29.07.09

La soberbia de los entendidos

En la antigüedad cristiana, los gnósticos pretendían tener un conocimiento intuitivo y misterioso de las cosas divinas. Los iluminados, la elite, gozaban de un conocimiento secreto, esotérico, reservado a los iniciados. El vulgo tenía que conformarse con la doctrina católica, accesible a todos.

En un interesante ensayo, titulado “El misterio del Padre - Fe de los apóstoles. Gnosis actuales - ” (Madrid 1998), M.J. Le Guillou advertía que la confusión doctrinal existente en la Iglesia era una nueva crisis gnóstica y que el camino para superarla era, de nuevo, la confesión de la fe apostólica.

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26.07.09

Un viaje a Polonia

He tenido la fortuna de visitar por segunda vez Polonia. En 1991, al mes de mi ordenación presbiteral, participé en la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Czestochowa. Dieciocho años después he vuelto a ese país, siguiendo las huellas del itinerario vital del Papa Juan Pablo II. Realmente, si uno quiere conocer Polonia, no ha de recurrir necesariamente a las guías turísticas al uso. Puede optar por otra fuente, por otro recorrido, aquel que, por ejemplo, marca el mismo Juan Pablo II en su libro “Don y misterio”.

En el quincuagésimo aniversario de su ordenación sacerdotal, Juan Pablo II evocaba los lugares decisivos de su biografía: “Wadowice”, la localidad de su nacimiento; “Cracovia”, la histórica ciudad a la que se trasladó para cursar sus estudios en la Universidad Jaghellonica; el santuario mariano de “Kalwaria” y tantos otros nombres que han pasado a ser familiares, en la medida en que, en ellos, se desarrolló la vida de un padre común; la vida del Papa, del siervo de Dios Karol Wojtyla, al que pronto, eso esperamos, podremos venerar como beato y como santo.

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18.07.09

Se puso a enseñarles con calma

El Evangelio nos acerca al corazón de Cristo; un corazón humano que expresa el amor, humano y divino, con que el Señor ama a todos y a cada uno de nosotros. Los Apóstoles son los primeros que se acogen a la recomendación de Jesús: “Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré […] que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11, 28-29). Hasta tal punto han experimentado este descanso que, después de agotadoras jornadas de trabajo pastoral, no dudan en acercarse al Señor para contarle “todo lo que habían hecho y enseñado” (Marcos 6, 30-34). Jesús se aparta con ellos a un sitio tranquilo, para escucharlos pacientemente.

Conmueve esta intimidad, esta cercanía, de Jesús con los suyos. Aquellos que han sido elegidos para pastorear en su nombre al Pueblo de Dios son, primeramente, los destinatarios de la atención de ese Buen Pastor que es el mismo Dios, el Hijo de Dios hecho hombre.

En Jesús se cumplen las profecías que anunciaban que Dios sería el pastor de su pueblo (cf Jeremías 23, 1-6). Un pastor que no dispersa a las ovejas, ni las deja perecer, sino que las reúne y las vuelve a traer a sus dehesas. Los apóstoles, al reunirse con Jesús, podían recitar, sin duda alguna, las palabras del Salmo 22: “El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace recostar. Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas”.

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15.07.09

Estrella del mar

La Virgen María es invocada como “Estrella del mar” (Stella Maris). Santo Tomás de Aquino escribe: “También se llama a María Santísima Estrella del mar, porque de la misma manera que por la estrella se dirigen los navegantes al puerto, así, por medio de María se dirigen los cristianos a la gloria”.

En los Evangelios, Jesús manifiesta su poder divino dirigiéndose a los suyos caminando sobre el mar (Mc 6,49s), o calmándolo, con una palabra que lo exorciza: “¡Calla! ¡Enmudece!” (Mc 4,39s). En el libro del Apocalipsis, al describir el trono de la gloria de Dios, se menciona “una especie de mar transparente como el cristal” (Ap 4,6). Es decir, en la nueva creación desaparecerá el mar en cuanto abismo o fuerza de desorden para transformarse en símbolo de una paz luminosa en el universo renovado.

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14.07.09

Un cura que no lo tuvo fácil

El Papa ha querido proponer de nuevo, convocando un Año Sacerdotal, la figura de San Juan María Bautista Vianney (1876-1859), el Santo Cura de Ars, con ocasión del 150 aniversario de su muerte.

La vida del Cura de Ars no fue nada fácil. En primer lugar, por las circunstancias históricas que le tocó vivir: la Revolución Francesa, la época napoleónica, la restauración de los Orleans…

Pensemos, por ejemplo, que el sacerdote de su parroquia natal, Dardilly, prestó el juramento a la constitución civil del clero. Más tarde, arrepentido, volvería a ser aceptado por los feligreses.

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