Santa Catalina de Alejandría
En la vida de Santa Catalina de Alejandría, como en la vida de todos los mártires, se cumplen a la letra las palabras de Jesús: “Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio” (Lc 21,12-13).
Santa Catalina fue decapitada el 24 o 25 de Noviembre de 305, por orden del emperador Maximino. Era una joven cristiana, bella, rica y docta, que se negó a tributar culto a los “dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera”; a los falsos ídolos que “ni ven ni oyen, ni entienden” (cf Dn 5). La perseverancia, la constancia en la fe, salvó su alma y nos dejó, a nosotros, el luminoso ejemplo de su martirio, de su testimonio supremo.