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4.10.18

Lo visible y lo eterno

Me parece muy necesario reflexionar sobre la “estructura sacramental”, o “sacramentalidad”, de la fe. Trato de hacer esa reflexión pensando en el alcance de la enseñanza de la encíclica “Lumen fidei” (LF), la primera del papa Francisco, en la que se nos recuerda que los sacramentos son sacramentos de la fe, a la vez que se explica que la fe tiene una estructura sacramental (LF 40).

La “sacramentalidad” es una categoría que relaciona el cuerpo y el espíritu, lo visible y lo invisible, las palabras y los gestos. En los sacramentos esta relación es muy poderosa: Abren, siguiendo la expresión de un teólogo norteamericano (A.J. Goodzieba), el “acceso” a Dios (en el ámbito material) para hacernos llegar el “exceso” de su bondad  (la participación en la vida divina).

En la vida cristiana, “lo visible y lo material está abierto al misterio de lo eterno” (LF 40). Algo similar expresaba el beato J.H. Newman, admirado del “principio místico o sacramental” de Clemente de Alejandría y de Orígenes, según el cual el mundo visible, físico o histórico, es considerado como una manifestación sensible de realidades mayores.

Lo visible y lo invisible (podríamos decir, el significante y el significado) no se identifican sin más. Ambos planos son inconfundibles, pero inseparables. En Jesús se revela el mismo Dios, sin que, en ningún momento, quede privado de su divinidad.

Me venían a la mente estas consideraciones al haber recibido, casi al mismo tiempo, dos imágenes. La primera, del papa Francisco portando una singular férula en la Misa de apertura del Sínodo sobre la juventud (imagen rastreable en las noticias de hoy, 4-X-2018) . La segunda, un vídeo breve de YouTube (publicado en 2015), de la Divina Liturgia celebrada en Moscú por el Patriarca Ortodoxo de Alejandría (Egipto), acompañado por el Patriarca de Moscú y por el Arzobispo ortodoxo de Praga - vídeo también rastreable; renuncio a poner el enlace, de tan complicado que resulta - .

Para un católico, el significado de ambas celebraciones – la Misa del Papa y la Divina Liturgia de los ortodoxos – es esencialmente (subrayo el adverbio) el mismo. Pero los significantes son diferentes. Si nos fijamos en esa férula papal, si pudiésemos abstraerla de todo lo demás, casi no habría “significante”, o este quedaría reducido a lo mínimo. Si consideramos la Divina Liturgia de los ortodoxos,  el significante nos abruma, casi tanto como para preguntarse si podría llegar incluso a opacar el significado.

En cierto modo, esta diferente sensibilidad, esta matizada forma de religar lo visible con lo eterno, encuentra su respaldo en sendos misterios de la vida terrena de Cristo. No deberíamos olvidar que a la Pascua no se llega sin la Pasión y la Cruz y, para no deformar el sentido de la Pasión y de la Cruz, el Señor se transfiguró delante de los suyos.

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