizadores han elevado esa cifra a 2 millones de personas (la Delegación del Gobierno de Madrid no dio datos), lo que la convierte, según Benigno Blanco, presidente del Foro de la Familia, en una de las grandes movilizaciones de la democracia".

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La compasión y la confianza

XIX Domingo del TO (B)

La Carta a los Hebreos nos presenta a Cristo, sumo Sacerdote, mediador entre Dios y los hombres, intercediendo ante el Padre por nosotros: “tenemos un sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios” (Hebreos 4, 14). Su compasión fundamenta nuestra confianza: “No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse en nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado” (4, 15). Esta identificación de Cristo, hombre para siempre - pues su humanidad ha entrado irreversiblemente en la gloria divina - con la condición humana nos permite mantener “la confesión de la fe” y “acercarnos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente” (14, 16).

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16.10.09

El riesgo de la heterojustificación

Lo “hetero-” es lo otro, lo desigual, lo diferente. Lo “heterogéneo”, por ejemplo, es lo compuesto de partes de diversa naturaleza. El diálogo nos lleva a prestar atención al otro, a lo otro: a quien piensa de modo diferente, a quien parte de principios diversos, a quien concibe la vida desde perspectivas que no son las nuestras.

No está mal este hacerse cargo del otro. A veces, incluso, el “otro” no está fuera, sino dentro de nosotros. Un hombre pacífico puede albergar, en algún rincón de su alma, una porción de genio, un reducto de mal carácter, un residuo innominado de furia o de ira. También un creyente puede, si bucea dentro de sí mismo, descubrir alguna trinchera en la que, agazapado, se empeña en resistir un pequeño ateo.

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