1.12.09

Cinco horas de hospital

Hoy he pasado unas cinco horas en un hospital, descontado un paréntesis para ir a mi parroquia: confesar, celebrar la Santa Misa y dirigir la Novena de la Inmaculada. Acompañaba a una persona mayor de mi familia.

Durante todo el tiempo he observado: a los pacientes, a los familiares de los pacientes, a los médicos, al resto del personal sanitario…, a todos. Y la impresión con la que vuelvo es positiva. Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, y es muy difícil borrar esta huella.

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29.11.09

No sea usted tan católico, por favor

En algún sitio he leído que Alfonso XIII reprendía a una marquesa exaltada, diciéndole: “No seas tan monárquica, por favor”. Lo mismo se le podría pedir al Sr. Bono: “No exhiba usted su catolicismo”. Porque, sin entrar en la conciencia del Presidente del Congreso, a uno, quizá malpensado, le asalta la duda de si, en este caso y en casos similares, no estaremos ante una especie de “catolicismo de cuota”. Como se trata de lograr votos, conviene tener algún ejemplo de “católico” en el partido para poner en el escaparate cuando sea menester. Es un mensaje muy claro el que así se pretende lanzar: “Católicos de España, podéis votarnos. En nuestras filas militan católicos ejemplares”.

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28.11.09

El Adviento, la justicia y el derecho

Homilía del Domingo I de Adviento (Ciclo C)

La espera de Jesús, el anhelo de su venida, acompaña los tiempos del hombre. Ayer y hoy y mañana, aguardamos que se haga “justicia y derecho” en la tierra (cf Jr 33, 14-16). La justicia es dar a cada uno su derecho. Nos basta abrir los ojos para descubrir qué lejos estamos de que esto sea una realidad en nuestro mundo; somos espectadores – y, en ocasiones, también actores o víctimas - de las injusticias. Y deseamos que, de una vez, se establezca el derecho, lo justo, lo razonable.

Este afán sería vano si tuviese como objeto únicamente a los hombres. Porque la justicia humana es siempre imperfecta y, además, porque los hombres no pueden hacer justicia a los muertos. ¿Puede un juez, cuando juzga a un asesino, devolver la vida a la víctima? ¿Puede un tribunal reparar todos los daños causados por la acción del delincuente? La justicia humana, aun en el mejor de los casos, es parcial y limitada.

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26.11.09

Paciencia bloggera

No es fácil ser paciente, tener la capacidad de soportar algo sin alterarse. El estoicismo lo dejamos para el pórtico de Zenón, allá por la Atenas del siglo IV a. C. Pero Zenón de Citio no tenía un blog.

Con pórtico o sin él, la escuela de la paciencia – como el “Libro gordo” de Petete, una especie de “Wikipedia” de antes de la era virtual – enseña. No sé si entretiene. Pero enseñar, enseña.

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24.11.09

El Papa, sobre la realeza divina de Jesucristo

Queridos hermanos y hermanas

En este último domingo del Año litúrgico celebramos la solemnidad de Jesucristo Rey del universo, una fiesta de institución relativamente reciente, pero que tiene profundas raíces bíblicas y teológicas. El título de “rey” referido a Jesús es muy importante en los Evangelios y permite dar una lectura completa de su figura y de su misión de salvación. Se puede notar a propósito de esto una progresión: se parte de la expresión “rey de Israel” y se llega a la de rey universal, Señor de cosmos y de la historia, y por tanto mucho más allá de las esperanzas del propio pueblo hebreo. En el centro de este itinerario de revelación de la realeza de Jesucristo está una vez más el misterio de su muerte y de su resurrección. Cuando Jesús fue llevado a la cruz, los sacerdotes, los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: “Es el rey de Israel; que baje ahora de la cruz y creeremos en él” (Mt 27,42). En realidad, precisamente en cuanto que es el Hijo de Dios Jesús se entregó libremente a su pasión, y la cruz es el signo paradójico de su realeza, que consiste en la victoria de la voluntad de amor de Dios Padre sobre la desobediencia del pecado. Es precisamente ofreciéndose a sí mismo en el sacrificio de expiación como Jesús se convierte en Rey universal, como declarará Él mismo apareciéndose a los apóstoles tras la resurrección: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28,18).

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